Llegó el Barcelona a Riazor, sintiendo el aliento de sus perseguidores, para espantar fantasmas y reconducir la deriva de los últimos partidos; y no falló en tierras gallegas, que con una goleada de espanto da portazo a las nefastas sensaciones con las que afrontaba la última recta de la temporada. El Deportivo puso la mejilla, y aún destilando audacia y pundonor en muchos momentos de la primera mitad, los de Luis Enrique pasaron por encima del entramado táctico de Víctor Sánchez, muy trabajado durante los últimos días pero que no sirvió para frenar un tridente que esta tarde anotó hasta ocho tantos.

Presentó novedades en el once el técnico coruñés, superpoblando el centro del campo con Bergantiños y Cani acompañando al pivote habitual de Mosquera y Borges. Buscó al Barsa delante, en la construcción del juego, con un ritmo alto de presión y saliendo rápido a los espacios, y por momentos lo consiguió; pero Suárez se impuso a Sidnei en un saque de esquina, que tras las protestas del central brasileño, pidiendo falta, ponía por delante a su equipo. No desesperó el bando blanquiazul, que siguiendo a pies juntillas las consignas de su técnico, perseveraron en la presión alta y la solidaridad entre líneas. En una de estas la tuvo Lucas, que picando la pelota por encima de la zaga, dejaba solo a Borges ante Bravo, que se confió, pero el costarricense no acertó a rematar.

Comenzaban los nervios en el banquillo catalán, necesitado de una victoria plácida, cuando el partido se volvía un correcalles, con Borges de nuevo superando a Mascherano, que por más que sorteó a Bravo, no consiguió batirlo en un remate a la media vuelta. Los herculinos enontraban en forma de ocasiones las virtudes de su táctica, que además de la defensa blaugrana, por momentos blanda, hizo creer a un Riazor pletórico que rugía y apretaba en una gran cita. Pero Messi tuvo espacio para levantar la cabeza, y aunque no esté fino, es un lujo que ningún equipo se puede permitir; y el Dépor lo pagó al encontrar el argentino a Suárez, que no le hizo ascos, y doblaba la distancia en el marcador.

Se encontró el Barsa aliviado, que después de un mes nefasto, tenía un respiro al encontrar el olfato goleador, esta vez el de Suárez; y la clarividencia de Messi, que desde atrás todo lo ve. Se desprendía así Luis Enrique de pesadumbres anteriores, recuperando activos imprescindibles para salvar la temporada después del fiasco en el Calderón.

Bajó los brazos el Deportivo, sin frescura en los últimos metros, y cada vez más plano en la salida del balón

Los herculinos mantenían la esperanza tras el descanso, saliendo con la presión alta y con profundidad para romper las líneas defensivas; pero dos minutos tuvieron que pasar para que el líder de la Liga, por medio de las botas de Rakitic, diese carpetazo a la primera de las cinco finales que le quedan por delante para revalidar el título. Otra vez la sombra de Suárez rondó el área, pero éste vio a al croata, sin marca en el segundo palo, para rematar a placer y firmar el tercero.

Bajó los brazos el Deportivo, sin frescura en los últimos metros, y cada vez más plano en la salida del balón. El Barcelona en cambio, destapó el tarro de las esencias, cómodo en la debacle herculina y con Messi entonado, rápido en la conducción, y preciso en la asistencia. Se uniría a la fiesta tras una diablura de Suárez en el área gallega, el uruguayo se zafó de Sidnei y le dejó el gol en bandeja al argentino con un pase de la muerte. Antes haría Suárez el tercero, tras un regalo de Neymar en el área; y más tarde el cuarto en su cuenta personal, después de que Bartra penetrase por todas las líneas del blanquiazules, entrando hasta la cocina para batir por bajo a Manu, evidenciando la desnudez del Deportivo en la tarde de hoy.