Nacido en Santa Uxía de Riveira en noviembre de 1943, el apodo le venía por su hermano mayor, Andrés, a quien también se etiquetó con el sobrenombre de Suco y que llegó a jugar en el Barcelona y en el Valencia. Desde su localidad natal Suco II se incorporó al Racing de Ferrol y, posteriormente, al Celta. Corría la temporada 1963/64 y el club olívico acababa de incorporar a un extremo izquierdo muy veloz, habilidoso y con notables aptitudes para asistir a los delanteros. El barbanzano, que en 1962 llegó a lograr la internacionalidad juvenil, cumplía por entonces los 20 años y únicamente dispuso de un par de encuentros ante el Atlético de Madrid en la Copa del Generalísimo, sin intervenir en la competición liguera. Pero en años posteriores los Abel, Rivera y compañía se iban a beneficiar de su entrega y sus magníficos centros desde la banda.

Pronto las cosas le iban a ir mejor aunque todavía tardó en hacerse con un puesto fijo en el once del técnico Joseíto. Sin embargo fueron ya 16 los encuentros en los que participó durante la campaña 1964/65, anotando su primer gol como jugador del Celta. Fue el 22 de noviembre de 1964 en Balaídos ante el Hospitalet, en una victoria por 3-1.

En progresión

Con todo, los mejores años de Suco con la elástica celeste llegaron a partir de 1965. De hecho en la temporada 1965/66 y bajo la dirección de Rafael Yunta, lo jugó prácticamente todo en una campaña en la que el Celta terminó segundo y se ganó el derecho a jugar la promoción de ascenso. El último paso para abandonar el 'infierno' no se pudo dar y el Sabadell cerró las puertas de la máxima categoría a los Pedrito, Abel, Rivera, Costas, Lasheras o Herminio. Suco marcó cuatro goles en liga y dos en copa, dejando claro que ya formaba parte del esqueleto del equipo.

Suco, primero por la derecha en la fila inferior, en un once de 1970 (Foto: halacelta.com)

El crecimiento del extremo coruñés era un hecho y durante el curso 1966/67 quedó constatado con sus cifras. Suco solo se perdió un partido de copa, mientras que en liga hizo pleno de minutos y anotó siete tantos. Pero su buen hacer no fue suficiente para que el Celta de César Rodríguez optase al ascenso, por lo que el técnico leonés fue relevado por Pepe Villar, quien nada pudo hacer para alcanzar una de las dos primeras plazas.

Una sombra andaluza comenzó a proyectarse sobre la figura del barbanzano

Al año siguiente por fin se veía la luz al final del túnel. Los de Vigo, ya con Ignacio Eizaguirre al mando, no pasarían de la tercera plaza en liga pero iban a dejar un gran sabor de boca en la Copa del Generalísimo. Los de celeste fueron superando rondas hasta alcanzar las semifinales, de las que fueron apeados por el Real Madrid. Una victoria por 3-2 en Balaídos puso contra las cuerdas al ya por entonces seis veces campeón de Europa, que se vio obligado a remontar en la capital. No fue la mejor temporada de Suco en el apartado goleador —tan solo tres tantos—pero entre liga y copa superó los 3.100 minutos de juego, cifra muy complicada de alcanzar en aquellos tiempos para un futbolista de un equipo modesto.

Victoria camino de Primera

Alineación Celta-Sporting (20/10/1968)

Finalmente, los de Vigo lograrían el objetivo por el que venían suspirando durante toda una década al año siguiente. Un empate en Balaídos ante el Mestalla dio el pistoletazo de salida a la temporada del ascenso. En la séptima jornada de liga llegaba el Sporting de Gijón a la ciudad olívica y lo hacía para enfrentarse a un equipo que ya se encontraba en la segunda posición de la tabla clasificatoria. Cuatro victorias consecutivas se habían visto interrumpidas por un tropiezo en Palma de Mallorca que ahora tocaba subsanar. El equipo asturiano, con apenas una victoria en seis jornadas, llegaba como víctima propiciatoria. En su plantilla figuraban dos chavales recién llegados de la cantera y cuyos apellidos eran Castro González. Uno de ellos, Jesús, jugaba como portero y tenía 17 años. El otro, Enrique, era dos años mayor y actuaba en la demarcación de delantero centro. Ninguno de ellos estuvo aquella tarde en Balaídos aunque ambos terminarían dando grandes alegrías al Sporting durante aquella temporada y también durante las dos siguientes décadas. Pero en 1968 pocos podían imaginar que aquel ariete a quien llamaban Quini iba a terminar convirtiéndose en leyenda del fútbol gijonés.

