Nervión sigue inexpugnable. Rayo, Barcelona, Getafe, Juventus, Madrid, Valencia, Sporting, Espanyol, Athletic de Club, Betis y Málaga de manera consecutiva han ido desfilando por el feudo sevillista y no se han podido llevar otra cosa que un bonito recuerdo de un Sánchez-Pizjuán renovado y moderno. La última víctima de la gran racha sevillista como local fue el conjunto costasoleño, que afrontaba el partido con su buena racha particular, en la que había logrado vencer en cinco de los últimos seis encuentros.

Krohn-Delhi ejercía de falso extremo y cuya verdadera tarea era acudir al centro para arrimar el hombro -junto a Krychowiak y Cristóforo- en la batalla que se estaba librando por el esférico

El entrenador de los malacitanos, Javi Gracia, sabedor de la dificultad de jugar de tú a tú con el Sevilla, planteó un partido de garra, de lucha, de pelea constante por cualquier balón, en un escenario donde Recio y Camacho eran los principales líderes de esa batalla. Por su parte, Unai volvió a poner su once predilecto. Un esquema asimétrico donde Krohn-Delhi ejercía de falso extremo y cuya verdadera tarea era acudir al centro para arrimar el hombro -junto a Krychowiak y Cristóforo- en la batalla que se estaba librando por el esférico. Banega, en su papel de general, buscaba penetrar en las líneas malaguistas.

El Sevilla, fiel a sus principios, intentó tocar y tocar sin perder la paciencia, pero el paso de los minutos fueron dando la razón al Málaga, que sabía que el partido estaba en otro lado. El cuadro visitante tenía en el balón parado su principal arma y comenzaba a inquietar al graderío sevillista. Sin embargo, el partido dio un giro radical con los dos goles de Gameiro en los minutos 40 y 42. El Sevilla se cobraba una ventaja casi inexplicable.

Regreso al pasado

Los segundos cuarenta y cinco minutos fueron un ejercicio de fe del Málaga. La entrada de Duda a los pocos minutos de la reanudación fue el inicio del monólogo malaguista y el gol de Charles en el 72 el premio al ímpetu de los visitantes. En el último cuarto de hora se libró la verdadera batalla que había estado buscando el Málaga desde el principio, pero los hispalenses supieron transformarse en un Sevilla de otra época para alejar cualquier sombra de empate. Apareció un Sevilla caparrosiano.

Esta versión caparrosiana se agigantó  tras la tonta expulsión de Iborra, que había entrado en sustitución de Cristóforo, y dejó al equipo con 10. Los locales pudieron dominar el choque de la manera que éste lo requería, sin pasar apuros, haciendo que después del gol de Charles no hubiese partido. Robos, pérdidas de tiempo, simulaciones y consiguiendo devolver al rival la expulsión con una doble amarilla de Boka en el descuento. Al final, victoria sufrida, pero victoria. Un nuevo capítulo en la extraordinaria historia que está escribiendo el conjunto de Emery en Nervión. El Sevilla supo reinventarse y llevarse un choque que recuerda más a otra época, una época, sin embargo, que no contaba con un atacante como Kevin Gameiro.

Gameiro, el delantero

Poco le quedaba al francés por demostrar, pero aun así, sigue sumando a muchos detractores a su causa. Se le achacaba al delantero galo que sus goles siempre llegaban con el partido resuelto y es precisamente esto lo que ha conseguido mejorar. Los goles de Gameiro ya valen puntos, muchos puntos. Sporting, Athletic y Málaga han visto como Kevin desatascaba el partido con su acierto y sus tantos ya valen los mismos puntos que los de Griezmann para el Atlético de Madrid, un total de 10 puntos.

En definitiva, la comparación con su anterior compañero, Carlos Bacca, siempre estará presente. A unos gustará más el colombiano y a otros más el francés, pero lo que está fuera de cualquier duda es que Gameiro se ha ganado ser el delantero titular de este Sevilla. A  pesar de las costosas incorporaciones que hizo el club en verano para que la tarea de los goles estuviese bien cubierta, la presencia de Kevin en el once es,  a día de hoy, incuestionable.