Cuando empatas en casa, mereciendo la victoria, siempre hay cosas positivas y negativas. Aspectos o detalles que te pueden hacer crecer, y otros que has de mejorar, pues si no hubiera nada que mejorar, la victoria debería haber sido aplastante, y en el caso de este fin de semana, para el Real Valladolid, no fue así. Se pudo adelantar muy pronto, pero sufrió una desconexión muy crítica durante el primer tiempo, algo que dio alas al rival. En la segunda parte, una desafortunada acción defensiva facilitó la remontada visitante, pero la calidad, el gol y la ambición hicieron acto de presencia y, si no llega a ser por un clamoroso error del linier, los tres puntos se hubieran quedado en Zorrilla.

Roger, el gol

Hasta este punto de la competición, el Real Valladolid había sufrido de un mal muy severo: la falta de gol de sus delanteros. Rodri, el titular, y quizá el que más aporte en otros aspectos, tan solo había anotado cuatro dianas, una cifra muy por debajo de lo esperado. El nueve pucelano, eso sí, puede que sea el mejor delantero en cuanto a movimientos, toque de balón y desmarques se refiere; pero cuando tienes la pólvora mojada, lo normal es que termines en el banquillo. Por eso llegó Roger, aunque fuese el último en llegar a esta parcela. Para hacer gol, y así lo ha demostrado. Tras coger un poco el punto de forma y el ritmo de partidos de Segunda, el valenciano ya está empezando a disparar a las mallas. Tres tantos en dos encuentros para convertirle en la referencia albivioleta.

Pero hay más, Roger no solo es gol, también es asociación y toque, y poco a poco comienza a formarse una sociedad que puede darle muchas alegrías al Real Valladolid. La pareja Juan Villar – Roger se empieza a entender, y así lo demostraron en el choque ante el Numancia. La asistencia del primero, de Juan Villar. Por banda derecha, estos dos jugadores crearon mucho peligro, buscándose el uno al otro. Lo intentó también Rennella por el otro costado, con Mojica y el propio Roger, pero el francoitaliano no está dejando buenas sensaciones en sus primeros encuentros con la elástica blanquivioleta. Aunque, rompiendo una lanza a su favor, protagonizó un par de detalles de mucha calidad, como la asistencia a Juan Villar en el que hubiera sido el gol de la victoria si el asistente acierta y no levanta la bandera.

Problemas sin Álvaro Rubio

En este encuentro, el Real Valladolid abusó del balón largo, es un hecho. Y solo hay una explicación: la suplencia de Álvaro Rubio. Sin él, ni André Leao ni Borja FF fueron capaces de hilar jugadas, de trenzar pases desde atrás para encontrar a los de arriba. Demasiados balones en largo, aunque en ocasiones fueron muy efectivos. Todo cambió con la entrada del riojano al campo, en su partido 300 con el Pucela y tras una atronadora ovación de los más de nueve mil aficionados que coparon las gradas del José Zorrilla. El 18 se incrustó entre centrales, como acostumbra en la salida desde atrás, y pudo asociarse con André Leao y los extremos. Los minutos finales fueron los mejores de un equipo que, además, mostró ambición por conseguir los tres puntos, haciendo olvidar esa falta de actitud que se vio en el último choque en casa.

Con su recuperación, y con la titularidad ya en dos encuentros seguidos de Nikos, Miguel Ángel Portugal parece haber encontrado su once ideal. Aunque todavía queda la incógnita de Rennella, que necesita brillar en un encuentro para dar un golpe encima de la mesa y ganarse ese puesto de indiscutible que, ahora mismo, tienen Rubio y Roger. La opción de Del Moral, una vez que ya se ha recuperado, como segundo punta, puede ser la escogida en la próxima jornada, que enfrentará al Real Valladolid con uno de los rivales directos por el playoff.

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