Otra vez. Lo mismo de siempre. La afición del San Fernando Club Deportivo salía rumiando su desdicha del Polideportivo barreño de San Rafael. Los propios jugadores isleños finalizaban el encuentro con caras de frustración, mientras que la hinchada local daba por bueno el punto y preguntaba a los forasteros si era esta la tónica habitual de la temporada en el equipo de Méndez. La respuesta, para desgracia azulina, era un sí rotundo.

En 1886, el escritor Robert Louis Stevenson publicaba en Londres la novela de El extraño caso de  Doctor Jekyll y Mister Hyde. En ella, un abogado trata de averiguar la misteriosa relación existente entre su viejo amigo, Henry, un reconocido científico, y el malvado Edward Hyde, responsable de varios asesinatos.

El relato demuestra que Jekyll había inventado un brebaje para convertirse en Hyde y así poder entregarse a los placeres prohibidos de la sociedad, El problema  llega cuando  éste último se resiste a marcharse del cuerpo del científico, que no encuentra otro remedio que suicidarse al percatarse de que su lado maligno ha vencido esa pugna interior.

Extrapolando a lo meramente futbolístico, algo muy similar le ocurrió esta calurosa mañana de abril al San Fernando en Los Barrios. El equipo de Méndez enamoró durante los primeros compases del choque siendo un equipo superior a su rival, pero perdonó la vida al enemigo cuando éste estaba groggie. Y ya se sabe que, en este deporte, casos así se acaban pagando.

Enamorar y perdonar

Para poner al lector en situación, cabe resaltar que el partido fue intenso, entretenido. De poder a poder y con pocos momentos de aburrimiento. De hecho, en el primer minuto de juego, Antonio Jesús  tuvo que dejar su sitio a Juanjo al notar un tirón muscular que le hizo pedir el cambio de inmediato. No empezaban las cosas, así pues, demasiado bien para el cuadro de Johnny, que veía intranquilo en su zona técnica, como el San Fernando se encontraba demasiado cómodo.

Así era. El Club Deportivo encarnaba la personalidad del Doctor Jekyll a la perfección. Aplicado, correcto y a veces brillante. Lolo Garrido y Pablo Vázquez en la medular controlaban la situación y Carlitos, por delante, mostraba sus credenciales para convertirse en el mejor jugador del partido. El chiclanero, en zona de tres cuartos, maravilló mientras al San Fernando le duraron las fuerzas. Ñoño y Francis en las bandas y arriba Edgar inquietaron a Chechu con disparos con intención en la antesala del 0-1.

Ñoño y Carlitos capitaneron a un San Fernando muy superior en los primeros compases

Precisamente, la diana azulina hoy recordó al San Fernando que gozaba de una facilidad pasmosa para anotar. Buen movimiento de Edgar para atraer a la defensa y dejar el esférico en posición ventajosa para Carlitos. El chiclanero, con su gran visión de juego, ve a la perfección el desmarque de Ñoño por la izquierda y envía el cuero al espacio.  

El resto, de manual. El veloz extremo cañaílla ganó en carrera a su par, lo tumbó dentro del área y armó su pierna derecha para batir a Chechu y recuperar sensaciones. Parecía que hoy sí. Que el Doctor Jekyll iba a ganar la partida.

Foto: San Fernando CD
Foto: San Fernando CD

Y es que el San Fernando no se relajó. Con la experiencia de las últimas jornadas, Méndez ordenaba a sus hombres que siguieran así. Los azulinos presentes en la grada pedían lo mismo a gritos y se llevaban las manos a la cabeza por las oportunidades desperdiciadas.

Carlitos, en apenas tres minutos, desaprovechó dos tantos que nadie imaginaba que podían ser decisivos. El 19 isleño mandó arriba una volea a bote pronto tras centro de Ñoño y no tuvo ese instinto asesino dentro del área en un uno contra uno ante Chechu.

Parecía que el gol de la tranquilidad iba a llevar cual fruta madura, por mera insistencia, pero incomprensiblemente, éste se resistió. Incluso entre Ñoño y Carlitos desperdiciaron una oportunidad de oro para batir al portero local cuando se encontraban sin marcaje alguno. Sin embargo, el 0-2 no llegó y la Unión Deportiva Los Barrios agradeció que le dejaran con vida.

Mazazo sin respuesta

Los campogibraltareños, a partir de ese momento, se encomendaron a un inspiradísimo Antoñito para poner en serios aprietos a Zamora. Fue el mediapunta cedido por el Algeciras quien se echó al equipo en la espalda e inquietó a la defensa enemiga con sus acciones rebosantes de electricidad.

