La historia de los derbis siempre se ha escrito a golpe de sacrificio, choque y miscelánea atronadora con la que el Deportivo, acompañado de una táctica brillante, hirió de manera considerable a los de Eduardo Berizzo. La ocasión lo merecía, y el equipo destiló la intensidad necesaria para combatir las armas del Celta, presión y soltura combinativa, que supieron contener con picardía y arrojo. Las mismas claves que desfilan junto con los méritos del de siempre. De Lucas. Del que está ahí para marcar la diferencia y empujarla aunque sea desde la linea de gol. Porque nunca faltarán aspirantes a insigne de las grandes citas, adalid de un sentimiento que sonríe como hacía años.

Se pudo ver que no estuvo exenta de valor la hazaña de un Dépor sereno y capaz, especialmente la de Víctor, técnico de método y diestro en la pizarra, al presentar una ristra de novedades que terminaron por convertirse en argumentos reales para volver a ganar. No lo hacía desde aquel domingo de septiembre, imponiéndose al Espanyol con claridad y buen gusto. Pero no supuso una rémora esta noche para los herculinos, envueltos desde el primer minuto en la dinámica impuesta desde el banquillo, prodigando la entrega producto de una mayor concentración. Quizá fue esa la imperativa que encontraron Bergantiños y Mosquera para dar un golpe de autoridad en el medio del campo, en donde el Celta no respondíó, en donde Wass y Augusto encontraron todos los impedimentos para avanzar hacia la zona candente.

Salieron los blanquiazules armados y con brío, convencidos de sus posibilidades de superar al equipo revelación, además del vecino de abajo, que miraba desde arriba cómo los que ahora son modestos contestan la autoridad de un rival trabajado con convicciones efectivas y vistosas. Pero no fue ésta la noche del tridente celtiña, con Orellana e Iago Aspas ausentes, y un Nolito ramplón que, aún con todo, siempre encuentra la forma de mostrarse. Quiso ser incisivo en su hábitat natural, la pierna cambiada, en el que Juanfran se encontró más rápido; pero no llegaron a brillar sus intenciones en ningún tramo del encuentro, especialmente desde los once metros, en donde chocó con la concupisciencia de Lux, denostando la oportunidad que les había brindado la torpeza de Navarro.

Salieron los blanquiazules armados y con brío, convencidos de sus posibilidades de superar al equipo revelación

Pero fue antes cuando el encuentro comenzó a sonreir a un Deportivo que buscaba ponerse por delante desde la primera jugada del encuentro, en una contra muy bien llevada por Jonathan Rodríguez que terminó con un pase de la muerte que no llegó a término. Pero sí lo hizo el empuje de Bergantiños, que dejó el esférico sobre la línea para que Lucas hiciese el resto. No estuvo fina la zaga celeste, por momentos desaliñada y distraída, como en el pase de Cani, con el exterior y al hueco, comprometiendo los dominios de Sergio Álvarez.

La intensidad del encuentro no se separó del guión que los herculinos, esta noche dueños de su destino, habían impuesto desde el pitido inicial. El Celta lo intentaba, era consciente de que tenía armas para ello; pero poco petróleo encontraron ante el rigor de la zaga deportivista. Con Arribas y Sidnei al máximo nivel, sin dar esperanzas a los de arriba en una serie de intenciones que esta noche se mostraron inoperantes. Sí que hubo empuje por parte de los de Berizzo, rondando la puerta blanquiazul y llevando en muchas ocasiones el balón hasta el área; pero no hubo apuro en medio de la inclemencia que se le exige a uno en los grandes momentos. A la hora de la verdad. Y fue ahí en donde encontró el Deportivo la fortuna hecha carne en la impericia de Jonny para poner el broche de las grandes citas. Citas que a veces se muestran despiadadas, por que no se entiende de indulgencia, no hay lugar para benignos en la historia de los derbis.

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