Nacido el 7 de noviembre de 1920 en San Sebastián, Iñaki Eizaguirre era hijo de Agustín Eizaguirre, gran guardameta de la Real Sociedad que vivió a la sombra de Ricardo Zamora en los años 20. En la playa de La Concha el joven Iñaki se forjó como portero y, aunque con 15 años llegó a la Real, la Guerra Civil interrumpió temporalmente su progresión.

Eizaguirre 'hijo' iba a alcanzar su madurez futbolística en el Valencia de la posguerra, equipo en el que militó durante nueve temporadas consecutivas. Allí ganó tres ligas, una Copa del Generalísimo y dos trofeos Zamora a la vez que mostraba todas sus cualidades bajo los palos. Dueño de un físico privilegiado, destacaba por sus reflejos y por sus impecables estiradas. Rara vez dudaba a la hora de salir a por un balón, mientras que tampoco se le daba mal el juego con los pies. Además, la elegancia de sus indumentarias llamaba la atención en una época en la que apenas se dedicaba tiempo a ciertos aspectos que hoy en día se cuidan mucho más.

Mundialista y longevo

En 1950 el arquero vasco viajó con la selección española a Brasil, donde se alternó con Ramallets como guardián bajo palos de un equipo que finalizó en una brillante cuarta plaza mundialista. Entre 1945 y 1952 acumuló 18 titularidades como internacional en una época en la que la cifra de encuentros que se disputaban era sensiblemente inferior a la actual.

Iñaki Eizaguirre en su época como jugador del Valencia (Foto: diarioche.es)
Iñaki Eizaguirre en su época como jugador del Valencia (Foto: diarioche.es)

Con 30 años decidió regresar a San Sebastián, donde se mantuvo durante seis campañas como guardameta de la Real Sociedad. Durante las tres últimas alternó la titularidad con la suplencia, por lo que fichó por Osasuna, equipo en el que volvió a disfrutar de muchos minutos de juego hasta que cumplió los 39 años. Fue entonces cuando decidió cambiar la portería por el banquillo del equipo navarro en una temporada en la que Osasuna perdió la categoría.

Iñaki Eizaguirre se convirtió en todo un guía que logró transformar el pesimismo en ilusión

Su debut como técnico no había sido el soñado pero Eizaguirre no se desanimó. El Real Murcia, que por entonces militaba en Segunda, fue su siguiente destino. En el club pimentonero se mantuvo durante dos campañas en las que logró buenos resultados, pese a un bajón al final de la segunda, que le llevó a dejar al equipo en una discreta octava plaza.

Primer intento fallido

Corría el año 1962 y los caminos de Iñaki Eizaguirre y el Real Club Celta se iban a cruzar por primera vez. El equipo vigués estrenaba presidente en la figura de Carlos Barreras, quien asumía la difícil tarea de lidiar con una deuda cercana a los seis millones de pesetas a la vez que se intentaba por cuarta vez consecutiva el asalto al ascenso. Tras la renuncia de Aretio a ocupar el cargo de técnico, Barreras decidió apostar por Eizaguirre. El técnico vasco hizo debutar a varios jóvenes canteranos, entre ellos Fernando Zunzunegui. Pero las lesiones no permitieron que el equipo —que tampoco andaba sobrado de nivel— carburase lo suficiente como para pelear por un ascenso que se quedó a siete puntos de distancia. El Celta se movió durante toda la campaña en la zona media-alta de la tabla pero solo pudo terminar en sexto lugar. El preparador donostiarra decidió entonces abandonar en el club y buscar un nuevo destino, mientras que el club olívico continuaba ocupado en la búsqueda de soluciones a su crisis deportiva y económica.

Iñaki Eizaguirre en su época como técnico del Celta (Foto: fameceleste.blogspot.com)
Iñaki Eizaguirre en su época como técnico del Celta (Foto: fameceleste.blogspot.com)

Una temporada de transición en Granada dio paso al curso 1964/65, en el que Iñaki Eizaguirre entrenó por fin en la máxima categoría. Su destino fue Córdoba, equipo al que llevó hasta una fantástica quinta plaza. Con él debutó Miguel Reina, otro de los grandes porteros españoles del siglo pasado. Le iría bastante peor al año siguiente, cuando dirigió al Sevilla. Allí no pudo sacar al equipo de la zona baja de la tabla y fue reemplazado a cinco jornadas del final por Juan Arza. Peor todavía le iba a ir en la temporada siguiente, en su regreso a Granada. El equipo nazarí se vio obligado a disputar la promoción de descenso, en la que sucumbió ante el Betis y perdió la categoría. El periplo andaluz del técnico vasco finalizaba de una manera amarga y se imponía un regreso al norte de la península.

El Celta, que todavía continuaba en la División de Plata, se interesó de nuevo por el donostiarra, quien no dudó en preparar las maletas y regresar a Vigo. Allí le esperaba una plantilla de un nivel superior a la de su etapa anterior, con futbolistas como Manolo, Quique Costas, Lezcano, Abel o Suco.

