La temporada entraba en su recta final, en los diez últimos partidos que determinarían los destinos de buena parte de los equipos de Primera División. Diez jornadas que, según Luis Aragonés, constituyen un campeonato en sí mismas. Puede que el axioma del Sabio de Hortaleza sea exagerado, pero lo que está claro es que la Liga ha entrado en un momento en que no vale fallar. Y esto lo sabe muy bien el Celta.

Golpe de autoridad tras la goleada

El partido contra la Real Sociedad adquiría una gran importancia tras el brutal tropiezo del Bernabéu que, como todo accidente, requiere de un afán de superación por parte de la víctima que le permita retomar la normalidad. Y esa no es otra que la lucha por los puestos europeos, que se había complicado ligeramente tras dos jornadas sin ganar.

No parece que pueda haber ausencia alguna que haga retroceder a Berizzo, capaz de sacarse de la chistera una alineación con tres o cuatro delanteros

Sabedor de que nadie entendería un paso atrás ante la ausencia del Tucu Hernández y Orellana, Eduardo Berizzo fue valiente una vez más, y los suplió con los jugadores más ofensivos de su elenco: Radoja Y Guidetti entraban al once para acompañar a Marcelo Díaz, Iago Aspas, Nolito y un Daniel Wass que se está convirtiendo en el sustituto perfecto para Orellana en la mediapunta. No parece que pueda haber ausencia alguna que haga retroceder a Berizzo, capaz de sacarse de la chistera una alineación con tres o cuatro hombres netamente ofensivos.

Sin timón

Sin embargo, una cosa es proponerse algo y otra muy diferente conseguirlo. El planteamiento era valiente, el Celta buscaba la pelota sin disimulo para incomodar a su rival desde la posesión y generar ocasiones. El mismo guion que se lleva viendo en Balaídos, e incluso lejos de Vigo, durante toda la temporada. Pero lo cierto es que, al cambiar las piezas, el engranaje lo acusó. Radoja y Marcelo Díaz, que irrumpió como una locomotora pero está acusando la falta de forma por culpa de su lesión, son un buen doble pivote de contención, pero tienen más problemas a la hora de hacer circular el balón. Con Wass en la mediapunta y, sobre todo, sin el Tucu, el Celta no fue capaz de ganar la batalla del centro del campo, lo que despojó al equipo de su habitual frescura a la hora de surtir de balones a sus delanteros.

Con Wass de mediapunta y, sobre todo, sin el Tucu, el Celta no fue capaz de ganar la batalla del centro del campo

La sombra del internacional chileno es alargada, y las semanas que se avecinan sin su concurso pueden hacerse eternas mientras el equipo trata de sobrevivir sin él. Cierto es que también se notó, y mucho, la ausencia de un Orellana que no está pasando por su mejor momento, pero que nunca se esconde y pide la pelota sin desmayo. Era un problema menor ya que, cumplida su sanción, el Histórico volverá al equipo en la próxima jornada.

La pegada del candidato

Con el partido trabado y dos equipos sin ideas sobre el césped, o sin manera de llevar sus ideas a la práctica, al Celta no le quedaba otra que encomendarse a sus jugadores más talentosos. Ya se comentaba en estas líneas tras la importante victoria en Getafe, muy similar a esta contra la Real, que el Celta llegaba al tramo final de la Liga con los colmillos afilados, al menos en lo que se refiere a sus delanteros.

La vaselina de Aspas es complicada y meritoria, pero más aún teniendo en cuenta las circunstancias del partido

Ante la Real no estaba Orellana, y Nolito dio una nueva lección de insistencia en volver a ser el mismo de antes de la lesión, sin excesivo éxito. Pero el de Sanlúcar tiró de repertorio y, ante la imposibilidad de marcar, sí que participó en la jugada del gol con una importante asistencia al héroe de la tarde. Iago Aspas, que está tirando del carro en los últimos partidos desde la banda derecha, se encargó del resto, haciendo otra obra de arte como más le gusta, de vaselina ante el portero. La jugada en sí es complicada y meritoria, pero aún más teniendo en cuenta las circunstancias del partido, y que valió para romper un empate que parecía inamovible. Da una idea de la confianza que, hoy por hoy, tienen unos delanteros a los que les están saliendo las cosas. Y eso es fundamental para un equipo que quiere mantener el ritmo en la lucha final por entrar en Europa.

La carrera final

La victoria ante la Real deja varias lecturas. En el debe del equipo queda su versión más dubitativa, especialmente en un centro del campo huérfano del Tucu Hernández, hoy en día fundamental para el plan de juego. En el haber, tal y como reconoció Berizzo tras el choque, su capacidad para sobreponerse a una situación difícil y conseguir tres puntos más, que lo mantienen en una lucha por los puestos europeos que se presenta apasionante. Y también la enorme pegada que tiene este grupo de jugadores con un inmenso talento y, sobre todo, confianza en sus posibilidades.

Pero el objetivo no está conseguido, ni mucho menos. El grupo de equipos que luchan por acabar la Liga entre los siete primeros se ha distanciado de sus perseguidores. El Celta sigue como puede el ritmo de un Sevilla y un Athletic que no aflojan, y parecen en el mejor estado de forma de la temporada. Y precisamente es el Sevilla quien puede anular la posibilidad de que la séptima plaza, que ocupa el Celta ahora mismo, dé acceso a Europa. Ocurriría si los hispalenses cazan al Villarreal y acaban cuartos. También si el Valencia gana la Europa League. En todo caso, y aunque el Celta consiga el pase como séptimo, tendría que jugar rondas previas a partir de julio, un escenario que ningún técnico ni dirección deportiva desean. A falta de nueve jornadas, y recién empezada esa otra Liga de Luis Aragonés, todas las posibilidades siguen abiertas. Para evitar quebraderos de cabeza, el Celta haría bien en luchar por el sexto puesto. Para ello llega con que siga ganando, aunque sea sin brillo. Quien sabe si así podría tener a tiro incluso el cuarto puesto, que ahora mismo está a ocho puntos.