Corren tiempos nuevos en A Coruña. El aire es más puro y menos viciado, tanto que invita a llenar los pulmones de él y contemplar con orgullo lo conseguido hasta la fecha. En plena resaca de una victoria en el derbi gallego tan disfrutada como anhelada, los pupilos de Víctor Sánchez del Amo andan encaramados en la octava posición, aferrándose a una zona de la tabla que les parece insultantemente prohibida pero que ostentan con todo merecimiento. Para más deleite de sus aficionados son ocho los puntos que lo alejan de los puestos de descenso, tres los que los separan del eterno rival y uno el que linda con Europa.

Ni rastro del "efecto gaseosa"

Ya superadas esas primeras jornadas donde las probaturas y las incógnitas toman protagonismo, el conjunto herculino demuestra la solidez de su proyecto a base de números pero también de buen juego. Las buenas sensaciones y los puntos conseguidos en el primer tramo de la temporada parecían achacables a la relativa comodidad del calendario -todo lo cómodo que puede ser el calendario de la llamada mejor liga del mundo-, pero con noviembre cerca de claudicar la coherencia con la que se trabaja en Abegondo está latente. Son solo dos las derrotas que cosecha el Deportivo de la Coruña en las doce fechas disputadas, registro solo a la altura de Barça, Real Madrid, Atlético de Madrid y Éibar, estos dos últimos con un partido menos. Aquella teoría de la comodidad empezó a ponerse en entredicho puntuando ante un Valencia en Mestalla entre el éxtasis y la depresión. Ya en Riazor, plantillas más y mejor conformadas como las del Athletic de Bilbao y Atleti vieron como el Dépor, su orgullo y su casta remontaron sendos marcadores adversos. La guinda llegó anoche, con la victoria ante el equipo de moda de la liga, el Celta del "Toto" Berizzo capaz de endosarle cuatro al campeón de liga y ganar en plazas como el Sánchez Pizjuán o El Madrigal. Teoría desechada.

A falta de siete partidos para llegar al ecuador del campeonato el cuadro blanquiazul debe enfrentarse a equipos como Real Madrid, Villarreal o Sevilla. Ahí es nada. Pero de eso ya habrá tiempo para hablar, debatir y sacar conclusiones. Hasta la fecha, Germán Lux es el cuarto portero que menos disparos recibe (37), dato que habla maravillas del entramado defensivo que Víctor Sánchez ha planteado. Además, el Dépor suma 18 goles a favor y solo Barça, Real Madrid y Celta han perforado la portería rival en más ocasiones. Gran parte de culpa la tiene, indudablemente, Lucas Pérez. El delantero de Monelos lidera con ocho tantos la tabla de goleadores nacional, igualado con Imanol Agirretxe y Javi Guerra.

Un amplio armario

Lux y Lucas aparte los registros del conjunto gallego son corales. Una de las diferencias más notables de este Dépor respecto a temporadas atrás es su profundidad de plantilla. El técnico madrileño tiene a -casi-, la totalidad de los futbolistas enchufados, listos para formar parte del plantel. Tanto Albert Lopo como Alejandro Arribas, siendo el segundo el que más minutos atesora, ofrecen garantías para acompañar al inamovible Sidnei.

Álex Bergantiños, prácticamente inédito, en lo que va de temporada, cuajó una actuación notable en la noche de ayer, recordando al gran futbolista que la temporada pasada puso el pundonor y la intensidad cada fin de semana en el césped. Caso paralelo el de Luisinho: del ostracismo al once titular en el partido más importante del año. El carrilero luso cumplió con su cometido con sus ayudas a Fernando Navarro y castigó a Hugo Mallo siempre que pudo. Jugadores como Fede Cartabia, Jonás, Cani, Jonathan Rodríguez u Oriol Riera se sienten parte vital del proyecto aunque vayan alternando verde y banquillo. Esa gestión de la plantilla por parte de Víctor Sánchez aporta, entre otras cosas, que las lesiones duelan bastante menos.

Tras un cúmulo de temporadas convulso, de vaivenes institucionales y deportivos, la afición deportivista tiene más motivos para leer la prensa cada día y acudir al fútbol cada fin de semana. La victoria ante el Celta, y más después de las dos derrotas sufridas la temporada pasada, acentúa este sentimiento pero no es más que el culmen y los frutos de un trabajo bien hecho y de una temporada bien planificada y gestionada.