Lo que parecía estar abocado a ser una feliz tarde prenavideña, se convirtió en una pesadilla para los intereses del equipo merengue. Falto de chispa, con una notable acumulación de jugadores en el centro del campo solapándose continuamente y negado de cara a gol en las escaramuzas que tuvo, el Castilla vio cómo se le escapaban dos puntos en su hasta ahora inexpugnable feudo.

El mal juego del conjunto castillista no ha de restar mérito a lo hecho por el Talavera de la Reina. Bien plantado en el terreno de juego, sometiendo a Marcos Llorente a una atención personalizada y sin renunciar en ningún momento a los contraataques, los manchegos hicieron uno de sus mejores partidos de la temporada. Se congraciaron con una afición que pobló las gradas del Alfredo Di Stéfano, y dio un empuje moral a un generoso y compacto equipo.

El Castilla perdonó en la primera parte

Sorprendía e ilusionaba la alineación de partida del conjunto merengue. Zidane alineó en el centro del campo a sus tres "peloteros". Marcos Llorente estuvo arropado por Odergaard y Enzo, pero lejos de otorgar esto el dominio del esférico al Castilla, se erigió en un arma de doble filo. Los tres estuvieron muy perdidos, y solo Enzo pudo percutir en la defensa manchega.

Acumulación de jugadores en el centro del campo

El Castilla jugaba excesivamente por el centro, viéndose ahogado por la aglomeración de jugadores en poco espacio. Álvaro y Cedrés no ofrecieron soluciones por banda, y solo algún destello puntual de Enzo generó peligro. En el minuto 28 se produjo la ocasión más clara, fruto de una gran incorporación al ataque de León, el mejor en línea defensiva. El primogénito de Zinedine tardó demasiado en resolver, y estrelló el balón al larguero.

Se activó el Castilla en el último tramo de primera parte, pero no pudo lograr el gol que le diera aire antes del descanso. Mayoral estuvo muy perdido todo el encuentro, y se sumó al atasco en tres cuartos de cancha, al bajar a recibir con un ansia de tocar balón encomiable pero poco recomendable tácticamente en este encuentro. El Talavera estaba cómodo, y esperaba agazapado sus opciones.

Mala segunda parte, solo salvada por el tramo final

Solo Enzo demostró cierta capacidad para liderar al equipo

En la reanudación, el juego castillista no mejoró. No saltó el filial merengue al campo con la motivación esperada, y después de que Enzo perdonara en un rechace, las sombras se cernieron sobre el Alfredo Di Stéfano. Sin ideas, sin frescura y sin coraje. Zidane intentó enmendar la plana sacando a Mariano y retirando a Cedrés, pero poco pudo hacer el dominicano. 

El Talavera atacaba sin cesar por la banda derecha del Castilla, aprovechando la flagrante debilidad de Tejero, muy desafortunado todo el partido. Le encontraron la espalda con comodidad durante todo el partido, y fue en el minuto 66 cuando un espléndido centro de Rubén Rivera fue cabeceado a las mallas por David Agudo.

Jarro de agua fría para un Castilla que no tuvo argumentos para la reacción. Odergaard se escondió y cedió el protagonismo a Enzo. El galo demostró una gran personalidad echándose el equipo a la espalda, pero su desacierto en el último pase y la buena disposición táctica del Talavera no dejaron muchas opciones. Cuando todo parecía perdido, Marcos Llorente recogió un balón en la frontal y no dudó en chutar, poniendo el empate en el marcador con la inestimable colaboración del cancerbero del Talavera.

El Castilla hizo los mejores minutos en el tramo final de partido

Solo a raíz de este gol, se vio la versión más encorajinada del filial madridista, que tuvo opciones en el tramo final. La más clara en las botas de Mariano, que lanzó un chut espectacular a la cruceta. El Talavera se replegó sin rubor y logró sacar un punto de su visita a la capital, siendo ésta una renta nada desdeñable para un equipo que está luchando por la permanencia.

Mucho habrá de mejorar el Castilla en sus próximos partidos, y sobre todo, ha de recuperar la claridad de ideas tácticas de las que hizo gala en la primera parte de la temporada. Zidane no encuentra un once ideal, y en su búsqueda se está perdiendo cohesión en el equipo. Los cuatro empates en los últimos cinco partidos son un claro aviso a navegantes.