El Ebro - Gernika era un partido que se preveía muy competido, ya que ambos comparecían al mismo igualados a casi todo en la clasificación, idéntica puntuación y por si fuera poco, en la ida celebrada en el campo de Urbieta, también se dio un empate sin goles. Sin embargo, el Ebro no dio el menor resquicio a la emoción, decantando la contienda claramente a su favor.

Aunque el primer susto lo protagonizaron los vizcaínos, antes incluso de llegar a los sesenta segundos iniciales. Santamaría obligó a Montoya a demostrar que desde el inicio estaba con los reflejos adecuados. Esta temprana ocasión pareció encender los ánimos de los equipos, que protagonizaron un primer cuarto de hora muy agradable para el respetable, con el balón yendo de forma presurosa de un campo a otro. El Ebro devolvió la ocasión al Gernika, con un fuerte tiro de Reche, que con el efecto hacia fuera de portería, hizo que se alejara por poco de la misma.

Los de casa ya habían visto en este tramo inicial que la banda derecha de su ataque podía ser una vía de generación de peligro, ya que Kevin Lacruz se mostraba muy superior a su par. Tras superarlo en una primera oportunidad por velocidad, en la segunda, iba a ser la manera en la que llegase el gol. Fue una jugada que inició Moustapha con uno de sus enésimos robos en mitad de campo, se la cedió a Kevin Lacruz, para que éste desbordase a Gorka, pusiera un centro impecable, respondido de manera no menos excepcional por un cabezazo certero de Edu García.

El tanto desató a los de Larraz, que vivieron unos minutos de plenitud de juego, tocando mucho y bien Kevin Lacruz pudo duplicar su cuenta goleadora, en un lanzamiento desde dentro del área tras cesión de Edu García, pero su tiro salió centrado, permitiendo a Altamira despejar con los puños. El huracán seguía desatado, y de nuevo el meta vasco tuvo que evitar desastres mayores, sacando con la mano, un centro del capitán Gil, que llevaba la peor de las intenciones.

La imagen mostrada merecía algo más que irse a vestuarios con un gol de diferencia, y esta vez la justicia hizo honor a su nombre, permitiendo que el 2-0 fuera el resultado parcial. Ese gol nació de un balón en largo de Sergio Martínez, que peleó con su garra de siempre Gabarre ante dos defensores del Gernika. El esférico quedó suelto dentro del área, y Kevin Lacruz, atento a la jugada, y viniendo desde atrás, la cruzaba al palo izquierdo de la portería del guardameta Altamira.

Con un par de tantos de diferencia, el Ebro manejó el resto de partido a su total antojo. Las llegadas a puerta vasca quizá ya no fueron tan cuantiosas como en la primera mitad, pero nunca dio la sensación que el Gernika iba a dar la vuelta al choque, ni tan siquiera entrando con un tanto al mismo.

Las contras peligrosas fueron las protagonistas del peligro local. Ahí se pudo ver a un Adán Pérez que protagonizó varias opciones de peligro, aunque el delantero no tuvo una matinal afortunada, demostrando que aún le queda esa chispa de quien ha estado varios meses en el dique seco.