A la conquista de Vallecas

El 8 de octubre de 1967 llegaba a Vallecas un Celta cargado de ilusión para afrontar la cuarta jornada de liga. A lo largo de las tres primeras los de Balaídos se habían hecho fuertes en casa —con victorias ante Osasuna y Badalona— mientras que habían caído ante el Europa en su único desplazamiento. El Rayo sumaba un punto más que los de celeste y todavía no conocía la derrota. Los de la capital, dirigidos por José Antonio Olmedo, buscaban su tercera victoria del curso con un once inicial en el que figuraban, entre otros, Félix Bardera Felines y un jovencísimo Toni Grande.

Alineación Rayo Vallecano-Celta (08/10/1967)
Alineación Rayo Vallecano-Celta (08/10/1967)

El partido comenzó con claro dominio local, que desperdició numerosas oportunidades de gol ante el marco defendido por José Ramón Ibarreche. Con todo, el equipo franjirrojo logró adelantarse en el marcador gracias a una jugada personal del interior Aparicio, que colocó el 1-0 en el marcador. Los de Vallecas pudieron y debieron ampliar la diferencia antes del descanso pero el Celta logró retirarse al vestuario con una desventaja mínima.

Dueño de un físico privilegiado, destacaba por sus reflejos y por sus impecables estiradas

La segunda mitad supuso un cambio de tornas radical sobre el verde y los de Eizaguirre se convirtieron en amos y señores del juego. Además contaron con la fortuna de que un disparo lejano y sin aparente peligro de Suco fuese desviado por el zaguero Chufi, lo que despistó a su guardameta Samper. El 1-1 pedía una reacción de los locales quienes, agobiados por un Celta crecido, se mostraban impotentes. La sensaciones se plasmaron en el marcador gracias a una falta botada por Lezcano y rematada por Rivera en el minuto 78, que situaba el 1-2. Por si fuera poco, una lesión de Chufi terminó por mermar definitivamente a un Rayo al que no le quedó otro remedio que hincar la rodilla. Los de Vigo todavía pudieron incrementar el marcador en los minutos finales pero el tanteador no se iba a mover. Los dos puntos viajaban a Galicia y el Celta se colocaba en lo alto de la tabla clasificatoria empatado con Deportivo, Langreo y Racing de Santander. La ilusión se desataba entre la afición céltica, que esperaba por fin el tan ansiado salto de categoría.

Hazaña copera y ascenso

En cualquier caso la trayectoria liguera de los de celeste no fue lo suficientemente regular como para cerrar el objetivo del ascenso y se finalizó en una tercera posición que ni siquiera permitía disputar la promoción. El Rayo finalizó cuarto, empatado a puntos con los de Vigo. Bastante mejor iban a rodar las cosas en la competición copera, en la que tras eliminar a Córdoba, Pontevedra y Elche, se alcanzaron las semifinales. Allí esperaba todo un Real Madrid, que cayó por 3-2 en Balaídos en la víspera de San Juan. En el partido de vuelta Miguel Muñoz, técnico de los blancos, necesitó de todo su arsenal para dar la vuelta a la eliminatoria y conseguir un 3-0 que apeaba a los vigueses. Iñaki Eizaguirre continuaba con su política de cantera e hizo debutar a lo largo de la temporada con el primer equipo a jóvenes promesas como Canario y Félix Carnero.

Iñaki Eizaguirre entrenó al Celta en dos etapas diferentes (Foto: fameceleste.blogspot.com)
Iñaki Eizaguirre entrenó al Celta en dos etapas diferentes (Foto: fameceleste.blogspot.com)

Al año siguiente el técnico donostiarra apuntaló el equipo con varios fichajes, entre los que destacaron Antonio Hidalgo en la línea defensiva y Manolo Jiménez en el apartado goleador. El equipo ofreció un gran nivel durante todo el curso, lo que le llevó a mantenerse siempre entre los tres primeros desde la tercera jornada de liga. El Celta de Iñaki Eizaguirre, por fin, retornaba a la máxima categoría diez años después de haberla abandonado.

Últimos años en los banquillos

Aun con todo, el preparador vasco consideraba que su etapa en Vigo había tocado a su fin y regresaba a Andalucía para entrenar de nuevo al Córdoba, que buscaba también el retorno a Primera. El objetivo no se pudo cumplir, algo que sí conseguiría en 1971 con el Burgos CF, equipo que nunca antes había militado en la máxima categoría.

A partir de ahí Iñaki Eizaguirre dirigió sucesivamente a Hércules, Tenerife, de nuevo Burgos y Alavés, todos ellos en Segunda División. Con 55 años regresó una tercera vez a Córdoba, ciudad en la que puso el punto final a su carrera como técnico en 1977. 36 años más tarde se produjo su fallecimiento en su Donosti natal.

Iñaki Eizaguirre falleció hace poco más de dos años (Foto: somosche.com)
Iñaki Eizaguirre falleció hace poco más de dos años (Foto: somosche.com)

Se trata de uno de los técnicos más especiales que se han sentado en el banquillo local de Balaídos. En una década turbulenta en todos los sentidos, Iñaki Eizaguirre se convirtió en todo un guía que logró transformar el pesimismo en ilusión y devolver al Celta a Primera, objetivo que por entonces llegó a convertirse en una auténtica obsesión. La aventura europea de los 70 hubiese resultado inviable sin el trabajo de este antiguo portero y grandísimo técnico donostiarra.

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Sobre el autor
José Luis Rodríguez Sánchez
Soy farmacéutico hospitalario