La Copa no se tira y el Cholo lo sabe bien. Diego Pablo Simeone no está dispuesto a regalar nada y este año el Atlético pisa muy fuerte. Los rojiblancos se clasificaron para cuartos de final de la Copa del Rey al imponerse 3 - 0 a un Rayo luchador.

El gol despierta al Atlético

El frío azotó la orilla del Manzanares y pocos fueron los valientes atléticos que se atrevieron a acudir a la cita a arropar a el conjunto rojiblanco. Se preveía un once con los menos habituales del Cholo, y así fue. El técnico le dio la oportunidad a Gámez, Savic y Correa. El encuentro discurrió en la primera mitad tal cual se había esperado: con un Atlético sin prisa por marcar pero con ocasiones y un Rayo muy sólido atrás a la espera del error de los locales.

El Atlético se empeñó en hacer las cosas con calma y probando de todas las maneras los guantes de Yoel. La tuvieron Thomas, Jackson y Correa, pero ninguno logró convertir las intentonas en gol. Una vez más, parecía que el gol estaba dispuesto a resistírsele al Atlético, a hacerse de rogar. Entonces, apareció Ángel Correa para acabar con las dudas de aquellos que no creen en la delantera rojiblanca. El argentino  se sacó un derechazo desde fuera del área que rebotó en el larguero y como un obús entró a la portería del Rayo. Nada pudo hacer Yoel, más que mirar atónito cómo el balón le invadía la portería.

Le vino bien el gol a los locales, que se animaron y cerca estuvieron de hacer el segundo. Pecó de generoso Correa, que le quiso ceder el protagonismo a Jackson cuando estaba sólo ante el portero; la defensa franjirroja consiguió despejar. Ya al filo del descanso, los colchoneros tuvieron una nueva oportunidad para dejar encarrilada la eliminatoria, gracias a uno de los viejos amigos del Atlético: la jugada ensayada. Acabó con un disparo fuera de Carrasco.

Los indios se fueron al descanso fuertes y con un gol que encaraba la eliminatoria. Por su parte, el Rayo, que salió intenso pero a los diez minutos se le acabaron las fuerzas, necesitaba mucho más en la segunda mitad para superar al Atlético.

Griezmann tiene que hablar

En el inicio de la segunda mitad el partido y la eliminatoria seguían muy abiertos. Un gol le bastaba al Rayo para igualar la pelea y dar el susto en el Calderón. Los de Paco Jémez lo sabían y no se mostraron dispuestos a rendirse. El piloto de los franjirrojos notó que su equipo necesitaba más intensidad e hizo los tres cambios antes del minuto 67: escogió a Bebé, Dorado y Manucho.

Los minutos corrían a favor de  los locales, que cada vez se sentían más cómodos, haciendo lo que mejor se les da: adormecer el partido escoltados en una defensa sólida. El Rayo recordaba en el minuto 72 con un disparó de Embarba que salió rozando el travesaño derecho de Moyá, que seguía vivo y podía hacer mucha pupa. El Atlético vio la segunda parte como un trámite en la que intentó probar con algunas asociaciones entre la delantera que no se terminaron de concretar, normalmente guiadas por un Jackson  que no acaba de encontrarse a sí mismo ni de convencer a la afición colchonera.

Pero los rojiblancos querían sentenciar el encuentro, y el Cholo no es de esos que dejan las cosas a medias. Fue entonces  cuando Griezmann, su mejor pupilo, entró en los últimos minutos precisamente por el autor del primer gol, acabó el trabajó que había empezado Correa. El galo dejó su huella de identidad al rematar de media chilena un córner botado por Koke y peinado por Savic.

El francés nunca tiene suficiente y al filo del término del encuentro dijo su última palabra. El ídolo del Calderón puso el tercero en un mano a mano con Yoel: toque sutil y gol a puerta vacía. Mucho castigo para un Rayo que no dio su brazo a torcer en ningún momento. El Atlético solventó el encuentro con mucha tranquilidad y serenidad gracias a tres acciones que acreditan que los rojiblancos tienen imaginación y chispa arriba.  Por su parte, el Rayo dejó la Copa muy entero, con buena cara y habiendo luchado hasta el último minuto por un objetivo que se anticipó “complejo”.