No es algo nuevo. Sucede cada cierto tiempo, cuando llega una fecha marcada en rojo en el calendario. Uno de esos partidos mediáticos que a todo futbolista le gusta jugar, pero que pone a prueba su temple, su capacidad para soportar la presión. Es entonces cuando el Celta se queda un peldaño por debajo del nivel que realmente puede dar. No es una cuestión física o futbolística. Es un bloqueo mental, que le impide rendir al máximo. Y se produce cuando el equipo realmente se convence de que tiene serias opciones de victoria. Por eso no ocurrió contra el Barcelona en la sexta jornada, cuando el Celta tenía mucho que ganar y nada que perder, o en la Copa en el Vicente Calderón, tras un empate en Vigo que lo dejaba contra las cuerdas. El bloqueo apareció en un derbi de Riazor a priori desigual tras las dos victorias del año pasado; y también en Sevilla, en una semifinal de Copa a la que llegaba lanzado tras la machada del Manzanares; y, por supuesto, en el Camp Nou y el Bernabéu, donde llegaba el equipo que le había pintado la cara al tricampeón. Y es por todo esto que el derbi de Balaídos se podía ver como una oportunidad para alejar fantasmas pasados, y para dar un golpe encima de la mesa, para mostrarse como el equipo peligroso que refleja la clasificación de la Liga.

Sorpresa en el once

Cuando la tesis de un análisis como este se basa en el aspecto mental, se pueden sacar lecturas de cualquier aspecto que intervenga en el juego. Y el equipo titular de Berizzo puede ser uno de ellos. El técnico se decantó por introducir a Bongonda en el once titular como premio al buen desempeño del belga, aunque ello implicara prescindir de su nueve titular de los últimos tiempos, un John Guidetti que está respondiendo a la confianza con goles. Este movimiento podría interpretarse como un involuntario paso atrás de un equipo que siempre sale con todo el arsenal arriba.

El derbi de Balaídos se podía ver como una oportunidad para alejar fantasmas pasados, para dar un golpe encima de la mesa

Sea como fuere, lo cierto es que el Deportivo ganó la partida desde el inicio del choque, y gozó de las oportunidades más claras, incluído el gol que lo ponía por delante y que hurgaba en el nerviosismo vigués. Tampoco ayudó el hecho de que Berizzo no podía contar desde el inicio con dos de las piedras angulares de su centro del campo, el lesionado Marcelo Díaz y un Tucu Hernández que llegaba entre algodones. La realidad es que el doble pivote formado por Wass y Radoja no fue capaz de ganar la batalla del centro del campo, y de ahí nació buena parte del problema.

Los síntomas del enfermo

El Celta se ha hecho un equipo tan previsible como imparable basando su juego en la acumulación de hombres talentosos y ofensivos, y en un estilo combinativo entre ellos a un nivel y con una intensidad que son difíciles de contrarrestar. Sin embargo, cuando se encuentra inmerso en un partido en el que no le salen las cosas según lo previsto, ese mismo estilo empieza a dar síntomas de falta de frescura pero, sobre todo, de falta de paciencia. Así ocurrió ante el Deportivo, tal y como reconocería Berizzo tras el partido.

A pesar del efecto balsámico del gol de Nolito, en el momento en que peor lo estaban pasando los celestes, la mejoría de juego no se plasmó en ocasiones claras de gol. De hecho, la lesión de Germán Lux se convirtió en un lastre para el Celta, que vio cortado su mejor momento del partido con la entrada de las asistencias y el posterior cambio del portero, y no fue capaz de aprovechar la teórica ventaja de enfrentarse a su suplente, Manu, al no conseguir chutar entre los tres palos con el asturiano en el campo.

El factor diferencial

A pesar de todo, hay que subrayar que la unidad de ataque del Celta sigue manteniendo su capacidad de crear peligro. La enorme calidad que atesora su tridente, Aspas-Orellana-Nolito, le permite hacer daño aún cuando no es capaz de hilar fino en los últimos metros. El derbi se pudo haber escrito de un modo muy distinto si Nolito no se hubiese sacado de la chistera un auténtico golazo a pase de Orellana. Al primer toque, como más daño hace, colocó el balón en la escuadra de Lux dando el pistoletazo de salida a un partido totalmente nuevo. Fue un gol en el momento oportuno, justo cuando los coruñeses amenazaban con poder dejar el partido sentenciado en cualquier momento. Los deportivistas afirmaron respetar el poderío atacante celeste durante la semana y, aun sin hacer un gran partido, Nolito demostró que no se equivocaban.

Berizzo, engullido por la marea

Una vez más, se puede poner en el debe del técnico su gestión de banquillo. En un partido en el que el Celta careció de la fluidez que lo caracteriza, en gran parte por haber perdido la batalla del centro del campo, Berizzo no movió su banquillo hasta el minuto 73, ya contra diez tras la expulsión de Arribas. La entrada de Guidetti reforzó la delantera, pero el doble pivote se mantuvo inalterable hasta el minuto 89, cuando Pablo Hernández sustituyó a Wass.

La enorme calidad que atesora el tridente Aspas-Orellana-Nolito le permite hacer daño aún cuando no es capaz de hilar fino en los últimos metros

Berizzo suele guiarse por el momento de su equipo en el partido. Si el Celta consigue la posesión, y lleva el balón cerca del área rival, el técnico aguanta y retrasa sus cambios. Esa suele ser la tónica de los minutos finales cuando el equipo no va por delante en el marcador. Pero eso no significa que esté dando respuesta adecuada a los problemas a los que se enfrenta. Es en estas ocasiones cuando puede ser necesario un cambio, aunque corte el ritmo de ataque. Y quizás el empate del derbi contra un rival en inferioridad era una de esas ocasiones, aunque nunca se sabrá.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...