Subir a Segunda División B, hace dos veranos, para el Real Valladolid Promesas, fue un premio a una magnífica temporada en Tercera. Un premio a una cantera maltratada en los últimos años, básicamente porque no salen futbolistas desde ahí para sustentar al primer equipo, algo que siempre debe estar presente en los equipos pequeños con más dificultades económicas. Fue un premio mayor cuando, con un equipo realmente joven e inexperto en la categoría, consiguió la permanencia de forma holgada y practicando un juego vistoso, que enamoró y combatiendo contra los más fuertes de este Grupo I.

Sin embargo, a final de campaña, por el cansancio o simplemente por una mala racha de juego y resultados, el Promesas comenzó a dar síntomas de debilidad, a mostrar más problemas de los que había tenido en el primer tramo del pasado curso. Empezó a mostrar mucha falta de puntería de cara a puerta rival y comenzó a cometer fallos en defensa que costaron encuentros. Encuentros que no eran tan importantes por el magnífico arranque liguero con el que se consiguió ese colchón de puntos para no sufrir por la permanencia, pero que sentaron las bases, sin lugar a dudas, de lo que es hoy en día el filial albivioleta.

Debilidad en casa

Con casi la mitad del campeonato disputado, tras 18 jornadas, el Promesas es decimosexto en la tabla, o lo que es lo mismo, se encuentra en puestos de playout a Tercera, con 17 puntos a dos de la salvación y con los mismos que el último inquilino del descenso directo. Podría ser peor, sí, eso es cierto, visto el juego del Promesas, que no termina de ser malo, pero sí las carencias y debilidades, que son muchas.  La primera y más importante es la debilidad que está mostrando en los Anexos, en su propio campo, donde debería haber ganado algún encuentro más que otro. Son solo 12 puntos conseguidos en nueve jornadas, con tres victorias, tres empates y tres derrotas. A estas mismas alturas de campeonato, con Rubén de la Barrera se habían conseguido 17 puntos, cinco de diferencia que situarían al Promesas en una posición mucho más cómoda.

La gran diferencia entre un curso y otra es esta misma, esa dificultad para vencer en casa. Un problema que tiene varios pequeños problemas, como son la falta de gol ante los momentos de superioridad en el juego y los errores defensivos que han costado muchos goles en contra. Precisamente, en los tres últimos encuentros en los Anexos, el Promesas ha concedido cinco goles y tan solo ha anotado uno, un ejemplo que explica a la perfección lo que le está sucediendo al equipo de Borja Jiménez. Un conjunto que además, como le pasa al primer equipo, no consigue que sus delanteros puros anoten, siendo Caye Quintana el más goleador de estos con tres dianas. Es José, el hombre de la banda derecha, como sucede con Juan Villar, el que ha tomado las riendas ofensivas del filial para un total de cinco goles en su casillero particular.

Inoperancia visitante

Pero, si en los Anexo no se están consiguiendo los resultados esperados, los encuentros a domicilio siguen siendo el principal dolor de cabeza del filial albivioleta. Tan solo cinco puntos y una única victoria, la conseguida en Mareo no hace muchas semanas atrás, por lo que se hizo de rogar. Ya sucedió el curso pasado con Rubén de la Barrera, costaba ganar fuera, pero se hacía. A estas alturas de campeonato, el Promesas llevaba 12 puntos como visitante, en una buena cifra que le permitía estar tranquilo en la tabla. Cierto es que al final de la temporada vencer fuera se hizo casi un imposible, algo que ha continuado, al igual que otros problemas, esta campaña.

Viendo resultados de este curso lejos de Pucela, el Promesas se ha llevado goleadas en Villaviciosa ante el Lealtad (5-1), Santander frente al Racing (3-1) o Somozas (3-0). Resultados que hablan de la debilidad atrás y las dificultades que pasa el equipo de Borja Jiménez para competir lejos de casa. Es cierto que competir, compite, pero siempre terminan pesando más sus errores, que sus aciertos. Un conjunto que puede dominar durante media hora con el control del esférico, pero llegado el minuto 31 encaja un gol por un error puntual atrás. Ese es el talón de Aquiles blanquivioleta que ha de resolverse cuanto antes. Tener un encuentro, ya sea en casa o fuera, sin fallos, aprovechando sus oportunidades y recuperando sensaciones para empezar a sumar de forma constante y escapar de los puestos calientes de la tabla.