La visita del Atlético de Madrid a Balaídos ponía a prueba aspectos importantes, más allá de la capacidad del campo de engullir el enorme caudal de agua que cayó sobre Vigo en las jornadas anteriores al partido. El estado del castigado césped importaba, pero también la capacidad de reacción que tendrían los celestes a la marcha de Augusto, y al reencuentro con su ex-capitán vistiendo las rayas rojiblancas; o también la habilidad de los delanteros para hacer olvidar la ausencia de Nolito y volver a encontrar el camino a la portería después de dos jornadas sin marcar. A pesar de haber salido indemnes al bajón de juego del mes de noviembre, los vigueses se enfrentaban otra vez al deja vu de hace un año, cuando batieron el récord de minutos sin marcar en Primera.

Cambio de sistema

Ante la baja de Augusto Fernández, Berizzo tenía la buena noticia de la vuelta a la competición de Radoja. Pero, en lugar de un simple cambio de cromos, el técnico optó por mantener a Orellana en la mediapunta, lo que relega a Daniel Wass a la banda, una posición que le es familiar, pero condena al Tucu Hernández a retrasar su posición al doble pivote. El de Tucumán ha insistido por activa y por pasiva desde su llegada en que se encuentra más cómodo en la mediapunta.

Los vigueses se enfrentaban al deja vu de hace un año, cuando batieron el récord de minutos sin marcar en Primera

Allí, Hernández ofreció su mejor versión en el tramo inicial de esta temporada, convirtiéndose en un enganche de calidad entre la media y la delantera, e iniciando una importante presión a la salida del balón por parte del adversario. Por contra, en el doble pivote no resulta un jugador tan determinante. Se diluye un poco, le cuesta llegar a presionar, y no es capaz de hacer llegar el balón a los delanteros con tanta facilidad. Esa es la versión del Tucu que el celtismo conoció la temporada pasada, y que no llegó a ganarse a la afición. Si Berizzo mantiene esta apuesta, tiempo habrá para que el internacional chileno se acomode un poco mejor a la posición pero, de momento, parece lejos de ser un pivote dominante.

Sequía entre la lluvia

Puede que por efecto de lo anteriormente explicado, el Celta se partió un poco entre los seis futbolistas de atrás y los cuatro elegidos para buscar el gol. Con Orellana como mediapunta, y Iago Aspas como referencia arriba, las bandas quedaban para Daniel Wass y Theo Bongonda, que se las intercambiaron a lo largo del partido en varias ocasiones. Los cuatro futbolistas, al igual que el resto, tenían claro el plan de juego que, en el caso del Celta, varía muy poco en función del rival: Rápidas combinaciones, movilidad y una sucesión de paredes son el camino hacia el gol.

Un solo remate entre los tres palos es un bagaje absolutamente insuficiente para inquietar al líder

Pero, ante un equipo que solo ha encajado ocho goles en toda la primera vuelta, la receta fue insuficiente siquiera para conseguir ocasiones. Un solo remate entre los tres palos, y ninguno desde que el Celta fue por detrás en el marcador, es un bagaje absolutamente insuficiente para inquietar al líder. Y lo peor es que llueve sobre mojado. La falta de ocasiones es una tendencia que se vislumbró ante el Athletic y que, con un par de excepciones, se confirmó en Málaga. Todavía es pronto para alarmarse ante una hipotética sequía goleadora como la de hace un año, pero tres partidos consecutivos ya se pueden empezar a considerar tendencia. Una tendencia que, en cualquier caso, podría saltar por los aires en el siguiente partido contra el colista si los vigueses se muestran algo más entonados.

Contundencia en las dos áreas

No sería justo cargar las tintas en la falta de gol de un equipo que nunca había experimentado ese problema hasta hace pocas semanas, pasando de puntillas por otro defecto que aparece en los peores momentos: la falta de contundencia defensiva. En un equipo que domina el juego y que suele ganar la posesión, es normal que el peligro del rival llegue a la contra. Y más cuando se habla del Atlético de Madrid, especialista en esta suerte del juego. El Celta trata de dejar los mínimos espacios y de evitar enfrentamientos en campo abierto que puedan perjudicar a sus centrales. Lo consigue muchas veces.

Pero el problema llega cuando el rival suma efectivos en ataque y toca con rapidez. Es entonces cuando la defensa tiene más problemas, y acaba apareciendo ese espacio a sus espaldas que resulta fatal. Contra una delantera formada por Vietto y Griezmann, el peligro era evidente. Pero no por ello el Celta renunció a su esencia, como no lo hace nunca. En caso de haber tenido más acierto arriba, el partido habría sido otro. Pero, al no marcar, dos contras letales fueron una losa demasiado pesada, que los vigueses no pudieron levantar.

Balance satisfactorio

Pese al evidente mal momento que experimenta el Celta por culpa, sobre todo, de la falta de gol y las derrotas, no cabe duda de que el balance de la primera vuelta es inmejorable. A pesar de no haber conseguido su récord de puntuación, el equipo de Berizzo se ha sobrepuesto de maravilla a todo tipo de calamidades en forma de bajas y traspasos que mermaban constantemente su potencial. A pesar de todo, el Celta se ha mantenido en puestos europeos y sigue con paso firme en la Copa del Rey, motivos más que suficientes para que una afición cansada de sufrir y con ganas de soñar se ilusione.

El Celta se ha sobrepuesto de maravilla a todo tipo de calamidades en forma de bajas y traspasos

Ahora es el momento de dar un paso al frente. Además de la necesaria recuperación de Nolito, el club trabaja para incorporar un par de futbolistas que le den equilibrio a la plantilla y le permitan mantener el ritmo en los dos frentes. Después del rendimiento ofrecido en la primera vuelta, es de justicia que Eduardo Berizzo disponga de las armas necesarias para que el Celta muestre todo su potencial y, sobre todo, que pueda dejar de hacer encaje de bolillos en cada partido para paliar una alarmante falta de fondo de armario por culpa de las bajas.


 

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Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...