Afirmar que el Mirandés eliminó anoche al Deportivo de la Copa del Rey sería quedarse corto; lo más justó es decir que zarandeó al Dépor como a un muñeco de trapo y luego lo expulsó, lo echó, lo apalizó. Le  dió una lección de oficio, intensidad y fútbol a un equipo indolente que fue incapaz de imponer su juego, ni siquiera de asustar a su rival o demostrar la diferencia de categoría entre los dos conjuntos.

DOMINIO VISITANTE

Desde el pitido inicial el conjunto burgalés marcó el ritmo al que se jugaría el encuentro. No concedió un metro a su rival y se adueñó de las segundas jugadas. La disposición 3-4-3 ahogó el juego ofensivo coruñés gracias a la excelente presión que sus tres puntas ejercieron sobre la salida de balón deportivista, reducida a enviar contínuos balones aéreos de los que que el Mirandés siempre sacaba ventaja. A partir de ahí, sálida rápida en contragolpe hacia los tres puntas que fueron un incordio para la zaga gallega durante todo el partido.  La fórmula le funcionó para desarbolar el planteamiento de un desnortado Deportivo, aunque también es cierto que no se tradujo en ocasiones de gol hasta que se adelantaron en el marcador.

El equipo blanquiazul estuvo incómodo durante todo el partido, pero aún más durante los primeros 45 minutos. Víctor abrió el armario y sacó un once inicial con nueve novedades respecto al equipo habitual, en el que sobresalía la presencia de Jonás como volante derecho en un trivote formado por Juan Domínguez y Mosquera. El experimento no funcionó y el "galgo" ofreció un partido pobre, en el que no conectó con los tres de arriba ni supo imponer su velocidad en los duelos individuales.

Por otra parte, la acumulación de centrocampistas no otorgó más balón al Dépor y eso lo sufrieron especialmente los delanteros, absolutamente desconectados del juego. Los laterales apenas se asomaron al ataque y sólo Mosquera puso algo de criterio en la distribución.  El equipo se perdió en pelotazos de Manu a Oriol Riera que casi siempre eran rechazados por Ortiz.

Entre bostezos se oteaba el descanso cuando Sangalli encaró a Luisinho, levantó la cabeza y aprovechó que siete jugadores del Dépor estaban metidos en su área para enviar un pase atrás que Provencio golpeó cruzado al poste izquierdo de Manu: 0-1, miedo en las gradas y Lucas calentando. El peor escenario para el Dépor se hacía realidad.

Víctor decidió actuar rápido y ejecutó un doble cambio en el descanso:  Luis Alberto y Álex entraron por Cardoso y Juan Domínguez. Impulsado por el brío del gaditano el Dépor salió con casta a por el empate, aunque sin concretar ese empuje en ocasiones de gol. Por si acaso, el Mirandés se encargó de cercenar las esperanzas blanquiazules a los diez minutos de la reaundación. Abdon Prats colgó una falta al punto de penalti, Ortiz no logró rematarla pero sí despistó lo suficiente para que el balón entrara en la portería sin la ayuda de nadie. El gol fue un cañonazo que destruyó la precaria muralla anímica deportivista y decantó definitivamente la eliminatoria a favor del Mirandés.

Poco después entraría Lucas Pérez para obrar el milagro, pero el equipo seguía sin crear ocasiones de gol y el de Monelos tampocó encontró las llaves de la fortaleza rojilla. Diez minutos más tarde, una pérdida de balón de Mosquera provocó otro contrataque fulgurante del Mirandés que se resolvió con un golazo desde fuera del área de Provencio. Eliminatoria sentenciada en 70 minutos.

Con esta victoria el Mirandés conseguía ser el único equipo de segunda división que estará en los cuartos de la Copa del Rey. Toda una proeza para un equipo humilde y que habla maravillas del trabajo de su técnico, Carlos Terrazas. Vista la eliminatoria, es legítimo preguntarse si los jugadores del Dépor supieron valorar justamente la dificultad de un equipo que ya había apeado al Málaga y que transita por la zona alta de la competidísima segunda división.

Por su parte, el Deportivo sufrió su segundo revés consecutivo tras perder 5-0 en el Bernabéu, con el añadido de que queda fuera de una competición que este año parece muy abierta y que es un plus de ilusión para los equipos de su corte. Mirando al futuro, el sábado tienen la primera oportunidad de borrar la imagen de los últimos días y de redimir a su afición de un espectáculo tan bochornoso y aciago como el que ofrecieron anoche ante el excelso Mirandés.

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