No por anunciado el golpe iba a ser menos duro. En la primera ronda del playoff, el Real Murcia ha dicho adiós a la temporada. Una temporada que invitó durante mucho tiempo a la ilusión, al optimismo. A pensar que sí, que este era por fin el momento de desquitarse de los fantasmas pasados y poder mirar al presente con optimismo, pero que ha concluido con el mismo sabor amargo. Otra eliminatoria de playoff, la tercera consecutiva, otra vuelta en casa y otra afición visitante llevándose toda la alegría del pequeño sector situado en una de las esquinas del fondo norte.

15 minutos de gasolina

No obstante, y pese a las evidentes similitudes con cruces recientes, la del domingo fue una eliminación distinta. Con la misma amargura, sí, pero son una sensación global de incapacidad difícil de asimilar. El Murcia estuvo, pero no fue en ningún momento. Y eso que el inicio no fue malo. Durante los primeros 15 minutos de choque, se vio probablemente al mejor Murcia en semanas. Con actitud, queriendo ser protagonista y encerrando al cuadro verde en su terreno de juego. Un cabezazo de Ruso tras saque de esquina, de las mejores ocasiones del partido, ratificaría las sensaciones.Sin embargo, la pelota no entró, y el Murcia, tras alguna que otra intentona de Germán por su banda, desapareció.

Un error de concentración incomprensible fiel reflejo del estado del MurciaPoco a poco, los granas fueron reculando ante un Toledo cada vez más cómodo, al que le bastaba con mantener sus líneas juntas y desinflar todo aquel balón aéreo que sobrevolaba su campo. Fue una fase de partido clásica del escenario: poco juego, mucha batalla en tierra de nadie y balón parado como principal fuente de producción. Un escenario donde el Toledo supo moverse con mayor comodidad, hasta encontrar el ansiado regalo. En un saque de esquina al filo del descanso, Mikel remató solo el área pequeña y los verdes se marcharon con ventaja al descanso. El golpe cayó como una losa. Un error de concentración incomprensible, más en este tramo de la temporada, fiel reflejo del estado de un Murcia moribundo.

Pobre reacción

La segunda parte se inició con la imperiosa necesidad de un cambio de actitud por parte del cuadro grana, pero los primeros minutos fueron desalentadores. Más si cabe cuando, al poco de la reanudación, el colegiado decretó penalti favorable al Toledo. Era la puntilla para los granas, pero aún quedaba un último aliento. Fernando detuvo el penalti, el Murcia se vino arriba ligeramente e Isi, con un trallazo desde la frontal, empató el choque.

Más allá de los arrenoes de Arturo o Isi, los granas no existieronPese a lo gris del panorama, el juego y las sensaciones, el tanto fue un halo de esperanza a para un Murcia aún vivo. Espejismo. Más allá de los arrenoes de Arturo o Isi, los granas no existieron. Sin un plan mínimo de juego, con pelotazos constantes que rara vez llegaban a buen puerto y con la moral cada vez más baja. El equipo no respondió y el Toledo acabó sentenciando. En una internada en el área de Adrián, José Ruíz, de los poco rescatable dentro del despropósito, anduvo poco contundente y el central anotó fuerte y raso a la izquierda de Fernando. Era el final del partido, y por ende de una eliminatoria gris de un Murcia desangelado.

Incapaz de ejercer un plan de ataque efectivo en 180 minutos, sin la tensión y concentración necesaria y con un déficit de confianza mayúsculo; la historia grana en los playoff no pudo ser más decepcionante. La moneda volvió a caer cruz por tercera vez consecutiva, abriendo nuevamente la puerta del desconcierto. Se inician días duros para la entidad grana, obligada a digerir pronto el fracaso y acometer los dos grandes frentes que se abren: deportivo e institucional. De momento, Martínez-Abarca ya avanzó la primera medida anunciado la futura contratación de un director deportivo. Toca empezar a mirar el futuro.