El equipo que dirigía Luis Casas Pasarín venía de vivir los momentos más dulces de su historia. La final copera que se perdió en 1948 ante el Sevilla supuso un momento cumbre que todavía se recuerda hoy, cuando ya han pasado casi 70 años. Pero tampoco se podía olvidar la cuarta plaza conquistada aquel mismo año en liga y el coqueteo con el título que se mantuvo durante el curso 1949/50. En efecto, los de celeste eran líderes a falta de cuatro jornadas para la conclusión del campeonato y no fueron capaces de sumar un solo punto en ese tramo final. La clasificación, cruel y engañosa, terminó por reflejar un séptimo puesto que no respondía a la extraordinaria campaña que había realizado el club olívico.

Con estos antecedentes comenzaba la temporada 1950/51. Durante las primeras cuatro jornadas el Celta anotó 13 goles y recibió ocho. Una única derrota encajada ante el Deportivo por 4-1 se compensó con una goleada lograda ante el Alcoyano (6-2) y dos victorias ante Lleida y Sevilla. Corría el mes de octubre de 1950 y tocaba visitar San Mamés. El conjunto vizcaíno contaba en sus filas con futbolistas de la talla de Lezama, Gaínza o Telmo Zarra. Con estos mimbres no es de extrañar que se viviese una tarde de lo más entretenida y repleta de anécdotas.

San Mamés a principios de la década de los 50 (Foto: miathletic.com)
San Mamés a principios de la década de los 50 (Foto: miathletic.com)

Marcado por una goleada

A los diez minutos el Athletic ya había materializado dos tantos, con protagonismo en ambos para el gran Telmo Zarra. El primer tanto llevó su firma, tras centro de Gaínza. Y en el segundo, un disparo suyo que no encontró portería sí fue recibido por Venancio, quien batió a Simón de un buen disparo. El guardameta céltico recibió poco después un golpe en las costillas y hubo de abandonar el terreno de juego al filo del minuto 20 de partido, con 2-0 en el marcador. En aquella época únicamente se permitían cambios en el caso de que se lesionase alguno de los dos guardametas, como fue el caso. Era la oportunidad que estaba esperando Augusto Lobato.

Alineación del Celta en San Mamés (08/10/1950)
Alineación del Celta en San Mamés (08/10/1950)

Lobato, de tan solo 20 años, se había incorporado al Celta procedente del Domaio, modesto club pontevedrés que había derrotado a los de celeste en un amistoso celebrado en 1949. Que su debut en la máxima categoría llegase en San Mamés podía parecer un verdadero regalo divino. Pero el destino tenía otros planes para el joven vigués y cuando tan solo llevaba nueve minutos sobre el césped iba a recoger por primera vez el balón del fondo de su portería. Mal presagio. Sucedió tras una jugada de toda la delantera rojiblanca, que culminó Gárate con un fuerte disparo que no pudo rechazar Lobato. Apenas tres minutos más tarde Zarra cabeceaba a la red el cuarto de la tarde y en el minuto 36 Venancio, de penalti, colocaba un 5-0 que dejaba el choque resuelto antes del intermedio. Tres goles en 16 minutos suponían un trago realmente amargo para un debutante, sobre todo cuando se trataba de un portero.

Augusto Lobato nunca más volvió a jugar con el Celta tras hacerlo en San Mamés (Foto: yojugueenelcelta.com)
Augusto Lobato nunca más volvió a jugar con el Celta tras hacerlo en San Mamés (Foto: yojugueenelcelta.com)

No fue aquella la mejor tarde de un Celta que, no obstante, presentó más batalla en la continuación. Así, a los 57 minutos, Sobrado recortaba distancias desde el punto de penalti. Sin embargo el Athletic nunca perdió la referencia de la portería rival y continuó acosando el arco defendido por Lobato. Julio Otero, Lolín y Alonso no daban abasto para contener los ataques locales. A los 65 minutos Gárate asistía a Venancio quien, de cabeza, transformaba el 6-1. Tan solo dos minutos más tarde Santiago Vázquez aprovechaba un error de la zaga rojiblanca y anotaba el segundo para el Celta. El encuentro había entrado en un toma y daca en el que las delanteras se imponían claramente a las defensas. Juan Vázquez, al filo del minuto 78, batía a Lezama para conseguir el tercero para los visitantes. Pero en la jugada siguiente, una desafortunada salida de Lobato le llevó a tocar el balón con la mano fuera del área. El golpe franco lo transformó Iriondo, quien redondeó la goleada con dos nuevos tantos. En ambas acciones el delantero local regateó al inexperto guardameta céltico y culminó sendas acciones individuales para marcar a placer. Con 9-3 en el marcador, Mekerle probó a disparar desde fuera del área y, ante la pasividad de Lezama, anotó el 9-4 definitivo. El mítico arquero local escuchó pitos desde la grada por no haber siquiera intentado detener el disparo del atacante céltico. Pero lo cierto es que el pescado ya estaba vendido desde hacía muchos minutos. Fue una victoria espectacular del Athletic, si bien no se trató de la única goleada que logró aquel año en San Mamés. Resultados como un 10-0 al Lleida, un 7-1 a la Real Sociedad, un 8-1 al Alcoyano, un 5-1 al Murcia o un 4-0 al Atlético de Madrid dejan claro que frecuentar el coliseo bilbaíno en aquella época debía de resultar, cuando menos, divertido.

Récord negativo

En cuanto al Celta, en la segunda vuelta se tomó cumplida venganza y derrotó por 4-1 en Balaídos a los leones. Ambos equipos finalizaron la temporada con 33 puntos, en la zona templada de la tabla. Los de Vigo se repartieron la responsabilidad goleadora, con cuatro hombres —Sobrado, Juan Vázquez, Mekerle y Hermidita— que rebasaron la decena de tantos durante aquella campaña.

Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza, mítica delantera del Athletic de principios de los 50 (Foto: mirandadeportiva.blogspot.com)
Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza, mítica delantera del Athletic de principios de los 50 (Foto: mirandadeportiva.blogspot.com)

Con respecto a Lobato, aquel fue su primer y último partido oficial como jugador del Celta. Cuenta con el dudoso honor de figurar como el guardameta que mayor cantidad de goles recibió por tiempo jugado en toda la historia del club olívico, en concreto un gol por cada diez minutos de juego. Gonzalo Marzá ocupó el puesto de guardameta en las jornadas siguientes, mientras Simón se recuperaba de su traumatismo costal. Meses después, la llegada de Manolo Pazos cercenó cualquier opción de progreso para el joven vigués, que se fue al Pontevedra.

Tres goles en 16 minutos suponían un trago realmente amargo para un debutante, sobre todo cuando se trataba de un portero

La historia de San Mamés, como la del Celta, está llena de goleadas. La de aquel 8 de octubre de 1950 no fue más que una de tantas fiestas a las que la parroquia bilbaína estaba tan acostumbrada. Pero aquel encuentro marcó, en este caso para mal, a un joven portero que buscaba una oportunidad en la élite. Aunque si con algo se quedó Augusto Lobato, pese a la lluvia de goles que recibió aquel día, seguro que fue con la increíble experiencia de tener enfrente a futbolistas como Zarra o Gaínza en un escenario único como La Catedral.

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Sobre el autor
José Luis Rodríguez Sánchez
Soy farmacéutico hospitalario