Todo buen manjar que se precie, necesita de una buena salsa. En el fútbol, la salsa es el clásico, el derbi, la rivalidad, la emoción, los goles, el público. Y hoy de menú, un derbi catalán muy caliente. Una desafortunada campaña clamando venganza del Nàstic (muy bien rectificada entre semana para que la cosa no fuera a mayores), y el recuerdo de la victoria del Llagostera en los Play Off de ascenso a la Liga Adelante. También un ambiente hostil, especialmente contra Querol. Un pequeño "caso Figo". 

Pues todo se lo comió Emaná. Al comenzar el partido, el camerunés se sentó, se puso su servilleta atada al cuello, cojió el cuchillo y el tenedor y sin llenarse el vaso de agua y casi sin masticar, se tragó al Llagostera, el derbi, a Querol y los pitos. Todo. Y no dejó ni las migajas.

El Nàstic Jugó con mucha tranquilidad desde el minuto uno, toda la calma que le faltó al Llagostera, un manojo de nervios. Y pronto se comenzaron a suceder las ocasiones y las llegadas. El centro del campo de los visitantes, con un doble pivote (Escassi y Tito), era un auténtico coladero.

A los 23 minutos, La defensa del Llagostera ya veía Emanás por todas partes y a la salida de un córner, remate claro al larguero y rechazo que remata Bouzón para llevar la locura a la grada. Un gol que hizo muchísimo daño al equipo visitante que sólo pensaba en salir al contragolpe a base de balones largos y con mucho espacio entre las líneas. 

Pero más daño si cabe hizo la infantil expulsión de Escassi, que en el minuto 31 y ya con tarjeta amarilla, soltó una patadita ante la semi-provocación de Tejera, más listo. Ahí terminó por descomponerse el Llagostera.

Con Emaná volviendo loca a la defensa del Llagostera y con éstos perdidos en busca de pases imposibles, el Nàstic pudo aumentar el marcador antes del descanso. Y no lo hizo. Ésto les pudo costar caro porque Juanjo tuvo en su cabeza el empate a segundos del final del primer tiempo.

Más empuje para sentenciar

En el segundo periodo, el banquete de Emaná comenzó igual que los entrantes y los primeros platos. Seguía con hambre. Una jugada de potencia y calidad del africano, acabaron con un pase atrás fantástico que remató Rayco al fondo de la red. Choque sentenciado.

Lo de los postres ya fue más suave. El cambio de Emaná a los 68 minutos, provocó que el Nàstic contemporizara el juego y dejara pasar los minutos. 

Pitu Comadevall, aportó algo de claridad al mermado juego de los visitantes que incluso gozaron de alguna ocasión clara, de Benja. Pero ya era muy difícil intentar remontar con diez y la moral por los suelos. Incluso el Nàstic pudo marcar algún gol más, con dos mano a mano que sacó René a Naranjo y a Álex respectivamente.

Los de Tarragona consiguieron su "vendetta" y se colocan en puestos de promoción de ascenso. El Llagostera continuará sumido en esa especie de virus que le cambia la cara cuando juega fuera de casa y que le tiene en la cama del hospital llamado "puestos de descenso". Hoy el Llagostera no fue un menú indigesto, como acostumbra, más bien fue un plato suave y sencillo de digerir para el insaciable Emaná.