El tiempo es relatividad, es el efímero presente, ese pasado que se ha escapado y ese futuro que llega siempre demasiado pronto. El tiempo es hoy, que suele coincidir con el logro del objetivo o el fracaso. Es una final, justo lo transcurrido para competir sobre el filo de la navaja, es como decía Einstein, ese espacio en el que se corteja al gol, a la pelota que es su musa y a la bella muchacha que es la Copa, aquel en el que una hora parece un segundo, aquel en el que al rojo vivo y sentado sobre un ardiente sueño, un segundo puede parecer una hora. El tiempo en blanco, en blanco y rojo, en rojo con las siete estrellas cósmicas de la Osa Mayor de la bandera de Madrid. Es Cibeles, la esposa de Cronos, Dios del tiempo, es aquel que enseña que hubo un tiempo en que Neptuno fue madridista y Cibeles atlética, pero que los nuevos tiempos se encargaron de cambiar. Diosa eterna de mantón y clavel, sus leones de agua saciaron con copas su sed; Dios coronado, carruaje de caballos desbocados en la ribera de un río que es su mar. Son los seis minutos que se emplean andando por el Paseo del Prado, de una fuente a otra, justo la diferencia entre la alegría y la tristeza, la victoria o la derrota.

Foto/VAVEL
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La movida del tiempo

El tiempo transformó a la Villa de Madrid en una de las ciudades más acogedoras del mundo, aquel que convirtió cañadas reales en grandes avenidas. Porque el tiempo es toda una movida, una gran movida madrileña. Dicen que en el Barrio de las letras, por sus estrechas e intemporales calles jamás pudo entrar el fútbol, pero no existe nada que recuerde tanto la rivalidad entre Francisco de Quevedo y Luis de Góngora, como un derbi Atlético-Real Madrid. ¿De qué otra forma que de Siglo de oro se puede catalogar el siglo XX para el Real Madrid? ¿No es para el Atléti la Champions lo que fue para Cervantes su Viaje al Parnaso? Existen además futbolistas en ambos equipos capaces de hacer versos intemporales como los de Lope y, tanto para Atlético como para Real Madrid en tiempo de final, la Vida es sueño, como lo fue para Calderón de la Barca.

Foto: brutdeluxe.com
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En la esfera del reloj en la que se refleja no hay planeta redondo que la eclipse, vieja señora de pura mitología bipolar, tan madridista y colchonera. Concha Espina, Manzanares, Huertas, Malasaña, cocido y calamar. Neptuno y Cibeles, Simeone y Zidane, un ciclón en la Gran vía que nunca parará, una volea por la escuadra en la Puerta de Alcalá; colchonero y merengón, ser indio, ser vikingo, Bernabéu o Calderón. Es Di Stéfano en la memoria, y en el recuerdo Luis Aragonés; qué tiempos Madrid, qué manera de ganar, qué manera de perder, qué manera de sufrir, qué manera de querer, qué manera de vivir, qué manera de volver, qué manera de soñar…

Latido a Latido, zarpazo a zarpazo

Es el tiempo viajero y el viajero del tiempo, todo aquello intemporal que se crea en común para que quede para siempre, porque es esa la única forma de acercarse a la inmortalidad. El tiempo es el reloj de la leyenda, es el campo del retiro, el de la rana, el Stadium Metropolitano y el Vicente Calderón. Una leyenda que puede ser atlética, su caja mecánica tiene forma de corazón, su tren de engranaje funciona latido a latido y sus horas quedan marcadas por el esfuerzo y la solidaridad de todo un equipo. Es el tiempo de la memoria, el del viejo campo de O’Donnell, un tiempo que vuela en el Velódromo y el Viejo Chamartín, el que se detiene en el Bernabéu. Puede ser madridista, tiene forma de rueda de balance y de escape, en la rueda de balance Modric y Kroos son el órgano de regulación del juego y en la rueda de escape la BBC son esas manecillas que vuelan y pueden dar la hora del gol zarpazo a zarpazo.

Final intemporal

Fluye el tiempo inmortal, como un insistente eco percute un sonido, es el desbocado pulso del presente, que como el viejo mantra de un sabio inflama emociones, de la vieja letanía rojiblanca y sus canciones: Ganar y ganar y volver a ganar. Lo saben tus zapatos Luis, sabio viajero, saben que en el infierno del Cholo, que siempre arde, no ha lugar para los cobardes. Latido a Latido, partido a partido, rugido a rugido, no existe mayor honor que el sentir sufrido. No hay temblor, solo destino, no hay distancia lejana, solo espacio y tiempo, solo camino, es San Siro, es San Siro, dar la vida hasta la hora final por un solo latido.

Es la memoria de otras diez, ya salen las estrellas en el viejo Chamartín, ya corre La Saeta en la pasarela de Milán, marca tendencia en el Duomo, catedral en la que una línea meridiana de bronce recorre el suelo como estación cronométrica para que el mundo ponga en hora sus relojes al mediodía. Entre la lucha y la belleza, no existe rendición, solo hay lugar para la leyenda, solo hay un equipo en el Palacio de Cristal del tiempo Champions. Cristiano, Bale y Benzema, historia por hacer, historia por contar, historia por venir, historia por cantar. En el ayer, hoy y siempre el fútbol es Real, conquistar Lombardía en una noche primaveral, en el universo blanco quieren otra más.

Don Alfredo / Foto: EFE
Don Alfredo / Foto: EFE

Sonido Plácido y música canalla

El tiempo es una décima, un sonido Plácido, pero como muy bien canta Sabina es también una música canalla, es el crono cruel que arrebató dos sueños atléticos en el alargue, el gol de Schwarzenbeck a 40 segundos del final y el gol de Sergio Ramos en Lisboa en el minuto 93. El gol en una final se deletrea infinitesimal, en cambio estalla y se canta abismal. Pero el tiempo siempre otorga una nueva oportunidad, y 113 años de espera suman emociones que solo pueden medirse en eternidades, por eso los atléticos creen firmemente que Cronos les debe una y que su tiempo ya ha llegado. Es hora de desenterrar los labios para contar historias, de atrapar ondas de radio, de volver al mar de tinta de los recuerdos escritos, hora de arrebatar imágenes al desván del tiempo, pero por encima de todo hora de vivirlo.

El tiempo sin tiempo

Rumbo a Milán, al tiempos sin tiempo / Licuado: VAVEL
Rumbo a Milán, al tiempo sin tiempo / Licuado: VAVEL

Son las dos horas que se tardan en vuelo de Madrid a Milán, que es tiempo sin tiempo, es una final por el filo de las manecillas de la navaja del tiempo, serán los noventa o más minutos en los que la tierra del balón rodará con la esfera del reloj de Madrid como protagonista. De Madrid a las siete estrellas, al carro del triunfo de una constelación. El tiempo vuela, pero como bien dijo Einstein va más lento para un reloj en movimiento, y en esa dilatación del tiempo, aquellos que van subidos en el cohete de la final envejecen más lentamente que los que pisan la tierra. El reloj atómico del fútbol, el imparable viajero ya está en marcha, y los segundos parecen horas para el 28 de mayo, tiempo primaveral, tiempo Champions para sufrir y disfrutar. Ayer vendrá, hoy viene y mañana vino, Madrid punto de partida, Milán punto de destino. Cuando un hombre dice para nunca y para siempre, está contando y escribiendo su historia sin saberlo.

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.