El Levante debía ganar el encuentro contra el Athletic Club en el estadio Ciutat de València para seguir vivo en la lucha por la permanencia en Primera División. Tras la dolorosa derrota por 5-1 del pasado jueves en Los Cármenes en el duelo frente al Granada, el conjunto granota quería lavar su imagen ante su afición, una hinchada dolorida que mostró su indignación cuando sus jugadores saltaron sobre el verde del feudo levantinista.

Los locales tenían la obligación de cosechar el triunfo frente a los leones. La necesidad por conseguir los tres puntos hicieron que el Levante creyera en sus posibilidades. Los hombres de Rubi eran conscientes de lo que había en juego, la vida del cuadro azulgrana en la máxima competición del fútbol español dependía de este encuentro. El equipo valenciano pretendía seguir vivo y para ello derrotar al Athletic era fundamental.

El choque se puso de cara para el Levante. Víctor Casadesús adelantó a los granotas y devolvía la sonrisa a la grada de Orriols. En la segunda parte José Luis Morales con la ayuda de Etxeita amplió diferencias en el marcador, con el 2-0 en el luminoso y el cuadro de Ernesto Valverde gris se preveía una mañana dulce para los locales. Pero el fútbol es tan impredecible que hasta el último segundo nadie puede cantar victoria.

Hasta el minuto 88 el Levante se imponía por 2-0. A falta de dos minutos más el tiempo añadido el colista de la Liga parecía dar un golpe en la mesa pero todo se fue al traste. Susaeta recortó distancias y el 2-1 generó miedo en el coliseo azulgrana. La desolación llegó con el empate de San José en los minutos de descuento, el Levante pagó su exceso de confianza y el Athletic lo aprovechó. Tragedia, drama e incredulidad sobre el verde del Ciutat, nadie esperaba tal desenlace que deja al conjunto granota en el abismo. Cinco minutos acabaron con las esperanzas de una hinchada abatida.

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