Maguregui, nacido en junio de 1934 en la localidad vizcaína de Miravalles, se dedicó al mundo del fútbol durante muchos años, incluso más allá de lo que aconsejaba su estado físico. Ya desde su época vestido de corto arrastraba problemas en una pierna, que le dejaron como herencia una notoria cojera. Perteneció a la primera plantilla del Athletic desde que cumplió los 18 años y formó parte de una medular muy recordada junto a Mauri. Aquel binomio marcó una época en el conjunto rojiblanco que en los años 50 conquistó una liga y tres copas. Magu era el más técnico y alegre de los dos, mientras que Mauri aportaba más físico, potencia y capacidad de sacrificio. En 1955 debutó como internacional ante Suiza y anotó su único gol con la selección. Con 27 años fichó por el Sevilla, en el que jugó durante dos temporadas. También lo haría en el Espanyol y en el Recreativo de Huelva, equipo en el que colgó las botas en 1965.

Maguregui triunfó de corto en el Athletic de los 50 (Foto: sefutbol.com)
Maguregui triunfó de corto en el Athletic de los 50 (Foto: sefutbol.com)

El inicio del viaje

Sin apenas tiempo para pensárselo dos veces, Maguregui dio el salto a los banquillos. Tras cinco años en el Sestao le llegó la primera oportunidad para dirigir a un club en la Segunda División. Con el Racing de Santander logró el ascenso a Primera nada más llegar, en la temporada 1972/73. Al año siguiente no lograría salvar al equipo cántabro del descenso pero tan solo 12 meses más tarde conducía de nuevo al club santanderino a la máxima categoría. Sus dos últimas temporadas al frente del equipo montañés sirvieron para consolidar al club entre los grandes, con una permanencia más sufrida en su última campaña al frente de los de Santander, la 1976/77.

Maguregui logró dos ascensos con el Racing de mediados de los 70 (Foto: contrameta.com)
Maguregui logró dos ascensos con el Racing de mediados de los 70 (Foto: contrameta.com)

Comenzaba el curso 1977/78 y el Celta, dirigido por Toni Cuervo, no arrancó todo lo bien que se esperaba. El equipo, recién descendido a Segunda una vez finalizada la primera etapa de Carmelo Cedrún en el banquillo, tan solo pudo lograr diez puntos en las primeras diez jornadas de liga. Sin duda, se trataba de un bagaje muy pobre para un club que buscaba el retorno a Primera. Cuevo presentaba entonces su dimisión y Pepe Villar se hacía cargo de la dirección técnica hasta la llegada del nuevo preparador. Apenas una semana después llegaba José María Maguregui, quien también sonó por esas fechas para dirigir al Cádiz. La llegada del técnico vasco cambió la dinámica, pese a que en su primer encuentro tan solo pudo arrancar un empate en la visita al Alavés.

Estreno en Balaídos con victoria

A la semana siguiente tocaba recibir al CD Málaga en Balaídos. El equipo andaluz, tras un pésimo comienzo, sabía también ya lo que era cambiar de técnico. José Luis Fuentes había dejado su sitio al brasileño Otto Bumbel, quien debutó con victoria ante el Recreativo de Huelva la semana anterior a viajar a Vigo.

Alineación Celta-Málaga 20/11/1977
Alineación Celta-Málaga 20/11/1977

El partido sirvió para reconciliar a la parroquia celeste con su equipo. Los de Maguregui salieron mentalizados para pelear cada balón y dominaron el choque de cabo a rabo. A los 12 minutos un centro de Vavá desde la izquierda encontró la cabeza de Mori, que batía al guardameta Corral. Como suele suceder en situaciones de ansiedad, un gol tempranero es el mejor tranquilizante posible y el Celta, con ventaja en el marcador, manejó el encuentro a su antojo. Los de la Costa del Sol, muy ocupados en contener las acometidas locales, apenas inquietaron a Fenoy. Justo antes del descanso llegaba el 2-0. De nuevo Vavá colocaba un balón envenenado en el área visitante para que Félix Carnero empalmase un disparo que se alojó en las redes blanquiazules. El público recibía el intermedio con satisfacción, visto el buen rendimiento del equipo.

