Era el último partido de la temporada. La última "copa" y marchamos. Con este lema se plantaron Fútbol Club Barcelona y Sevilla Club de Fútbol en la finalísima de la Copa del Rey disputada esta noche de domingo en la capital de España. Campeones de Liga y Europa League respectivamente se citaban en el Vicente Calderón para definir el último título en disputa para ambos conjuntos. La guinda a buenas temporadas de los dos clubes más ganadores en la última década del fútbol español que, entre ambos, se habían repartido hasta el día de hoy la mitad de las Copas del Rey de los últimos diez años. 

Once de gala para cerrar la temporada

Las finales no se juegan, se ganan. Eso mismo debió de pensar un Luis Enrique que no tuvo dudas a la hora de plantarse con su once de lujo de cara al último título de la temporada. Con el alemán André Ter Stegen en la portería, el internacional germano estuvo secundado por la defensa habitual: Piqué y Mascherano en el eje y Dani Alves junto a Jordi Alba actuando por los laterales. Partido especial para el brasileño que se enfrentaría en una final de Copa al que fue su primer equipo tras aterrizar en España. Como él, un Ivan Rakitic que junto Andrés Iniesta y Sergio Busquets formaría el centro del campo dejando a las tres grandes estrellas del equipo al frente del ataque. 

El polaco Krychowiak fue duda hasta el último momento

Por su parte Unai Emery a diferencia del técnico blaugrana tuvo que esperar hasta los últimos minutos para saber si podría contar finalmente con el polaco Krychowiak que sintió unas molestias en los momentos previos al choque. Sin Nzonzi, la baja del polaco hubiese supuesto un grave problema para los de Nervión que trataron de mantener las bases de la final de Basilea y repetir así la idea del doble lateral Mariano/Coke que tan buenos resultados dio a los sevillistas frente al Liverpool de Klopp. Con Banega a los mandos, sería Vicente Iborra el encargado de sustituir al ex jugador del Stoke City y tratar de acompañar en segundas jugadas a un Gameiro en el punto de mira por un supuesto interés del Barcelona en ficharle. 

Kevin Gameiro, principio y final

Una vez comenzado el encuentro poco tiempo fue necesario para vislumbrar que las diferencias entre unos y otros no eran tan grandes como dictaminaba el presupuesto. Con un 4-4-2 con Iborra de segundo delantero con y sin balón, Emery trataba de dificultar la salida de pelota de los jugadores del Barcelona alternando la presión a diferentes alturas que, sumado al fútbol impreciso de los culés durante la primera parte hizo a los andaluces no sufrir en exceso durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

Expulsión de Mascherano I Foto: Rodrigo J Torrellas (VAVEL)
Expulsión de Mascherano I Foto: Rodrigo J Torrellas (VAVEL)

En la primera mitad del partido el protagonista tuvo nombre y apellidos: Kevin Gameiro. El delantero francés del Sevilla se convirtió desde el minuto uno en la idea inicial de los sevillistas buscando jugada tras jugada los balones a la espalda y los buenos movimientos del galo. Hasta en dos ocasiones el buen hacer del ex jugador del PSG puso en aprietos al Barcelona y se convirtió en un quebradero de cabeza hasta el punto de forzar la clara expulsión de Mascherano, a los 35 minutos de juego, que ponía las cosas más favorables para los intereses del campeón de la Europa League. Gameiro lo era todo.

El Sevilla fue mejor durante los primeros 45 minutos

Sólo los reflejos de Ter Stegen tras una falta de Banega permitieron a los de Luis Enrique llegar al descanso con empate en el marcador. Ofensivamente los blaugranas no estuvieron finos en la primera parte, especialmente sus estrellas. Un Neymar errático y un Suárez muy estático en contraposición a su homónimo francés del Sevilla lastraron el juego culé que no contabilizó ocasiones claras de gol y salieron derrotados "a los puntos" en el primer acto de esta final.

Cambio de planes

Con la expulsión de Mascherano y la llegada del descanso Luis Enrique dio su particular golpe de pizarra. Mathieu dentro, Rakitic fuera. Idea y formación mudaron a un 4-4-1 sin balón que cedió el testigo a un Sevilla que no supo que hacer con él. Sin espacio al que atacar, Gameiro desapareció. Sólo a través de Vitolo los de Unai Emery intimidaban a un Barcelona que, a pesar de contar con un jugador menos y haber perdido el balón, dominaba, dicho con la boca pequeña, el encuentro. 

Iniesta en una jugada personal I Foto: Rodrigo J Torrellas (VAVEL)
Iniesta en una jugada personal I Foto: Rodrigo J Torrellas (VAVEL)

Tras la lesión de Suárez, Iniesta y Messi llevaron el partido a su terreno. Mención aparte merece el manchego. Con las líneas rotas el de Fuentealbilla cuajó una actuación magistral hasta para él. Conducciones que derrochaban clase rompían líneas rivales y permitían a los blaugranas estirarse. La réplica culé llevaba el "8" a la espalda hasta que a poco del final las los dos equipos, en términos numéricos, se igualaron. La expulsión de Banega sentenció a un Sevilla para el que la media hora que vendría después se le haría extremadamente larga.

Lionel Messi al aparato

Con diez pero especialmente sin Banega las opciones del Sevilla de leventar el trofeo se redujeron al mínimo. Si el Barcelona había sido inteligente el en juego 10 contra 11, una vez las fuerzas se equilibraron el dominio fue absoluto. Iniesta continuó con un nivel superlativo en el tiempo extra, Neymar se activó con espacios y Messi sencillamente fue Messi. El Sevilla trató de parar las conducciones culés con faltas pero el mejor momento de los blaugranas ya había llegado y no había forma de frenarlo.

El gol de Jordi Alba puso justicia al buen trabajo realizado por los jugadores del Barcelona

La final del miércoles y el haber visto la oportunidad perdida desfilar ante sus ojos dejó tocado al sevillismo. No había afición que levantara a los suyos que vieron como Jordi Alba, tras una magistral asistencia de Lionel Messi, daba el golpe de gracia. El gol de Jordi mediada la primera parte de la prórroga ponía justicia al trabajo blaugrana. Uno a uno, los jugadores de Luis Enrique cuajaron un partido a nivel individual alto, muy alto. Desde Piqué hasta Messi pasando por Jérémy Mathieu. El francés entró al partido con todo por ganar y consiguió con dos o tres acciones de prestigio ganarse de nuevo la confianza del aficionado culé que no olvida sus nefastos minutos del Madrigal.

Neymar en una acción del partido I Foto: Rodrigo J Torrellas (VAVEL)
Neymar en una acción del partido I Foto: Rodrigo J Torrellas (VAVEL)

Ya en la segunda parte y tras dos intervenciones espectaculares de Sergio Rico, el segundo era cuestión de minutos. Sin Banega el Sevilla atacaba a golpe de corazón pero sin ideas. La entrada de Llorente buscaba la épica y los espacios a la espalda fueron diversión completa para un Neymar que en la prórroga si se presentó. Tanto lo hizo que ante la última maravilla de Messi el brasileño finiquitó el partido. Segundo gol y segundo título. Una moda que sigue haciendo historia.