El fútbol español se ha convertido de un tiempo a esta parte en una sucesión de partidos sin solución de continuidad. Y el mes de enero, en concreto, es el de la Copa. Se aprovecha esos cuarenta días escasos sin competiciones europeas para acumular eliminatorias miércoles tras miércoles, sin descanso y sin piedad. Y, cuando uno de los denominados equipos modestos tiene la suerte o el acierto de ir avanzando en la competición, su invierno se vuelve una locura de partidos cada tres días que acaba pasando factura. La Copa de este año le ha permitido al Celta plantarse en el Calderón con opciones de meterse en semifinales. El precio ha sido el césped de Balaídos, castigado por las lluvias y cuatro partidos en solo 10 días. Actualmente está siendo cambiado. Quizá guiado por esa solución, Eduardo Berizzo decidió también cambiar a sus futbolistas más cargados de partidos.

La derrota empezó el viernes

Más allá de lo expeditivo de la medida la convocatoria, con tres futbolistas del filial, Borja Fernández, Goldar y Pape Cheikh, y sin Aspas ni Wass y, sobre todo, las declaraciones de Berizzo en la previa, calaron en sus futbolistas. Y eso se notó y mucho sobre el césped de Vallecas. Además de los ausentes, el técnico tampoco contó en el once con sus futbolistas más en forma: Cabral, Tucu Hernández, Orellana o Guidetti, que no está cargado de minutos ni mucho menos, se quedaron en el banquillo.

Se aprovecha el parón de las competiciones europeas para acumular eliminatorias de Copa miércoles tras miércoles, sin descanso y sin piedad

El mensaje de que el partido era un incordio en el camino hacia el Calderón planeó sobre el terreno de juego, y hombres que necesitan este tipo de oportunidades lo acusaron. Fue el caso de jugadores como Señé, Drazic y Bongonda, que pueden tener más difícil seguir en el once tras el mercado invernal, y que demostraron una indolencia preocupante. Tampoco fue el día de Claudio Beauvue, fichaje estrella, cuya presencia quedó eclipsada por un Rayo al que le hacían falta los puntos, y que fue a por ellos sin disimulo.

Cuando los partidos se acumulan, las rotaciones son necesarias. Sin embargo, a Berizzo pudo írsele la mano en la visita a Vallecas. Tras pasar las dos primeras eliminatorias coperas contra rivales de inferior categoría, con una inteligente combinación de pesos pesados y suplentes, sin que el equipo titular se resintiera demasiado en la Liga, el técnico invirtió la tendencia en los cuartos, a tres partidos del objetivo histórico de estar en otra final. Pero tal vez la rotación fue demasiado drástica. Hay que tener en cuenta que, del partido contra el Levante, solo repitieron cuatro futbolistas, Sergio Álvarez, Hugo Mallo, Planas y Bongonda. Y solo Hugo Mallo puede ser considerado, a día de hoy, titular indiscutible.

La defensa también hizo aguas

El mensaje de que el partido era un incordio en el camino hacia el Calderón planeó sobre el terreno de juego

A pesar de que la defensa era la línea que más similitudes mostraba con la del último partido, con la entrada de Sergi Gómez y de Goldar como centrales, tampoco rindió al nivel que se le supone. El juego a balón parado, arma siempre peligrosa en Vallecas, acabó con el equipo vigués en solo media hora. Y, a pesar del desacierto de los zagueros, no se puede cargar todas las culpas sobre sus hombros. El resto de las líneas no aportaron la ayuda necesaria para aguantar las embestidas del Rayo, que pudo haber hecho un estropicio mucho peor. En resumen, se puede considerar que ninguno de los catorce futbolistas que saltaron al césped de Vallecas se acercó a su nivel, y el resultado lo sufrió el equipo en sus carnes. Claro que el escenario no invita a pensar que un equipo con mejores jugadores hubiera sacado un mejor resultado.

Con todo al Calderón

Dicho esto, y confirmado el sacrificio ritual en Vallecas, Eduardo Berizzo puede afrontar ahora la vuelta de la eliminatoria copera según su plan, es decir, con un equipo de jugadores descansados, contra un rival que no solo jugó un día más tarde, sino que lo hizo con su once de gala, sin guardarse nada contra el Sevilla. Ahora bien, el fútbol no es una ciencia exacta y, del mismo modo que la victoria en Vallecas no estaría asegurada con el once de gala (aunque todo apunta a que la imagen sería bastante mejor), tampoco es ninguna garantía haber reservado a los jugadores más importantes para que lleguen descansados al choque. Sobre el papel, el Celta sí ha obtenido una pequeña ventaja este fin de semana. Sobre el césped, el fútbol dirá si la consiguen hacer valer para marcar al menos un gol en el Calderón que haga posible la clasificación para semifinales. El otro escenario, nada descabellado, es una posible prórroga, que le daría más valor a la rotación del sábado.

El objetivo europeo podría estar a tiro de solo tres partidos, los que separan al Celta de la final de Copa. Y eso sí que son matemáticas

Ahora bien: Berizzo ha arriesgado en Liga para intentar seguir en la Copa. Es la postura opuesta a la de la temporada pasada, cuando su once copero contra el Athletic costó una derrota en casa que no se pudo voltear en la Catedral. Aquella eliminación, en medio de una crisis de resultados en la Liga, acabó aumentando las críticas contra el técnico. La situación más desahogada de esta temporada permite apostar fuerte por la Copa, y Berizzo lo ha hecho. Una hipotética eliminación puede traerle alguna crítica por su apuesta copera, pero seguramente la temperatura no subirá tanto como hace un año, cuando tuvo que afrontar una pelota de partido contra el Córdoba. Este año, la situación parece mucho más controlada: ya no parece peligrar la permanencia entre los grandes. El objetivo realista podría ser entrar en la Europa League. Un objetivo para el que quedan nada menos que 17 partidos en Liga. Sin embargo, el mismo objetivo podría estar a tiro de solo tres partidos, los que separan al Celta de la final de Copa. Y eso sí que son matemáticas. Puede que sean las cuentas que sí ha echado Berizzo.