La afición pucelana está de celebración con la vuelta de su añorado Borja Fernández Fernández tras cinco temporadas y media lejos de Zorrilla. Procedente del Atlético de Kolkata indio, este lunes firmó por el Real Valladolid y ayer martes ya fue presentado como nuevo jugador blanquivioleta. Llega libre hasta final de temporada con la opción -y su deseo- de prorrogar su contrato en función de su rendimiento.

Regresa en el tramo final de su dilatadísima carrera pero con la ilusión de un niño con zapatos nuevos, con la ilusión de un futbolista al que se le brinda una nueva -y última- oportunidad en el club de sus amores. Justo cuando el Real Valladolid comienza a carburar de la mano de Miguel Ángel Portugal y empieza a mirar hacia arriba, justo cuando más falta hacen su raza y su garra para la decisiva segunda vuelta de la temporada. Volverá a lucir el “6” como ya hiciera antaño: incansable, rocoso, irreductible.

Valladolid en el corazón

Minutos después de confirmarse su fichaje, el jugador escribía en su cuenta de Twitter: “dicen que uno es de donde nace y yo creo que también es de donde pace. Vuelta a casa”, dirigido a la cuenta del Real Valladolid y acompañado de los hastag #pucela y #felizvida. Más claro el agua. Ante estas palabras, poco más hay que añadir. Bueno, solo una observación más: el “hijo pródigo” no ha dejado de sonreír desde su aclamado retorno. Ni en la presentación, ni en la rueda de prensa, ni en los entrenamientos, ni en las fotos. No es para menos, y es que como en casa… en ningún sitio.

(Foto: Real Valladolid).
(Foto: Real Valladolid).

Borja no dudó en cuanto surgió la posibilidad de volver y, ahora que está en casa, quiere darlo todo para devolver a su Pucela a Primera División. “Tenía otras opciones, pero siempre he querido volver aquí. La idea no es estar solo hasta junio, quiero subir con el equipo, jugar bien y quedarme. Es la ilusión que tengo”. Imposible para el aficionado del Real Valladolid no querer a un jugador que llegó por primera vez hace ya diez años y que desde entonces siempre ha paseado con orgullo el nombre del club y de la ciudad allá dónde ha ido, imposible no querer a un futbolista que, siendo de Ourense, defendió los colores blanco y violeta como si hubiese nacido en el mismo ayuntamiento de Valladolid. Se ha ganado el cariño de todos, merecedor del título “hijo adoptivo” de la capital castellana.

Currículum interminable

Para los pocos que no le conozcan, Borja cuenta con una carrera envidiable, éxitos en Zorrilla a parte. Tras aterrizar en la cantera madridista con apenas 15 años, Francisco de Borja Fernández Fernández debuta con el primer equipo blanco el 2 de septiembre de 2003 y logra disputar 38 partidos (23 en Liga, 11 en Copa y 4 en Champions League) repartidos en dos temporadas junto a los Zidane, Raúl y compañía.

Internacional sub21 y toda una promesa, en verano de 2005 es cedido al Mallorca en busca de minutos y disputa 17 encuentros con el equipo bermellón. A su vuelta a la capital, queda libre y ficha por el Real Valladolid, de Segunda División. En su primera campaña logra el ansiado ascenso y permanecerá otras tres temporadas en Valladolid. En sus cuatro años como albivioleta Borja es un fijo para José Luis Mendilibar, su gran valedor, y se gana el cariño de la afición con su entrega y compromiso.

Real Madrid, Mallorca, Real Valladolid, Getafe, Deportivo de la Coruña, Atlético de Kolkata (India) y Eibar han sido sus equipos

Tras consumarse el descenso del equipo, Borja queda libre y en verano de 2010 firma por el Getafe, donde juega tres temporadas entre 2010 y 2014, disputa la Europa League y deja un buen rendimiento, con una cesión de por medio en la temporada 2011-2012 al Deportivo de la Coruña, en Segunda División, con el que logra otro ascenso a Primera siendo una vez más pieza clave del equipo.

Una vez terminado el contrato con el equipo azulón, firma con el Atletico Kolkata de la Superliga India, donde es el capitán y una de las referencias. En enero de 2015 es cedido al Eibar y, en su vuelta a la Primera División, demuestra que a sus 34 años está en plena forma y es indiscutible en el once de Garitano, curiosamente último entrenador del Real Valladolid. Después de volver al Atlético de Kolkata para esta temporada y mantener su buen hacer en la primera mitad de la misma, ahora vuelve a Valladolid con el hermoso reto de devolver a “su” Pucela a la Primera División.

Sin fecha de caducidad

Él asegura que está exactamente igual que cuando se fue, que es el mismo futbolista con las mismas condiciones. Sus 35 años para otro jugador serían un gran hándicap, pero Borja Fernández está hecho de otra pasta, es un pulmón, un portento, y si él dice seguir en forma, su edad no debe preocuparnos. Fijémonos si no en Don Álvaro Rubio, que sin ser el portento físico que sí es Borja, a sus 36 primaveras disputa todos (o casi todos) los minutos y es sin duda uno de los mejores jugadores de la categoría.

