Un poco extraño puede resultar que se escriba en este momento de "antibienestar social" acerca de nuestra media inglesa, pero es algo que volverá pronto a los vestuarios del Sadar; y sobre todo a la grada. La media inglesa de la mano de Martín se asoma y, en ocasiones, se asienta en las piernas de una nueva hornada de futbolistas curtidos en Tajonar. En Inglaterra el fútbol es la guerra de la vieja usanza, de la real y de la que vale.  La idea dominante no es la del amor al balón, ya que su fundamento principal es el de una defensa extrema de contacto en la que no vale la rancia simulación.

El Sadar –a pesar de este lapsus pasajero– respira, hidrata, transpira y moja un sentimiento a un color en forma de bufanda que corre por la banda sin complejos. Uno es aficionado de fútbol por las circunstancias que rodean a su vida. Es más, como todos sabemos, hay más posibilidades de que cambiemos de partido político o religión de que perdamos la fe en ese fútbol en el cual creemos. La diferencia entre un fútbol y otro radica en la intensidad, en la especulación y en la concentración. Si abrís vuestra mente y echáis una ojeada rápida podréis comprobar a qué dos tipos de fútbol nos referimo. Aún así, este artículo no trata de convencer a nadie de uno o de otro; pero si de dejar clara la postura de quien escribe, como socio de Osasuna que escoge el paralelismo que existe con el inglés.

El fútbol no debiera ser un deporte para tontos ni para cobardes ni para seres sin sustancia. No malinterpreten esta afirmación, porque seguro que se afirma aquí lo que se les ha pasado en este mismo instante por la cabeza. La defensa de ese fútbol en el que el pequeño, el flaco, el gordo o el alto –siempre y cuando derrochen inteligencia, valentía y kozkor– tendrán sitio. La aspiración a dejarse la piel hasta la línea de cal, la velocidad, la dureza, la táctica simple y compleja al mismo tiempo, la gran amplitud de posibilidades de triunfo, la casi inexistencia de la superioridad cualitativa o la escasa importancia de la calidad y el presupuesto son los rasgos que ensalzan al fútbol inglés por encima de cualquier clase de fútbol. En los aledaños de El Sadar se respira la pura media inglesa. Al pasar el torno, el color es diferente al de otros estadios españoles. Al subir las escaleras, el campo ya brilla con su característico tono verdoso. Antes de sentarte cuenta hasta diez, respira profundamente y escucha los cánticos pre-partido. Con todo ello llegamos a Europa, a una final de Copa, a un cuarto puesto y, como el día a día, ha sido un gozo de trabajo y esfuerzo. ¿Para qué decir más? Ya lo saben y, posiblemente, mejor que un servidor.

Señores rojillos, una media inglesa que hace cantera. Como decía Shakespeare, "los humanos somos para los dioses como las moscas para los niños malvados"; es decir, ahora afortunadamente como aficionados malvados que somos nos hemos quedado sin moscas. Las moscas del otro fútbol volaron y los rasgos de nuestras raíces y que se sustentan en un símil con el fútbol inglés están de vuelta. Sí, están de vuelta porque en los últimos años sin quererlo lo fuimos perdiendo. Y recuerden, lo peor que hay en esta vida es perder la identidad que nos caracteriza. ¿Hace cuanto que no veíamos una masa social tan numerosa e identificada con el equipo? Cantera y osasunismo.

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Sobre el autor
Pablo Sanzol
10 de septiembre de 1995. Doble Grado ADE y Derecho. Hablo de Osasuna en @bit_fm y escribo las crónicas de los partidos del equipo navarro en el12rojillo.blogspot.com.es