Corrían los minutos de descuento en el Vicente Calderón, el Atlético ganaba por tres goles a cero y la Real Sociedad hacía tiempo que había bajado los brazos, sabía que no podría hacer nada para no volverse con una derrota a Donostia. Incluso algunos jugadores colchoneros se habían relajado a la espera de que el árbitro pitara el final del partido.

Nada había en juego, nada más que esperar a que el árbitro pitara el final del partido pero, a pesar de ello, el colchonero Augusto Matías, en el último lance del partido, pudo convertir el tramo final del encuentro en una tragedia para un jugador que lo único que esperaba era participar unos minutos con el equipo de su vida, la Real Sociedad.

Un chaval de la cantera que, con tan solo 20 años, viajaba con el equipo a Madrid y disputaba sus primeros minutos con la camiseta de la Real Sociedad en primera división este 2016, Eneko Capilla.

El colegiado prefirió terminar el partido

Fue una acción que ya no tenía cabida en el contexto del partido: un resultado claro de 3-0, nada en juego ya, ni peligro en el área colchonera; simplemente una agresividad y tensión mal entendida en la que el jugador rojiblanco buscó el tobillo de Capilla y lo encontró, dejándolo tendido en el suelo. Así, dolorido por la brutal entrada, vio como el árbitro y el linier miraban para otro lado y daban por terminado el choque, sin consecuencia alguna para la acción del jugador colchonero. Eneko Capilla se quedó tendido en el suelo, dolorido y tuvo que ser ayudado para llegar a vestuarios.

Tras la primera revisión y a la espera de realizarle más pruebas, los médicos informaron que el jugador de la Real Sociedad sufría una torsión traumática en su tobillo izquierdo.

Una disculpa que de poco sirve

Fue una entrada que pudo tener consecuencias muy graves a tenor de las imágenes, una lesión que aún no se sabe que alcance puede tener. La ilusión se convirtio en lesión provocada por una entrada a destiempo, desafortunada y absolutamente evitable. Nunca una entrada de este tipo puede justificarse en un terreno de juego pero, mucho menos, en el contexto en el que se produjo y con el protagonista que sufrió las consecuencias, un chaval ilusionado y de la cantera que, ahora, yace lesionado.

Tras el partido llegaron las disculpas, la visita al jugador y el arrepentimiento pero mucho ayudarían los jugadores si pensaran en las consecuencias de sus actos, más cuando su carrera deportiva, el futuro de los jugadores, más en un joven como Capilla, está en sus piernas. Fair Play.

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