Exactamente cinco jornadas de liga fueron las que le duró a Jesús Gil

Durante la segunda mitad se mantuvo la misma tónica, con un Málaga incapaz de generar peligro sobre la portería céltica y un equipo local que no renunciaba a ampliar el marcador. Eso fue lo que sucedió finalmente en el minuto 72, tras un servicio de Castro al argentino Juan Carlos Nani, quien se internó en el área y disparó cruzado para batir a Corral. Con 3-0 finalizó el partido y el Celta escalaba hasta la séptima posición. El Málaga, hundido en la última plaza, necesitaría más adelante un nuevo relevo en el banquillo para eludir finalmente el descenso. Los de Vigo cambiaron totalmente su dinámica y se situaron rápidamente en la zona de ascenso, de la que ya no se bajarían en todo el curso. Tan solo se perdieron cuatro partidos en las 27 jornadas que el técnico vasco dirigió al equipo y en la última jornada, con un empate en Las Margaritas, se consumó el salto de categoría.

Una década en el candelero

Con el ascenso conseguido, el por entonces presidente Jaime Arbones y su junta directiva no consideraron oportuno que Maguregui continuase en el banquillo. Se fichó a Laureano Ruiz para afrontar un proyecto de cantera en la máxima categoría el cual, lamentablemente, acabaría dos años después con el equipo en Segunda B. El de Miravalles cambió de aires y se fue al sur de la península, a dirigir al Almería. En la capital andaluza continuó con su gran racha y logró un brillante ascenso a Primera, para conseguir inmediatamente después un excelente noveno puesto, tras la primera campaña de los almerienses en la máxima categoría. Fue el impulso definitivo para que el técnico vasco fichase por el Espanyol y se consolidase en la década de los 80 como uno de los entrenadores más habituales en la máxima categoría. Con los periquitos completó tres campañas en las que dejó al equipo en la zona templada de la tabla. Después decidió regresar al Racing de Santander, al que devolvió a Primera en 1984. Maguregui permaneció en tierras cántabras hasta 1987, año en el que el equipo montañés —pese a no terminar último— se convirtió en el único equipo que descendió a Segunda tras un doble play-off al que resulta complicado encontrar explicación lógica.

José María Maguregui, en una sesión de pretemporada con el Espanyol en 1980 (Foto: teinteresa.es)
José María Maguregui, en una sesión de pretemporada con el Espanyol en 1980 (Foto: teinteresa.es)

El Celta, que acababa de consumar un memorable ascenso de la mano de Colin Addison, no llegó a un acuerdo para renovar al técnico británico. José María Maguregui se incorporaba, nueve años después, al club olívico para afrontar una temporada cargada de emociones. Un triunfo en el estadio de la Carretera de Sarrià con gol de Baltazar cuando el partido agonizaba supuso la primera victoria del equipo en agosto de 1987. Fue aquella una campaña memorable, con los de celeste instalados permanentemente en la zona media-alta de la tabla y con fundadas esperanzas de clasificarse para la Copa de la UEFA. Futbolistas como Jimmy Hagan, Vicente, Julio Prieto o un jovencísimo Jorge Otero completaron una temporada extraordinaria.

