Deportivo y Levante no pasaron del empate en el Ciudad de Valencia, disputando hasta el final los puntos que había en juego, y que permite a los de Víctor seguir sumando aunque sea poco a poco. El Dépor continúa sin perder, también sin ganar, en un tramo de la temporada en el que están empezando a sufrir la exigencia de la Primera División. Aunque vieron a luz durante la primera parte, con un pase en profundidad de Jonás que habilitó a Lucas para superar a Rubén con un zurdazo raso. El Levante siguió jugando como la situación se lo exigía, presionando de manera endiablada e imprimiendo un ritmo de juego muy alto, pero tuvo que abrirse la barrera del Deportivo en una falta que Camarasa introdujo entre los tres palos sentando así un empate que no agrada ni a unos ni a otros.

No supo contener el Deportivo el ansia de un Levante apurado por los números que saltó al campo con hambre y salero, abonándose a la combinación rápida y la ruptura de líneas de presión. El cambio de sistema favorece a un equipo hasta ahora inoperante que no encontraba los recursos para sacar adelante los partidos. El juego tosco y de pase en largo ha dejado paso a la convicción y la iniciativa, buscando por ellos mismos las ocasiones para ser dueños de su destino. Su papel en el encuentro se desarrolló según esos preceptos y la afición levantinista pudo encontrar sintomas claros de mejora con los que intentar aferrarse a la categoría.

Al Deportivo le costó aclimatarse a la dinámica del partido, con un Levante volcado y aguerrido que se presentó consiciente de sus convicciones. La táctica parecía no hacer aguas, con una presión equilibrada en medio campo, adelantada y puntillosa; pero faltaba acidez en los argumentos ofensivos, con una tres cuartos agazapada y sin mordiente que no conseguía aprovechar los pocos espacios que encontraba. Pero fue en un desmarque de ruptura, base del juego directo, en donde Jonás pudo encontrar un socio en Lucas para hacer lo de casi siempre. Llegó con holgura a las narices de Rubén y, tras un breve instante de preparación, batió por bajo con su pierna izquierda. Las cosas se le ponían muy de cara a los herculinos, sufriendo en la salida de balón, que encontraron una fórmula con la que sacar partido a sus esfuerzos.

El Deportivo juntaba líneas y volvía a la presión estudiada y milimétrica

Pero no quiso creérselo el Levante, convencido y con orgullo, volviendo a remar como el primer minuto y encontrando los argumentos más convincentes para hacerse con el oro. El Deportivo juntaba líneas y volvía a la presión estudiada y milimétrica que permitió no abrir fisuras en sus partes más nobles, confiscando con mayor frecuencia el balón a los granotas. Pero seguía el encuentro condicionado por la premura levantinista en un presto vivace que no acaba de encontrar término, buscando la portería rival con ansia y desenfreno para superar a una zaga que se mostró muy seria a lo largo del encuentro.

No siempre se necesita una defensa débil para verse frágil, y es lo que Lux experimentó en sus propias carnes en la mitad de la segunda parte. En una falta ejecutada por Camarasa al borde del área, la barrera blanquiazul se quebró para permitir que la trayectoria del balón continuase directa hacia las redes del portero argentino. Los granotas ponían cara a su mejoría y encontraban premio a su esfuerzo y determinación. El Deportivo, en cambio, veía desaprovechada la renta que le había porporcionado la eficacia de un conjunto que pretende verse alejado del resto.

Aunque no encontró esta tarde los argumentos que demuestran su pedigrí, a pesar efectivos en los favores de Juanfran y Oriol Riera, que dierion otro aire al equipo, desentumeciendo la salida de juego y dando alternativas para mostrarse en ataque. También lo intentó el Levante, descontento con el empate y exigido por la clasificación, pero ambos fueron incapaces de encontrar ese punto de calidad que resuelve todo encuentro estancado. 

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