En el fútbol, como en la vida, las cosas dan mil y una vueltas. Y si no que se lo digan al Pucela. El mercado veraniego sembró las dudas y poco a poco el equipo de la capital castellana fue recogiendo tempestades. Tempestades que no hicieron más que apartar al equipo de su objetivo inicial, empujando a la plantilla hacia el borde del abismo. Aunque a mediados de temporada el equipo pareció resurgir, solamente fue un espejismo en medio del desierto, porque no ha sido hasta la penúltima jornada cuando el Real Valladolid ha conseguido certificar que el año que viene seguirá en la división de plata. ¿Objetivo cumplido? A medias.

A medias porque ha sido un año extraño en el que el banquillo de Zorrilla ha tenido a tres inquilinos diferentes, y al igual que pasa en cualquier comunidad de vecinos cada propietario tiene ideas diferentes, pero lo único en lo que estamos todos de acuerdo es que ninguno de los tres ha calado entre los jugadores. Todo este cúmulo de circunstancias nos situó en el Martínez Valero, en donde se dieron cita dos equipos que, salvo milagro, poco más tenían que hacer en esta Liga más que esperar a que pasara el tiempo.

La salvación, a tiro de piedra

Con la presión del que necesita solamente un punto para salvarse, pero a la vez sabiendo que solamente podría descender en caso de que se diera una carambola, el Pucela saltó al césped del Martínez Valero con la intención de poner fin de una vez por todas a esta atípica temporada. Tan rara fue la temporada de los blanquivioletas que hasta Movistar + tuvo problemas con la retransmisión, dejando a la mayoría de los aficionados con la incertidumbre que surge al no poder ver el encuentro.

Indiscutible Roger

Roger, del que pocas dudas hay tras su regreso al Pucela, hizo el primero que ponía en bandeja de plata la salvación de los castellanos. Un buen centro de Manu del Moral fue cazado de manera magistral por el delantero valenciano, que cogió el balón del jienense y lo coló por el palo corto. Poco duró la alegría para el Pucela porque Sergio León, hombre fiel donde los haya, no faltó a su cita con el gol tras un buen cabezazo a la salida de un córner.

Tras la vuelta de los vestuarios, el Elche salió decidido a meterle el miedo en el cuerpo a los pucelanos

Con el incesante paso de los minutos, las dudas afloraban en los jugadores de Alberto, que mantuvieron el empate hasta el descanso. Tras la vuelta de los vestuarios, el Elche salió decidido a meterle el miedo en el cuerpo a los pucelanos y así lo hizo patente Pelayo, que cabeceó a la red una buena falta lateral botada por Espinosa. Con el 2-1, los fantasmas aparecían en la mente de los jugadores del Real Valladolid. Pero, por fortuna, todo fue un mal sueño de poco más de 10 minutos.

Juan Villar al rescate

Juan Villar, uno de los mejores, si no el mejor de la temporada, salió al rescate del Pucela. Tras una buena jugada de Tiba y una gran dejada de Óscar, Juan Villar empujó a la red el gol que ponía las tablas y daba al Pucela ese objetivo de circunstancias: la salvación. Con el 2-2 en el luminoso y faltando poco más de 15 minutos, los dos equipos firmaron un pacto de no agresión y dejaron pasar los minutos hasta que se bajó el telón de la temporada en el césped del Martínez Valero.

Punto y final a una temporada en la cual el exigente objetivo del ascenso le quedó grande a una plantilla que nunca estuvo a la altura de las expectativas creadas al inicio del curso futbolístico. Un año que pudo haber sido una auténtica tragedia, pero que finalmente quedó en una mala anécdota. Toca trabajar, mucho, para preparar la temporada que viene, en la que a buen seguro el objetivo volverá a ser el mismo. Regresar al lugar que históricamente le pertenece al Pucela: la Primera División.