Entrenador y héroe son dos palabras que rara vez van de la mano, pero Fernando Trío Zabala, alias Nando Yosu, encarnó ambas para la afición racinguista, que despedía ayer a su salvador en hasta cinco ocasiones. El Brujo de Munguía dejó vacío el pasado sábado su trono: el banquillo de El Sardinero, un entrenador motivador, capaz de romper clichés, cercano y con un ferviente amor por su trabajo.

La primera parada: la Gimnástica de Torrelavega

Tras colgar las botas en 1972 en la Gimnástica, Nando Yosu cogió las riendas del equipo blanquiazul tras la destitución de Tomás Tellechea. En principio fue un cambio más de entrenador, pero a posteriori se puede decir que fue el nacimiento de un 'salvador' de los banquillos.

Yosu empezó entrenando sin carnet

Sin experiencia -y sin carnet- como entrenador estuvo ayudado de José Enrique Pedregal, quien constaba oficialmente como entrenador titular. La travesía como entrenador empezaba en un club modesto, que le serviría de trampolín para darse a conocer.

En 1975 comienza su idilio con el Racing

Tras este paso por el equipo torrelaveguense, Yosu cambió de aires, si bien no muy lejos. El vasco empezó a entrenar al juvenil del Real Racing Club, equipo con el que compartiría un afecto único que le acompañaría hasta sus últimos días, en los que la parroquia verdiblanca le rinde un constante homenaje.

Salvaríó al Racing del descenso hasta en cinco ocasiones

 Yosu dio el salto al primer equipo dos años después, tras ser ayudante anteriormente de Maguregui. Comenzaba la andadura del Brujo de Munguía. Estuvo dos años en el cargo, pero a finales de la temporada 78-79 fue sustituido por su segundo, tras ser cesado debido a una depresión.

Yosu prueba nuevas experiencias lejos de Cantabria

Cantabria no fue su único hogar. El entrenador vizcaíno probó suerte en Oviedo durante dos años y en el Linares otros tres, ambos en la categoría de plata. Tras este paso por Segunda, Yosu entrenó con al Granada, Alzira, Orihuela y Ponferradina, una de sus épocas más duras, ya que no encontró su lugar en ninguno de estos banquillos.

Tuvo una segunda oportunidad en el banquillo nazarí, que le ayudó a recuperar buenas sensaciones y a recobrar un crédito que parecía haber perdido. Además, allí conoció a Lucas Alcaraz, que sería su segundo desde el 1992 hasta el 1994, cuando dejó el club andaluz.

En 1995 vuelve a Santander el hijo pródigo 

Tras un año en blanco, Nando Yosu recibe la oferta de Vicente Miera para volver al Racing como su ayudante. Pocos meses después le tocó sustituir temporalmente a Miera, tras su polémica con Quique Setién y Tomás González. 

"El Racing es mi vida"

Tras un impás fuera de los banquillos, volvió dos años después para salvar por primera vez al equipo tras la destitución de Marcos Alonso. Su buen hacer le proporcionó la opción de seguir otra temporada, pero sin suerte, ya que en la jornada 16 fue despedido con el equipo en media tabla para pasar a trabajar en los despachos.

Sin embargo, poco después le tocó volver a apagar el fuego que 'asolaba' El Sardinero. Con Piterman al mando de la directiva -y deportivamente también del equipo- ocupó el puesto de segundo entrenador, asesorando a Chuchi Cos. Tras la marcha del ucraniano, Yosu se convirtió en el primer entrenador en 2003, dirigiendo al equipo en la Copa Intertoto hasta la llegada de su pupilo en el Granada: Lucas Alcaraz, quien manifestaba el domingo su lamento por la muerte de su mentor.

Un milagro tras otro, hasta llegar a cinco

El propio Alcaraz contó con la ayuda de Nando, aunque su relación se enfriaría el segundo año. A finales, de la temporada 2003/2004, el técnico granadino fue cesado. El Racing tuvo que recurrir al de siempre para eludir el descenso. Una vez más el Racing se salvaba, una vez más El Brujo de Munguía lo había hecho. Por aquel entonces el racinguismo ya adoraba la figura de este entrenador interino, que en más de una vez afirmó que "el Racing era su vida".

En los últimos años alternó la secretaría con los banquillos

Tras su efímero paso por los despachos, Yosu tuvo que volver a actuar tras la dimisión de otro referente racinguista: Manolo Preciado, que se vio incapaz de afrontar tan difícil situación. Con la ayuda de Merino, que a efectos de dirección manejaba el equipo, Yosu consiguió obrar el último de sus milagros. Por aquel entonces ya se vislumbraban los síntomas de la enfermedad que se le llevaría este fin de semana, por ello su función era esencialmente la de motivador.

Tras esta última hazaña, Nando Yosu pasaría a la secretaría del conjunto cántabro desde 2006 hasta 2009, año en el que finalmente dejaría de unirle contractualmente con el Real Racing Club, porque sentimentalmente fue un amor que perduró siempre, y que el vasco le proferirá para el resto de la eternidad allá donde esté.