Nuevo tropiezo zaragocista. Tras la derrota sufrida en casa frente al Valladolid, el equipo de Popovic vuelve a perder en campo del Alcorcón y se aleja de los puestos de ascenso. Dejando a un lado el resultado, las sensaciones transmitidas por el equipo zaragocista fueron las de un conjunto sin argumentos futbolísticos, incapaz, que se vio obligado a cambiar piezas sin tener un rumbo claro.

Planteamiento inicial

Cambios significativos en el once inicial de Ranko Popovic. Pese a que parecía claro que Isaac Carcelén se mantendría como titular, el técnico serbio decidió devolverle la titularidad a Marc Bertrán, que completó un encuentro muy discreto. La otra gran novedad en el once del Zaragoza estuvo en la entrada de Aria Hasegawa.

Diamanka sigue todavía de baja y el japonés volvió a tener una oportunidad de demostrar su valía, pero el resultado terminó siendo desesperante, con Aria totalmente desaparecido del encuentro, como la mayoría de sus compañeros. Del resto del equipo, Pedro se situaba por la banda derecha, Hinestroza por la izquierda y arriba repetía Ortuño como punta.

Las consignas del Zaragoza

Antes de empezar el partido, en las imágenes mostradas por Canal+ del vestuario zaragocista conjurándose, se pudo escuchar las consignas que se daban los jugadores blanquillos antes de saltar al césped. Salir intensos los primeros minutos, prestar especial atención a los balones parados y no dejar opción a las segundas jugadas.

Tal y como habían previsto, el Alcorcón salió a por todas en los primeros minutos, con una intensidad que superó al Zaragoza y que no tuvo respuesta por parte del equipo maño. Sin encontrar líneas de pase, lo peor para el Zaragoza fue la facilidad que tuvo el Alcorcón para llegar a campo contrario, a base de envíos a Campaña, el cerebro de los locales, que luego avanzaba conduciendo el balón sin apenas oposición.

Si hubo más atención en los balones parados y las segundas jugadas. Aunque no es algo nuevo, el Zaragoza defendió con los once jugadores en el área cada córner rival. Dos líneas fijas protegiendo la portería, un jugador al primer palo, otro en el punto de penalti y alguien al rechace. Así fue la disposición del Zaragoza en los córners en contra.

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La presión ahogó

Si el Zaragoza buscaba defenderse de las mejores armas del los locales, el Alcorcón no solo supo empequeñecer al equipo de Popovic sino que además aprovecho esa forma de defender para convertirla en su mejor arma. Cuando el Zaragoza iniciaba la salida de balón, Erik Morán retrasaba su posición y se colocaba a la altura de Cabrera y Vallejo. Por delante de ellos quedaban Marc Bertrán, Aria, Rico y Dorca, siendo este último el más participativo en esta fase, con movimientos de apoyo para intentar ofrecer una salida de balón limpia.

Por su parte el Alcorcón planteó defensivamente el encuentro a partir de un bloque compacto a baja altura, organizado como un 4-1-4-1 pero con Insa con total libertad para ejercer la presión. Los locales dejaron total libertad a los centrales zaragocistas para tocar el balón, y esperaban el intento de avanzar de estos para interceptar el balón. David Rodríguez vigilaba a Morán pero solo le presionaba encima cuando éste intentaba avanzar metros. Mientras tanto, Insa dejaba la oportunidad de recepción a Dorca para apretarle en cuanto intentara girarse, logrando muchos robos en esa zona del campo.

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El bloque a baja altura hizo del Alcorcón y su acumulación de hombres frenó a un Zaragoza que se quedó sin ideas demasiado rápido, recurriendo en cuanto pudo al pelotazo largo buscando a Ortuño. Con Dorca muy tapado por Insa y Aria desaparecido era evidente que al equipo le faltaba mucho dinamismo en esa zona del campo, movimiento para contrarrestar el sistema defensivo del Alcorcón.

Rico fue la única salida

En ese contexto y con el Zaragoza ya buscando balones largos hacia Ortuño, el único jugador que ofreció una opción segura para avanzar en el campo fue Diego Rico. Los movimientos interiores de Óscar Plano al atacar dejaban un hueco importante para Rico en la banda izquierda cuando el Zaragoza robaba el balón. Las conducciones de Rico se convirtieron en la única salida del Zaragoza, la única opción para llevar el balón controlado a campo contrario.

Y mientras el lateral zurdo exhibía un buen nivel (uno de los pocos jugadores sobre el césped que rindió) en el lateral contrario el de nuevo titular Marc Bertrán fue un mero espectador cuando el Zaragoza tuvo el balón. Sin atrevimiento para avanzar con balón y sin recibir el esférico en campo contrario, salvo un par de excepciones, el Alcorcón defendió la banda derecha del Zaragoza con demasiada facilidad, sumándose un Pedro demasiado impreciso y poco participativo, que volvió a dejar demasiadas dudas como lanzador del balón parado.

Cambios de esquema sin rumbo

Tras una primera parte en la que el Zaragoza ni siquiera existió, Popovic realizó cambios continuos en el dibujo táctico a lo largo de la segunda mitad del encuentro. Con la entrada de Ángel por Aria ya se pudo ver el cambio al 4-2-3-1, con Morán y Dorca en el doble pivote. Incapaces de crear peligro, Popovic decidió buscar un cambio aun más drástico con el resto de cambios.

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El técnico serbio dejó a Dorca de central, con Cabrera y Vallejo en los lados y con éste último teniendo mucha presencia en la salida de balón, colocándose a la altura de un Sergio Gil que se había quedado solo en el centro del campo. Ángel y Pedro no se entendieron en esa zona central del campo, o bien bajaban los dos y se restaban espacios y opciones de pase hacia delante o bien se quedaban arriba y dejaban sin líneas de pase a Sergio Gil.

En los costados se colocaron Jorge Díaz y Rico, más como volantes que como carrileros, mientras Hinestroza quedó en tierra de nadie, con total libertad para moverse pero sin incidencia en el juego, al igual que Ortuño en la punta de ataque.

El Zaragoza terminó el partido sin poder anotar un gol, y lo que es más preocupante, en ningún momento dio la sensación de poder hacerlo. Sin argumentos futbolísticos ofensivos, la seguridad defensiva que había mostrado en anteriores partidos desapareció y el Real Zaragoza terminó siendo un equipo vulgar sobre el césped, incapaz de dominar ninguna de las fases del juego.

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