Final turbulento

Curiosamente, lo que debería haberse convertido en una fiesta para Maguregui terminó como el rosario de la aurora. Por entonces Jesús Gil comenzaba a hacer de las suyas en el Atlético de Madrid y la gran temporada que venían completando los de celeste no pasó desapercibida en la capital de España. El 20 de marzo de 1988 el equipo colchonero se interesó por el de Miravalles de cara a la campaña 1988/89 pero en los siguientes diez días los acontecimientos desembocaron en una salida más que precipitada. Sucesivos cruces de declaraciones entre Jesús Gil y José Luis Rivadulla —con algún que otro insulto, nada extraño en el que sería más adelante alcalde de Marbella— provocaron el enfrentamiento del entonces presidente céltico con Magu. El vasco, consciente de que en ese clima resultaba imposible trabajar, renunció a cuatro millones de pesetas que le correspondían y rescindió su contrato con el Celta, cuando quedaban todavía ocho jornadas para el final de la competición liguera. Los de Vigo, dirigidos por el 'apagafuegos' Pepe Villar, no lograron clasificarse para competiciones europeas pero terminaron séptimos y cuajaron una excelente temporada. Maguregui se incorporó al Atlético de Madrid para comenzar a planificar la temporada siguiente. Y exactamente cinco jornadas de liga fueron las que le duró a Jesús Gil. Una única victoria en el inicio de aquella temporada 1988/89, a lo que se sumó la eliminación en la Copa de la UEFA ante el Groningen en primera ronda, bastó para que el voluble presidente atlético le 'cortara la cabeza'. Fue aquella la primera oportunidad que tuvo de dirigir a uno de los llamados ‘grandes’ y también iba a ser la última. El Murcia se interesó por sus servicios mediada aquella campaña pero Maguregui no pudo sacar del pozo al equipo pimentonero y fue relevado antes de la conclusión del campeonato.

El fichaje de 'Magu' por el Atlético de Madrid puso fin a su mejor temporada en Vigo (Foto: halacelta.com)
El fichaje de 'Magu' por el Atlético de Madrid puso fin a su mejor temporada en Vigo (Foto: halacelta.com)

Al año siguiente fue de nuevo llamado por el Celta para intentar reconducir una situación de emergencia. Los de Vigo, en zona de descenso tras 29 jornadas de liga, ya habían visto pasar a José Manuel Díaz Novoa, Pepe Villar y Delfín Álvarez por su banquillo en aquella infausta temporada 1989/90. Magu, que llegó a tiempo para ver cómo el equipo era goleado 6-0 en el Camp Nou, no encontró la solución. El Celta terminó penúltimo y se fue a Segunda con todas las de la ley. La sombra que habían dejado Baltazar y Amarildo resultó demasiado alargada para un equipo que no acertó con los fichajes.

El autobús llega a la estación

Con todo, el preparador vasco renovó su compromiso con los de celeste, ahora en la División de Plata. Pero su tiempo ya había pasado. Un aprobado raspado en los inicios fue dejando paso a una lenta caída hacia la zona media-baja de la tabla, situación inadmisible para un equipo que se suponía debía luchar por el ascenso. Tras un empate sin goles en el día de Reyes ante el Sabadell en Balaídos José María Maguregui dejaba para siempre de entrenar al Celta y cedía su lugar a Txetxu Rojo. La última experiencia del de Miravalles en los banquillos tuvo lugar en el Polideportivo Almería, en el curso 1992/93. Mediada la temporada fue cesado y ya nunca más volvió a entrenar.

Maguregui, en una instantánea tomada en la despedida del antiguo campo de San Mamés (Foto: LFP)
Maguregui, en una instantánea tomada en la despedida del antiguo campo de San Mamés (Foto: LFP)

En todos los equipos en los que estuvo basó sus planteamientos en unas marcas recias y la búsqueda del contragolpe. Siempre se le asociará con un estilo defensivo y correoso aunque lo del ‘autobús’ puede resultar un tanto exagerado. Las plantillas con las que contó no contaban en sus filas con grandes ‘peloteros’ y en el Atlético de Madrid —donde sí podía aspirar a algo más que la permanencia— apenas duró un mes. Nunca entrenó al Athletic de Bilbao, una meta que seguramente figuraba entre las que más hubiese deseado. José María Maguregui falleció en diciembre de 2013, poco después de despedir al antiguo San Mamés, el campo que le vio triunfar como futbolista más de medio siglo atrás. En Vigo vivió tres épocas muy diferentes en las que demostró, con mejores o peores resultados, un sentido del humor, un carácter y una profesionalidad fuera de toda duda