Dos hombres importantes para Simeone, para el equipo y para el Atlético. Dos genios en esto del balón en el pie. Dos guantes, uno diestro y otro zurdo. Dos jóvenes promesas y a la vez, dos columnas de este Atleti. Dos jugadores que escapan de la fría banda para adentrarse en busca del cuero. Dos víctimas, no obstante, de algunas críticas en el comienzo de esta temporada. Dos futbolistas de pequeña estatura. Dos muchachos con picardía  y toques cancheros. A su vez dos humildes trabajadores. Dos figuras. Uno marca, otro suele asistir. Uno francés, otro español. Uno rubio, el otro no. El 7, el 6. Dos talentos llamados a entenderse.

El partido de Las Palmas no solo volvió a dejar un Atleti entero y líder. No solo dejó ver que este equipo sigue en sus trece de seguir molestando. También dejó unas breves  notas musicales de auténtica armonía. Una breve sinfonía de dos virtuosos que acostumbran a ser escuchados en "solos". Esta vez, el diablillo encontró en Koke su mejor compañero, su dúo, su compañero de fechorías, su aliado, su cómplice, su Zape. Puede ser precioso.

Griezmann y Koke celebrando un gol juntos

Siempre es gratificante para el espectador y el amante del fútbol la conexión de los grandes futbolistas. Más satisfacción, obviamente, es para el aficionado del equipo en el que jueguen, y más aún para los compañeros, entrenador y demás rangos de dicho club. En tiempos de ‘matanzas’ sin piedad de la BBC y de la MSN, Griezmann se erige como líder y estrella de un Atleti líder, con cadencia menos alegre que sus rivales, pero líder. El francés no cesa en su empeño de romper las puertas de la elite y sigue a ritmo de goles y apariciones. Se alía con unos y con otros, no discrimina a nadie y siempre busca compañeros para salir de caza. Este domingo se ha encendido una bombilla de ilusión con las asistencias de Koke.

Es habitual ver a Koke celebrar goles con Griezmann. El canterano no suele marcar, no es su función (aunque sería importante en su crecimiento, más crédito en esta suerte) pero es un colchonero de corazón y siente cada gol. Su buena relación con el francés, además, le hace realizar un sprint, pese a los kilómetros destrozados en el partido, para abrazar los goles de su rubio compañero. Y es que esta nueva (o explotada por fin) sociedad viene de lejos.

La sociedad Koke-Griezmann viene de lejos

No es difícil. Los buenos jugadores se entienden bien. No es nuevo que Griezmann y Koke son dos de los mejores jugadores del Atleti y del panorama del fútbol. Lo que es nuevo, o eso parece, es su conexión. Los dos goles del Principito ante Las Palmas han hecho preguntarse al mundo del fútbol por qué no fundar una nueva y ‘malvada’  sociedad.  Buena relación fuera del campo, uno asiste, otro marca; no hace falta ni eslogan. Sin embargo este dúo de traviesos ya había tramado juntos con anterioridad. Cierto es que a partir del partido en las islas ha cogido forma, pero su conexión no es nueva.

Temporada y media juntos. Muchos goles,  sobre todo de Griezmann, muchas asistencias, sobre todo de Koke, y mucho trabajo en el mismo equipo para mantener al Atleti entre los grandes.  Desde el primer día se vio buena conexión. Griezmann y Koke han sido protagonistas de grandes jugadas, de grandes partidos y de buenas combinaciones. El francés solía, y suele cuando juega por dentro, caer a la banda donde estuviera el canterano. Sabía que ahí se iba a divertir. Y esta unión a traido goles ya antes de que fuera una ilusión.

La pasada campaña el francés ya probó la compañía de Koke. El delantero aprovechó los pases y disparos del centrocampista para anotar varios goles. Real Sociedad, Elche, Olympiacos o Malmoe fueron ejemplos de ello. En la presente campaña, antes de Las Palmas se pudo ver en Anoeta. A pesar de no ser goleador, Koke lleva dos tantos esta campaña. El primero, en el Pizjuán, a pase de Griezmann. Están destinados a entenderse, porque los grandes jugadores se entienden y se buscan. Una nueva pareja letal brota en el Calderón.  Dos jugadores traviesos. Zipi y Zape.

Zipi y Zape, rubio y moreno, de rojiblanco: Griezmann y Koke