Salía en el minuto 63 en Mestalla, con un marcador cláramente adverso de cuatro tantos valencianistas sobre ninguno del Eibar, con un partido donde los armeros no habían lucido su mejor imagen precisamente, con una grada encendida y volcada con su equipo, que presionaba con firmeza para evitar que los de Ipurua reaccionaran y trataran de meterse en el partido.

No obstante, lo volvió a hacer. Sergi Enrich aportó esa vitalidad que se espera de un atacante cuando sale desde el banquillo, se ofreció, peleó cada balón, asumió responsabilidades y contagió una notable mejoría al resto de su equipo, tal y como le hemos visto hacer en varios partidos a lo largo de su estancia en el Eibar.

Nada más salir él, los vascos empezaron a generar ideas, teniendo la primera Escalanta al minuto de que Enrich saltase al terreno de juego.  También tuvo la suya Inui, que se topó con los puños del mejor Diego Alves, que ha recuperado el nivel demostrado en la temporada pasada hasta el desdichado momento en el que el destino decidió que se retirara lesionado en el estadio del Almería. Incluso el propio Sergi pudo anotar tras cazar un rechace dentro del área, pero el remate fue blocado por la zaga local.

Y pese a que el Valencia siguió siendo el que mantuvo el partido bajo un relativo control, no pudo atacar del mismo modo que había tratado de realizar en momentos previos a la entrada del atacante nacido en Menorca, porque la amenaza que este suponía provocó que los chés recularan para tratar de mantener la portería a cero.

Ya acercándonos al final del encuentro, acabó probando suerte Keko, quien no pudo poner el tanto de la honra para su equipo, que mejoró notablemente con la entrada de Sergi Enrich a los terrenos de juego.

Sin duda, el entusiasmo que pone Sergi sobre el terreno de juego no pasará desapercibido para Mendilibar ni para la afición de su equipo, que ya puede afrontar los partidos que restan de competición con la seguridad de que disfrutarán de una de las mejores ligas del mundo la próxima temporada.