La era Rafa Benítez como primer entrenador del Real Madrid ha terminado. El técnico madrileño ha tenido la fortuna de vivir un sueño que anhelaba desde sus inicios en La Fábrica. Por otra parte, el sueño se ha roto demasiado pronto para poder dejar verdadera huella en el club.

Mucho se ha escrito, y se seguirá escribiendo, acerca de las posibles causas de la destitución: mala relación con los jugadores, falta de confianza de la directiva, los malos resultados o la mala imagen en los partidos clave de lo que llevamos de temporada. Este último motivo es, quizás, el más sencillo de analizar. Sobre todo por la falta de información fiable que acredite el resto.

Un verano irregular

La pretemporada del equipo blanco tuvo rivales de alcurnia. La moda de los torneos veraniegos en tierras lejanas, con equipos de primera línea ofreció la oportunidad al Real Madrid de medirse con rivales, en algunos casos, directos. Los merengues jugaron contra la Roma, rival en Champions League, a mediados de julio en Melbourne. El equipo estaba arrancando y cayó por penaltis tras un insulso empate sin goles.

Sintomática derrota en el Allianz, con 36% de posesión

El Real Madrid ilusionó con sus victorias ante Manchester City, Inter de Milán y Tottenham Hotspurs. Sin embargo, ante el Bayern de Munich el equipo dio muestras de un juego timorato. Los bávaros se impusieron en el Allianz Arena con un anecdótico gol de Robert Lewandowski. Un 36% de posesión y la mitad de disparos que su rival, denotaban un estilo reactivo que fue superado claramente por los hombres de Pep Guardiola.

La hora de la verdad

La competición oficial comenzó en los estertores del mes de agosto con el Real Madrid situado en la baraja de favoritos a todo. El primer test de alto nivel del equipo fue la visita a San Mamés. Los merengues sumaron su quinta victoria consecutiva en uno de los mejores partidos del Madrid de Benítez. Karim Benzema fue el verdugo de los leones con un doblete.

Pinchazo en el Calderón

El equipo se movía entre goleadas ante rivales notablemente más débiles, y partidos de juego muy discreto. A primeros de octubre llegó el derbi en el Vicente Calderón. El recuerdo del 0-4 de la temporada anterior sugería que se vería un Madrid con ganas de revancha. Por el contrario, Benítez pecó de conservador cuando estuvo en ventaja y acabó pagándolo con dos puntos muy importantes.

El oasis de París

El partido ante el PSG de Champions fue diferente. El resultado no fue el deseado, sin embargo, el juego mostrado por los hombres de Benítez rayó a gran altura. El Real Madrid parecía traerse a la capital algo más que un empate, la sensación de empezar a encontrar el camino. Se trataba de un espejismo.

La imagen en París fue esperanzadora

Dos semanas después el nuevo rico francés devolvió visita al Real Madrid. En esta ocasión sí se consiguió la victoria por 1-0. Paradójicamente, la sensación transmitida por el equipo comenzó a encender las alarmas, enterrando todo lo que parecía haberse avanzado en París. El gol de casta de Nacho no bastó para acallar las críticas.

Llega la hecatombe

Los comentarios que se iniciaron a raiz del mal partido ante el PSG en casa se tornaron feroces críticas en pocas semanas. Las derrotas de forma consecutiva en Sevilla y ante el Barcelona, dejaron heridas importantes en el crédito del entrenador madrileño. Los andaluces infligieron la primera derrota oficial de la temporada con justicia. Konoplyanka y compañía destaparon las verguenzas de un sistema defensivo deficiente.

El 0-4 ante el Barcelona, un golpe demasiado duro

El siguiente partido fue el clásico ante el Barcelona en el Santiago Bernabeu. La extrema superioridad blaugrana en juego y, sobre todo, resultado hizo un daño irreparable a Benítez. Las posesiones interminables del Barcelona ante la pasmosa impotencia blanca, la falta absoluta de reacción merengue, marcaron el principio del fin del técnico.

El drama levantino

La prueba de fuego que terminó quemando definitivamente al entrenador fue en Villarreal. El equipo tenía la posibilidad de recortar puntos a un Barcelona que cedió un empate en casa ante el Deportivo. La falta de actitud en la primera parte del conjunto blanco alimentó a aquello que sostienen hace tiempo que el vestuario no estaba con Rafa. La derrota final, pese a una digna segunda mitad, comenzaron a engrasar la guillotina de Concha Espina.

Mestalla ha terminado por ser el último estadio en el que Benítez dirigió al Real Madrid. El empate blanco ante un Valencia herido grave en su autoestima y juego han colmado el vaso. Florentino ha tomado la decisión que se barruntaba hace semanas despidiendo a Rafael Benítez.

Orden, solidaridad y concentración son los pilares del fútbol que gusta practicar al ya ex técnico madridista. Seguro que cometió errores, sin embargo, sería imprudente obviar que tampoco contó con el respaldo de club y jugadores en momentos clave. A veces las cosas suceden por una suma de factores, en esta ocasión, todos ellos apuntaban a lo que ha terminado sucediendo. Adiós Rafa, Allo Zizou.

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Sobre el autor
Jorge Sánchez Gozalo
Redactor para VAVEL.COM del Real Madrid, Athletic de Bilbao, Ligue 1 y Brasil 2014