El devenir de un partido es impredicible, aunque en ocasiones, cosas del destino, ciertos compromisos tienden a acabar siempre igual. La visita del Celta a Vallecas es una de esas salidas en las que los olívicos no suelen traer nada bueno en su regreso a Vigo. Como el Día de la Marmota, ocho derrotas en sus últimos ocho compromisos en Primera da buena cuenta de ello. En la previa del partido, Berizzo había anunciado rotaciones; “un once mix” con la mirada puesta en la vuelta de los cuartos de final de la Copa, en la que los celestes visitarán el Calderón tras el empate sin goles de la ida.

Lo que Berizzo no esperaba con su once —en el que Beauvue, Drazic, Borja Fernández y Goldar debutaban en Liga— es que no compitiesen. Tras veinte minutos de partido, lo mejor era el empate a cero. Dos palos y un disparo cruzado desde la frontal del área pequeña eran las credenciales del Rayo en los primeros diez minutos. Las del Celta; las de un equipo superado y desbordado, incapaz de mantener la pelota. La necesidad —antes de comenzar el partido eran penúltimos— y el ímpetu del Rayo hicieron el resto. Pim. Trashorras le hace un lío a Mallo y le pone un balón a Miku que el venezolano estrella en la madera, aunque esta le devuelve la pelota para que la introduzca a placer con Sergio batido. Gol del Rayo y justicia en el marcador, aunque el 1-0 era escaso. Sin reacción celeste: pam. Una falta lateral botada por Trashorrras la remató libre de marca Tito para hacer el segundo de la noche ante la pasividad celeste. 

Con el 2-0 el Rayo bajó una marcha, y el Celta tuvo su única oportunidad en el partido; un buen balón largo hacia Beauvue en banda izquierda y el francés la puso al punto de penalti donde asomaba libre de marca Drazic, aunque el serbio se escurrió a la hora de efectuar el remate. Pese al bajón, el partido continuaba en manos del Rayo, y el tercero llegó de nuevo a balón parado. Nuevo balón colgado de Trashorras y Jozabez remata solo en el segundo palo. Pum. 3-0, fiesta en Vallecas y caras largas en los celestes. Entre el desconcierto de la primera parte, Orellana vio amarilla por protestar desde el banquillo, y al instante pudo caer el cuarto, aunque Trashorras no atinó desde la frontal, pese a estar —nuevamente— libre de marca. El acoso del Rayo continuaba, y Miku al segundo palo y libre de marca disparó fuera cuando Vallecas ya cantaba gol.

Trámite local

Con la reanudación, la tendencia no cambió. Berizzo dio entrada a Pablo Hernández en lugar de un desbordado Radoja. El Celta pareció salir con más espíritu, pero su iniciativa fue solo un espejismo. El Rayo se gustaba, y un caño de un participativo Bebé sobre Mallo levantó el 'oh' de la grada, antes de que Miku marrase ante Sergio. Lejos de esperar una posible reacción del Celta, los locales buscaban un cuarto gol que nunca llegó, aunque no por falta de ocasiones. En un nuevo error, Miku la echó fuera solo y libre de marca desde el punto de penalti con Sergio ya batido. Posteriormente, y tras una rápida combinación, un disparo cruzado de Jozabed tras una media-vuelta dentro del área se fue lamiendo el poste. Pape entró por Drazic —que en el tercer gol vio la amarilla tras no conceder suficiente espacio al lanzador cuando formaba parte de la barrera—, y más tarde entró Jonny en lugar de Planas. Sin dominar en ningún momento, y sin ser en absoluto reconocible, el Celta pareció conformarse con el marcador, muy corto, visto lo visto en el terreno de juego. El Rayo, por su parte, bajó marchas definitivamente, dando por bueno un 3-0 que pudo ser mucho más. A pensar en la Copa (miércoles, 20:30 horas, Vicente Calderón), en la que el Celta de Berizzo tratará de acceder a las semifinales, aunque para ello necesitará una mejora de imagen.