La UD Las Palmas de los años 80 nunca podrá asemejarse a la de finales de los 60 o a la de la década de los 70 en cuanto a grandeza, éxitos, logros, tanto personales como colectivos, y reconocimiento a nivel nacional se refiere, pues en ambas etapas tuvieron lugar el alcance de las mayores cotas en la historia de la entidad fundada en un no muy lejano año 1949: el subcampeonato de Liga de 1969, el tercer puesto del 68, la disputa de hasta tres ediciones distintas de la Copa de la UEFA por parte un equipo humilde y de gen canario casi en su totalidad (69/70, denominada Copa de Ferias en ese momento, 72/73 y 77/78), las semifinales de la Copa del Generalísimo de 1974 o la mismísima final de la 'renacida' Copa del Rey en el 78 (dos años y medio después de la muerte del dictador Francisco Franco) ante todo un FC Barcelona en el Estadio Santiago Bernabéu.

Pero sí algo no se le puede negar a la disciplina de Pío XII es el hecho de que, en la década de los 80, si bien fue una época algo gris para los intereses de un equipo que se había convertido en uno de los principales clubes de la élite futbolística nacional de los tiempos más recientes, son las victorias heroicas y épicas ante los equipos grandes de la categoría. Equipos con los que hasta hacía no mucho se llegaba a codear por el título de Liga pero que en esos momentos los miraba desde una perspectiva mucho más baja, como si de titanes se trataran.

El triunfo ante el Valencia en el 82 supuso uno más de esos grandes triunfos locales de la UD ante equipos grandes en la década de los 80

La victoria por tres goles a cero al Valencia en la vigésimosexta jornada de la temporada 1981/1982 se podría asimilar, con pequeñas diferencias, eso sí, a las que se produjeron contra el Real Madrid a finales de 1980 (1-0) y en la temporada 85/86, remontando en cinco minutos una desventaja de dos goles (del 1-3 en el minuto 82 se pasó al 4-3 en el 87); a las que se dieron contra el FC Barcelona a finales del año 1982 (2-1) y en la ya mencionada campaña del 86 con uno de los encuentros que más emoción y nostalgia despierta en el aficionado amarillo (3-0); o el 2-1 en noviembre de 1981 a un Athletic Club que en poco tiempo viviría sus momentos más exitosos de los últimos tiempos (las ligas del 83 y el 84 y la Copa del Rey también en este último año).

La UD de aquel último día de febrero, como se ha dejado entrever, era distinta a la anterior. Acumulaba dos temporadas consecutivas sufriendo por permanecer en la categoría, sacándole el máximo rendimiento a los encuentros que jugaba en El Insular como principal vía de escape del infierno de Segunda División. Además, estaba a punto de experimentar el final de su etapa dorada, la que vivió desde el año 1964 al año 1983, disputando 19 campañas sin interrupción alguna en la categoría de oro. Mientras, el Valencia arribaba a Gran Canaria sin algunas de las estrellas de los últimos cursos 'chés' (Kempes, Rainher Bonhof o Fernando Morena ya habían abandonado la capital del Turia) tras conseguir reconducir, entre finales de los 70 y principios de los 80, un rumbo que parecía haberse perdido con la conquista de la Copa del Rey en 1979 y de la Recopa y la Supercopa de Europa en 1980.

A la vigesimosexta cita llegaban los 'pío-pío', comandados por el técnico hispano-paraguayo Heriberto Herrera, situados en la decimoquinta plaza con 21 puntos, a tan solo uno de los puestos de descenso (en aquella época, 18 eran los equipos totales en Primera, no 20 como actualmente) y tras perder en La Romareda ante el Real Zaragoza por 1-0 con un gol postrero del ariete Raúl Vicente Amarilla. Por su parte, el conjunto entrenado por Manuel Mestre aterrizaba en el archipiélago en cuarta posición, en su particular lucha por conseguir una plaza europea para la siguiente temporada y después de vencer por la mínima al Cádiz (1-0) culimando una racha de tres encuentros consecutivos sin conocer la derrota ni el empate.

Alineaciones del UD Las Palmas 3-0 Valencia CF correspondiente a la 26ª jornada de la temporada 81/82

El transcurso de la primera parte fue la propia de un encuentro en el que uno de los dos equipos se muestra altamente confiado y acomodado con el resultado y con la situación ansiosa de un rival que poco tiene que perder, mientras que este último, ante el nerviosismo y la poca seguridad que impera en el mismo, no es capaz de encontrar soluciones por muy grande que sean su empeño y su esfuerzo. El caso del primer equipo es el del Valencia, cuya actuación en el recinto del barrio capitalino de Ciudad Jardín fue decepcionante con respecto a las expectativas que se depositaban sobre un conjunto que tan solo andaba por detrás de los tres principales clubes de aquel curso (Barcelona, Real Madrid y Real Sociedad), hasta el punto de que apenas puso a prueba Juan Antonio Pérez en toda la noche y decidió dar más importancia a la seguridad y la tranquilidad defensivas que ir decididamente a por el partido.