Las últimas galopadas del veloz extremo coruñés tendrían lugar en el Atlético Riveira

El Celta entró al partido con autoridad y Suco fue el encargado de abrir el melón. Un remate de Abel fue rechazado por un defensor asturiano y el de Riveira aprovechó para batir a García Cuervo al filo del descanso. Los visitantes, pese a todo, vendieron cara la derrota y los de celeste no sentenciaron hasta el tramo final del partido. Un cabezazo de Vallejo en el minuto 82 y un tanto de Riveros en el último minuto colocaron un 3-0 que no reflejaba la auténtica dificultad del choque. El Celta se mantenía en la segunda plaza, la misma que iba a conseguir al finalizar la temporada y que daba derecho al ascenso directo. Los asturianos, tras la derrota sufrida en Vigo, mantendrían una línea ascendente que les llevó a finalizar en la quinta posición. De hecho solo tendrían que esperar un año para encontrarse con el club olívico en Primera. Y buena parte de responsabilidad la iba a tener un espectacular Enrique Castro Quini, capaz de anotar 21 tantos en la temporada del ascenso, la 1969/70.

Rivalidad con Jiménez

Para Suco aquella temporada fue seguramente la mejor de su vida deportiva. Con 34 encuentros disputados y 6 goles convertidos el ascenso supuso un broche de oro a seis años en los que ofreció sus mejores prestaciones por la banda. Sin embargo, una sombra andaluza comenzó a proyectarse sobre la figura del barbanzano. Ya en la máxima categoría sus cifras comenzaron a menguar rápidamente y la razón tenía nombre y apellidos: Manolo Jiménez. El trianero, competencia directa de Suco para la demarcación de extremo izquierdo, comenzó a 'comerle la tostada' y también a comerle la moral. El gallego apenas pudo superar los 1.200 minutos en liga a lo largo de la campaña 1969/70, mientras que en las sucesivas perdió definitivamente la batalla y su participación no pasó de anecdótica. José Manuel Parada Alvite nunca llegó a marcar un gol en Primera División aunque sí puede presumir de haber jugado un partido de competición europea. Concretamente intervino en el encuentro disputado el 29 de septiembre de 1971 en Pittodrie frente al Aberdeen, en el que los de Vigo fueron batidos por 1-0 y eliminados de la Copa de la UEFA.

En el punto de partida

En 1972 Suco abandonó el Celta y se incorporó a las filas del Pontevedra. En la capital del Lérez volvió a disfrutar de minutos aunque no pudo evitar el descenso del club granate a Tercera División. Las últimas galopadas del veloz extremo coruñés tendrían lugar en el Atlético Riveira, club de su localidad natal, en el que colgó las botas con tan solo 31 años. Allí estableció su residencia definitiva a partir de 1975, dedicándose a su gente a partir de entonces. Una droguería, una tienda de muebles y la organización de las fiestas patronales durante ocho años han sido sus ocupaciones más destacadas a lo largo de las últimas cuatro décadas.

'Suco' en una foto de 2009 (Foto: fameceleste.blogspot.com)

Tampoco se olvidó del fútbol, cuyo gusanillo le animó a entrenar a los juveniles del Atlético Riveira durante tres años. La experiencia no fue todo lo satisfactoria que esperaba y terminó por dejarlo, consciente de que el sentimiento de las nuevas generaciones por el balompié poco tenía ya que ver con el que él mamó desde niño. Pero a pesar de todo aun hoy, con 72 primaveras ya cumplidas, José Manuel Parada Alvite Suco II continúa dando guerra como lo hizo tantas y tantas tardes, hace ya muchos años, por la banda izquierda de Balaídos.