Los Barrios pudo llevarse el encuentro tras un gran arranque de segundo acto

Arrancó el encuentro escorado en la banda izquierda, donde se las vio con otro joven valor como Mario, pero no le hacía ascos a buscar la zona central para distribuir juego. Una combinación entre él y Juan Llaves estuvo a punto de acabar en el empate de no ser porque Amarito cortó providencialmente el pase de la muerte del delantero.

El San Fernando había perdido consistencia en el centro del campo, quizás por falta de aire en sus pulmones y el descanso parecía un oasis en pleno desierto. Míster Hyde sonreía. Otra vez estaba presente e imponía su ley en el juego azulino.

En el 45’, otra ley, la de Murphy, se cumplía. Si algo puede salir mal, saldrá mal: escapada por banda izquierda de Juan Llaves y pase atrás, con todo a favor, a un Domingo Ferrer que no falló. Gol psicológico donde los haya.

Foto: deportedelaisla.com
Foto: deportedelaisla.com

Probablemente uno de los principales problemas del San Fernando este curso sea su fragilidad mental. La poca confianza en sus posibilidades para revertir una situación adversa como la vivida esta mañana en Los Barrios.

Sin ir más lejos, el mazazo del empate provocó que el cuadro local comenzara el segundo acto totalmente crecido y sacando del partido a un rival al que le costó reengancharse al duelo.  Para más inri, un posible penalti por manos de Gabi encendió a la afición local que veía como los pupilos de Johnny ganaban prácticamente cada balón dividido.

Méndez debía reaccionar y lo hizo. Fuera Francis y dentro Tati para dotar de algo más de chispa a la zona atacante. El ex de Betis y Sporting se colocó en la banda izquierda y desplazó a Ñoño a la derecha.

Aun así, la situación no varió lo más mínimo, ya que Ezequiel, corpulento mediocentro barreño, estuvo a punto de mandar a la red un esférico botado desde la esquina que se paseó por el área de Zamora. Y, por si fuera poco, Juan Llaves, ya en el minuto 71, anotó un gol que no subió al marcador por fuera de juego.

Querer no siempre es poder

Poco antes de ese susto, Jorge Herrero, que había sido duda durante toda la semana por unas molestias ingresó en el verde para tratar de darle más consistencia a un centro del campo que se había diluido. Lolo Garrido fue incapaz de mantenerse al mismo nivel del inicio por el cansancio y eso lo notó su equipo, que creció con la entrada de su relevo. Tanto fue así que Los Barrios volvió a verse encerrado en su área en la recta final. Un verdadero encuentro capicúa que, en el lado azulino, se llevó el citado Edward Hyde.

Y es que en el último arreón, el San Fernando fue incapaz de batir a Chechu. Lo intentó por activa y por pasiva, pero no encontró red. Cuando no le sobraba un regate, le faltaba un centímetro más de pie y, cuando no, el esférico se marchaba fuera inexplicablemente o Chechu se crecía para abortar el tanto.

Tati mandó a las nubes la ocasión más clara del San Fernando en la recta final de partido

Así, Ñoño comenzó el asedio con un lanzamiento al lateral de la red justo antes de la ocasión más clara del encuentro. El propio Ñoño, desde la derecha, precisamente la banda más utilizada por los azulinos por la entrada de Ceballos por Mario, lanzó un centro pasado al segundo palo, donde Tati llegaba en carrera.

Coser y cantar para un jugador de su nivel y experiencia, pensarán. En absoluto. El balón traicionó a Maldonado justo en el momento en el conectó el disparo y éste no pudo salir peor. El San Rafael, que había contenido la respiración en ese instante, estalló en protestas desesperadas y suspiros de alivio.

Foto: San Fernando CD
Foto: San Fernando CD

Pero no fue la última bala de Tati, ya que poco después optó por buscar la colocación en un tiro desde la frontal que no molestó excesivamente al arquero. Precisamente, Chechu fue el encargado de evitar que el sorprendente lanzamiento de falta de Carlitos acabara en la red con una estirada a córner.

El chiclanero personificaba a la perfección el estado de ánimo de su equipo. Miraba desolado al banquillo, a sus compañeros, que, inquietos, merodeaban por la zona técnica tratando de anotar el gol. No ya un gol cualquiera, sino ese gol tan decisivo como necesario que permita al San Fernando despertar del prolongado letargo en el que está sumido.

Hyde volvió a ganar a Jekyll. ¿Será capaz el científico de encontrar el brebaje para vencer a su enemigo y asegurar su presencia en la fase de ascenso a Segunda B? En siete partidos se resolverá este extraño caso…