Sosa primera parte en el Insular con un decepcionante Valencia y una inútil UD Las Palmas

El segundo fue el caso de una UD que modificó radicalmente su imagen en el segundo tiempo, en vistas de que con presión añadida y con poca cabeza en sus intentos sería muy díficil de sacar algo óptimo ante un contrincante capaz de llevarse el duelo por acciones meramente individuales y aisladas. Sin embargo, un hecho inesperado contribuiría en gran parte a que el panorama cambiase. La entrada al terreno de juego del joven centrocampista de 25 años, Francisco Castellano Rodríguez, desestabilizaría a un nulo y casi inexistente Valencia .

Una estrategia que le salió a la perfección a Heriberto Herrera, entrenador que ya había dirigido a la UD en una etapa anterior (en la campaña 75/76), y también al Valencia, siendo destituido a mediados del curso 76/77. Castellano se intercambiaría la posición constantemente con Pepe Juan, habilidoso y dinámico jugador de banda donde los hubiera, consiguiendo, de esta manera, una mayor fluidez en el juego de ataque canario. Sería en el minuto 66, y tras serle anulado un gol minutos antes a Luisinho Lemos, cuando el ya mencionado Pepe Juan lograría el primer tanto del partido desde los once metros.

La aportación de Francisco Castellano desde el banquillo y la gran actuación de Juani Castillo, presente en los tres goles, claves en el resultado final

Un penalti precedido por una jugada colectiva grancanaria que finalizó con un pase en largo medido al corazón del área valencianista donde Juani Castillo recibiría el cuero ante el acecho de los zagueros 'chés'. El centrocampista y canterano amarillo dispararía con dureza ante la salida de Sempere, cayendo de nuevo el esférico a sus pies tras la gran atajada del guardameta español. Castillo, tras recibir el rebote, accedía ya a marcar a puerta vacía cuando el arquero eldense, en un intento por evitar un tanto que ya se cantaba en las gradas isleñas, realiza una dura entrada por detrás, siendo señalada la acción como pena máxima.

Fuente del vídeo: Dailymotion

Se liberaba y se desahogaba Las Palmas con ese gol. Una auténtica liberación ver como Pepe Juan anotaba con un disparo raso ajustado al lado derecho de José Manuel, iniciando así un vendaval amarillo que no se diluyó hasta los minutos finales. A través de constantes contragolpes los palmenses destrozaron a un Valencia roto y desorientado, y en apenas cuatro minutos se sentenciaba definitivamente el duelo. En el 84', tras una abertura hacia el pico derecho del área de Castillo, Luiso Saavedra recibía, disponiéndose este a definir a tan solo unos metros de la portería con un recorte y un tiro centrado que repelió Sempere pero que rebotó oportuna y afortunadamente, para los intereses amarillos, en el cuerpo de Lemos que hacía, de esta manera, el segundo.

Y en el 88', de nuevo por medio del contraataque y con la colaboración estelar de un impeutoso y vetiginoso Felipe Martín, asistente de lujo en esta ocasión, sería Juani Castillo, destacado protagonista también durante los 90 minutos, el encargado de realizar el tercer tanto con un obús desde lejos, con bote incluido, que sorprendió al meta blanquinegro.

Dos puntos de oro para los canarios que subían dos puestos en la tabla clasificatoria, hasta el decimotercero, y que les hacía experimentar una subida de autoestima considerable para afrontar el último tercio de competición con mejores sensaciones. Al término del curso, ambas escuadras acabarían cumpliendo sus objetivos: los murciélagos se clasificarían para la duodécima edición de la Copa de la UEFA gracias al quinto puesto final, mientras que los canarios seguirían un curso más en la máxima categoría tras quedar empatados a puntos con el Cádiz, siendo tanto el golaveraje particular (los amarillos vencieron por dos goles a cero en El Carranza y en El Insular) como la diferencia general de goles (-12 para los isleños y -16 para los andaluces) los factores que marcaran las diferencias.

Cosas del destino, la siguiente temporada Valencia y Las Palmas lucharon hasta la última jornada por no descender. De hecho, ambos quedaron igualados a puntos (25) al término de la trigesimocuarta y última jornada y habiéndose empatado ambos encuentros directos (0-0 en Mestalla y 1-1 en Gran Canaria). Sin embargo, la ya mencionada diferencia general de goles, esa que en parte había salvado a la Unión Deportiva justo un año antes, fue la que determinó quien de los dos bajaba a la categoría de plata (-14 para los valencianistas y -23 para los amarillos). Una pugna, como se puede ver en todo lo comentado, histórica y agerrida.

Datos y estadísticas recogidos en BD Fútbol, Ciberche.net y Wikipedia

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Sobre el autor
Miguel García
Redactor en la sección de Las Palmas y Periodismo en la ULL. Natural de Gran Canaria pero residente en Tenerife durante el curso. El fútbol y la UD Las Palmas como pasiones.