La polivalencia del jugador, ¿virtud o defecto? Esta pregunta ha sido planteada en innumerables ocasiones en lo referente al completo desarrollo de la carrera de todo futbolista. De una parte, un jugador que se adapte a la perfección a varias posiciones será útil para el entrenador en otros tantos ámbitos, por lo que podrá ser usado en la mayoría de partidos, si bien no como titular indiscutible, sí como opción preferencial de banquillo. Al otro lado, el jugar en distintos puestos con similares prestaciones conlleva, en la mayoría de los casos, una falta de especialización del jugador, lo que puede acarrear, primero, que no llegue a explotar su máximo nivel, y en segundo lugar, que no se sepa definir qué estilo de jugador es, dónde puede dar lo mejor de sí o en qué ubicación colocarlo en un sistema perfectamente definido.

El actual entrenador del FC Barcelona, sin ir más lejos, fue, en su etapa como jugador, el arquetipo de futbolista polivalente, actuando con garantías en hasta cinco posiciones sobre el campo. Todos recordamos a Luis Enrique como un jugador total, válido y eficaz, pero pocos lo podríamos definir como un futbolista que marcara las diferencias en un lugar concreto, nunca diremos: el asturiano fue un excelente extremo; sus regates, sus últimos pases o sus remates a gol, etcétera, fueron letales, por ejemplo. Todo ello nos lleva a concluir que hay, grosso modo, dos grandes tipos de futbolistas: los que tienen facilidad para sumar sin distinción de zonas y otros que poseen unas características claras para una posición determinada, y que colocándolos en cualquier otro lugar, aun cercano a su idóneo, bajan exponencialmente sus prestaciones, ya que han ido siendo tallados para una función concreta. En el FC Barcelona existe actualmente un problema en el ataque, íntimamente relacionado con la polivalencia de sus activos. Un lastre claro y evidente, difícil de paliar hasta la apertura del mercado invernal. Dos de los principales implicados de este rompecabezas son, tristemente, los jóvenes recién ascendidos del filial a la primera plantilla Sandro Ramírez y Munir El Haddadi.

El conjunto azulgrana, como bien sabemos, forma un sistema posicional y definido. Su tridente ofensivo de gala es el formado por Neymar en la banda izquierda, dando velocidad y desborde a pierna cambiada, Messi a la derecha, igualmente a pie opuesto y con libertad total para influir a su antojo, y Suárez de delantero centro nato, goleador. El pasado mes de septiembre la tragedia se cernió sobre el conjunto catalán. Su estrella, y principal artífice de que el mecanismo ideado por "Lucho" funcionase, cayó lesionada. Messi estaría apartado de los terrenos de juego por alrededor de dos meses. La ausencia del astro argentino sería más sensible si cabe dada la lesión para toda la temporada de su posible sustituto, el excelente media punta Rafa Alcántara.

Luis Enrique tenía un problema. Sin Messi, sin Rafinha, sin Aleix Vidal, ausente hasta enero, la banda derecha de su principal arma, el ataque, no disponía de futbolistas puros para ser ocupada. ¿Sería la polivalencia una opción?

Dos canteranos luchando por un puesto, y por su supervivencia.

Desde aquellas lesiones los encargados de actuar, alternativamente, en la banda derecha fueron los antedichos Sandro y Munir. Sandro ha participado en seis partidos, cuatro de Liga BBVA y dos de Champions League. El español es un futbolistas que atesora potencia, olfato goleador, disparo y buenos movimientos dentro del área, pero que carece de técnica individual depurada, regate y precisión en pases y centros. El joven de 20 años ha luchado con uñas y dientes por dominar el puesto, dejándose el alma en cada partido, pero sus cualidades son tan opuestas a la zona diestra que no ha conseguido cuajar. Toda su carrera en las inferiores la desarrolló como delantero centro. Luis Enrique comenzó a probarlo en la izquierda al inicio del año, y rindió bien. Su decisión y madurez le permitieron crear mucho peligro partiendo desde la siniestra, no dudando en controlar y potenciar la finta interior y el disparo potente. Su nueva posición no le ha sido tan benévola, ya que al ser diestro se ve obligado a desbordar hacia el exterior y centrar, sólo pudiendo percutir en dirección al marco rival en contadas ocasiones, cuando el ataque se desarrolla por la banda opuesta y puede ejecutar la ruptura al segundo palo. En un sistema tan posicional como el actual del FC Barcelona, dichas opciones son muy contadas, recibiendo la mayoría de los balones al pie y en estático, dificultando sobremanera sus labores. El regate, la pausa, la precisión del envío… características todas tan necesaria han impedido que, hasta día de hoy, Sandro haya podido asentarse como sustituto de Messi y Rafinha.

Su nueva posición no le ha sido tan benévola, ya que al ser diestro se ve obligado a desbordar hacia el exterior y centrar, sólo pudiendo percutir en dirección al marco rival en contadas ocasiones, cuando el ataque se desarrolla por la banda opuesta y puede ejecutar la ruptura al segundo palo.

Sandro celebrando un gol (Foto:MªJoséSegoviaVAVEL)

La segunda de las opciones recurridas por el técnico asturiano ha sido la de Munir. Por sus características de mayor movilidad, a priori, se trata de un jugador más adecuado para la posición exterior derecha que su compañero Sandro. Munir es, en esencia, un segundo delantero, que explota sus virtudes jugando cerca del área, detrás de un goleador y moviéndose alrededor de él y los centrales rivales con libertad. Al ser zurdo y rápido, Luis Enrique confió en él para jugar en el puesto vacante en el mismo número de encuentros que Sandro, un total de seis partidos, intentado, en todos ellos, asemejar sus funciones a las de Rafinha, potenciando la trazada hacia el interior. El bueno de Munir, tanto como su compañero, pone voluntad para adaptarse a su nuevo rol y aprovechar así las contadas oportunidades de las que se dispone en un equipo de ese nivel, pero hasta el momento todo su empeño parece insuficiente. Escorado casi a la cal, le cuesta participar, pasa mucho minutos del partido sin recibir el balón, y cuando lo recibe no se muestra del todo seguro en la combinación en estático. Su fuerte tampoco es el uno contra uno, la técnica individual del regate, por lo que en contra de lo que a primera vista pudiera parecer, la nueva posición, el alejamiento del área, le perjudica a nivel notable, haciendo que parezca un futbolista anodino, prácticamente sin influencia clara ni funciones definidas en el campo. En términos cuantitativos únicamente destacan sus dos asistencias de gol.

Escorado casi a la cal, le cuesta participar, pasa mucho minutos del partido sin recibir el balón, y cuando lo recibe no se muestra del todo seguro en la combinación en estático.

Hasta la fecha, parecen dos casos claros de jugadores con rol específico, en quienes la polivalencia brilla por su ausencia. Es seguro, porque así lo demostraron cuando se les dio oportunidad, que en sus respectivos puestos, dentro del área rival, pueden llegar a ser los jugadores que apuntan. En la actualidad, ambos están participando a contra natura, a los dos atacantes le has tocado, sin ninguna duda, bailar con la más fea, la posición de extremo derecho.