Es precisamente el capitán Rubio, con quien compartirá centro del campo, una de las amistades que dejó en Valladolid tras su marcha y con quien ha mantenido el contacto después de varios años lejos de Zorrilla. “Álvaro es uno de los compañeros con los que mejor me he entendido. Son muchos años, desde el 2006 que llegamos los dos juntos. Hemos tenido una relación muy buena desde entonces. Siempre hablo con él de vez en cuando y cuando estaba el fichaje cerca de hacerse le tenía informado”. Y es que Rubio es, junto a Javier Baraja, ahora ayudante de Portugal, el único superviviente de aquella temporada 2009-2010 en la que Borja se despidió del Pucela. Gran noticia el buen feeling entre ambos; si se plasma sobre el terreno de juego le irán bien las cosas al Real Valladolid.

Trabajador incansable

Borja es el segundo fichaje invernal tras la incorporación del delantero italo-francés Vincenzo Rennella, quien ya debutó con la zamarra blanquivioleta la pasada jornada frente al Córdoba. En cuanto a su transcendencia en el conjunto dirigido por Miguel Ángel Portugal, con el que ya coincidió en el Real Madrid C, su llegada no trastocará el estilo ni el esquema de juego. Entra Borja y David Timor sale rumbo a Leganés; cambio de cromos, jugador por jugador.

(Foto: Real Valladolid).
(Foto: Real Valladolid).

Sin embargo, con Borja sí se le da al equipo un perfil de jugador que antes no tenía y necesitaba: un medio centro defensivo incansable, sacrificado, con recorrido, bien posicionado y con experiencia. Aportará jerarquía en la medular. Curtido en mil y una batallas, Borja es inteligente con y sin balón, y juega por y para el equipo. Pero a pesar de sus fantásticas cualidades físicas y tácticas, el flamante fichaje pucelano tampoco sufre con el balón en los pies y, sin complicarse lo más mínimo, suele distribuir con bastante criterio y acierto. Además, goza de un potente disparo con su diestra, un peligro para la meta rival a media y larga distancia.

El canterno madridista es de esos jugadores cuya labor no se siempre se aprecia pero es imprescindible, que parece que no están pero ofrecen muchísimo al equipo posibilitando que otros compañeros luzcan. Para que el fútbol sea vistoso, para que el juego de un equipo sea atractivo, se necesitan gladiadores que se encarguen del denominado “trabajo sucio”, futbolistas que no paren de correr como si lo fueran a prohibir durante los 90 minutos, que luchen cada balón como si fuera el último, que su principal cometido en el verde sea que el rival no tenga demasiado tiempo la pelota en su poder y que "curren" para que sus compañeros jueguen más liberados, y es ahí donde Borja entra en escena.

Aúna sacrificio, personalidad, resistencia, colocación, inteligencia, recorrido, potencia, disparo y el carisma de un líder tanto en el campo como en el vestuario

Y es que para poder construir primero hay que destruir, robar balones en definitiva, y para que funcionen los medios ofensivos tienen que funcionar los medios de contención. Zidane tenía a Makelele, Valerón contaba con Mauro Silva, a Xavi le acompañaba Busquets y en Valladolid, a partir de ahora, Álvaro Rubio dispondrá de un escudero sacrificado y trabajador como Borja Fernández, que seguro le hará todo más sencillo. Y es que no todo en el fútbol es el juego bonito, los malabarismos con el balón o florituras varias para la galería, también se necesitan los llamados “jugadores de equipo”, los gregarios, que, como nuestro protagonista, hagan mejores al resto.

¿Secundario de lujo o protagonista?

Su rol  e importancia en el equipo dependerán únicamente de él, de su rendimiento sobre el verde. En el vestuario indiscutiblemente será un líder desde el primer día, lo lleva en su carácter y su veteranía, así como en su profundo conocimiento de la entidad, pero los minutos de juego con los que contará son una incógnita. André Leao ha mejorado ostensiblemente en las últimas jornadas hasta afianzarse en la media junto al inamovible Álvaro Rubio, faro incontestable del equipo pucelano, por lo que quizá Borja parta como teórico suplente.

De todas maneras, otro punto a favor de este todoterreno o box to box, que dirían en Inglaterra, es su polivalencia, pues también se desenvuelve notablemente en la posición de central, precisamente la demarcación que más le urge al Pucela reforzar. “Con tal de jugar, encantado donde sea. Soy mediocentro, y me gusta jugar ahí, pero sin problema juego de central. También he jugado ahí en los últimos años y me he sentido cómodo”. Lo que hablábamos: compromiso.

Por su parte, Borja, que no disputa un partido oficial desde mediados de diciembre pasado, se encuentra bien y confía en ponerse a tono en poco tiempo. “Llevo dos semanas entrenando para no empezar de cero, pero llevo más de un mes sin competir. Me he estado entrenando y cuidando, esperemos que me quede poco”. Es cierto también que viene de la Liga india, mucho menos competitiva que la Liga Adelante, pero el curso pasado también llegó al Eibar, en Primera División, procedente de esa misma exótica competición y no desentonó en absoluto, cuajando una gran segunda vuelta y siendo importante para el cuadro armero. Pase lo que pase, siempre que Borja se siga dejando la piel en el campo como ha hecho siempre, la afición blanquivioleta seguirá aplaudiendo a su ídolo, a ese ídolo al que tanto ha echado de menos.