Cualquiera que haya tenido la suerte de ver a la Real jugar sobre el más que irregular césped de Atocha se sentiría identificado con ese equipo, puesto que si aquel equipo se hizo reconocible no fue porque contase con estrellas mediáticas como son ahora Messi, Ronaldo etc... Si no porque aquellos jugadores, mejores o peores, lo daban todo por una camiseta y unos colores que defendieron a muerte. 

Para desgracia de los incondicionales, acérrimos a los colores blanquiazules, encuentros como el disputado anoche en El Molinón no hacen más que enfurecerlos, puesto que los aficionados siguen a la espera de ver rendir a la plantilla realista más cara de la historia; se dice pronto de un club con 106 años de historia...

La Real salió derrotada al césped

Lo de ayer fue un despropósito más, empezando con el primer gol del Sporting a los 15 segundos del partido, que no presagió nada bueno. Que el segundo gol llegase a los ocho minutos confirma que la Real se bajó del autobús perdiendo dos a cero, algo inaceptable dado el nivel del equipo que tenía delante. Y lo que es más inaceptable, bajar los brazos con el 3-1. El partido de ayer se perdió a los 15 segundos; solo el comienzo del encuentro fue reflejo del despropósito de encuentro que se vio durante los 92 minutos.

Pero no es casualidad, muchos de estos jugadores fueron titulares ante el Las Palmas en el encuentro que le costó el puesto a Moyes, y otros tantos lo fueron en la eliminatoria copera ante el conjunto insular (otro fracaso más en la competición copera, y van...). 

Se puede culpar a Rulli, que tuvo la peor actuación que se recuerda desde que es jugador de la Real, o a Zaldua, cuya actuación dejó mucho que desear, incluso a Illarra, jugador que está muy por debajo del nivel que mostró antes de partir hacia Chamartín, y al que debería exigírsele mucho más. Lo fácil sería volver a culpar a Vela, pero el mexicano, al igual que sucedió el pasado sábado, fue el mejor de su equipo. 

Una temporada más, los responsables siguen sin dar la cara

A pesar de ello, lo de ayer y lo que está sucediendo esta temporada no es cosa de tres o cuatro jugadores, es cuestión de una plantilla acomodada y poco exigida, que dan muy poco a los aficionados en comparación con el aliento que reciben desde la grada cuando tienen buenas actuaciones. Es responsabilidad de un Director Deportivo acomodado y poco exigido, cuyo resultado vuelve a ser una mala planificación y una temporada tirada a la basura en octubre, y un presidente muy poco ambicioso, cuyos actos no se asemejan a sus palabras.

A la Real no le hace falta humildad, tal y como dijo Aperribay allá por diciembre, sino orgullo y ambición, puesto que tras una bochornosa actuación arbitral como la sufrida en el Bernabéu, únicamente al señor Aperribay se le ocurre disculparse cuando sus declaraciones (no sus formas) fueron fiel reflejo de todo el malestar txuri-urdin.

La Real necesita un cambio radical, para convencer e ilusionar a su afición, puesto que el descontento queda reflejado en que el club tiene 28.000 abonados, cuando la asistencia media en los primeros diez encuentros del campeonato no supera los 23.000 espectadores, pero sobre todo, porque cada semana, fallan y fallan cada vez más a unos aficionados cansados de tanta mediocridad, pero que a pesar de todo, tal y como sucedió ayer en El Molinón, nunca le dan la espalda al equipo.