Durante estas fechas, propicias para que los aficionados al fútbol saquen las calculadoras y ahoguen sus nervios en la aritmética, el término final se ha desvirtuado debido a su incesante uso tanto en la parte alta como en la baja de la clasificación. Para el Sporting de Gijón, inmerso en la más cruel de las batallas, lo del próximo domingo el Coliseum Alfonso Pérez, más que una final, podría considerarse un pulso a vida o muerte.

No es ningún secreto para el aficionado rojiblanco, al igual que no lo fue la pasada campaña, que gran parte de las esperanzas de vida de un club centenario como el gijonés pasan por cumplir con el objetivo de la temporada. Un descenso, a efectos prácticos, supondría un golpe muy duro para la economía y la plantilla asturiana. Esta responsabilidad recae, por si fuera poco, en un plantel joven e inexperto, pero que ha demostrado de manera sobrada su intención de morir por el club si la situación lo requiere.

Estas fechas son propicias para que los aficionados al fútbol saquen las calculadoras y ahoguen sus nervios en la aritmética

Conscientes del compromiso de sus guajes, la Mareona volverá a peregrinar, por última vez esta temporada, hacia el centro de la península. El Getafe no ha podido satisfacer la demanda de entradas que se pedía desde la villa asturiana, enviando un total de 1.183 localidades a un precio de 30, 50 y 70 euros. El resto de afición que quiera movilizarse tendrá que acudir al estadio getafense o adquirirlas por internet. Esto no supondrá un problema para la gran comunidad asturiana emigrada en la capital, que se hará notar el próximo domingo para apoyar a los suyos independientemente del resultado. 

El premio a conseguir, un billete para un nuevo año entre los más grandes. Pero, sobre todo, la tranquilidad de saber que gran parte de los jóvenes que lo hicieron posible, talentosos y de la casa, seguirán aspirando a devolver la gloria a un club que ya apenas recuerda qué se siente al contar con un proyecto solido y de garantías.