El Levante iniciaba el verano de 2015 con la moral por las nubes. El nuevo entrenador, Lucas Alcaraz había salvado al equipo tras suplir a Mendilibar, y el principal objetivo del equipo esta temporada era nuevamente mantener la categoría. El fichaje estrella fue el de Deyverson, uno de los más caros de la historia granota –costó dos millones de euros-, procedente del Os Belenenses portugués. El delantero brasileño llegó para hacer olvidar los goles de Barral, que se marchó a Qatar, aunque en el pasado mercado invernal regresó a la Liga BBVA para enrolarse en las filas del Granada.

La otra gran inversión fue la del defensa Trujillo. Se convirtió en el defensa más caro de la historia del Levante debido al millón de euros que supuso su traspaso. Después de un año y algún que otro incidente, el central proveniente del Almería no ha estado a la altura. Del club andaluz también pescó la directiva levantinista. Verza y Rubén Martínez llegaron libres a Valencia.

Nabil Ghilas no metió ningún gol en un partido oficial

Ghilas y Jefferson Lerma vinieron cedidos del Porto y Atlético Huila, respectivamente. El delantero argelino no ha sido capaz de meter un gol en ningún partido oficial, y el colombiano ha dejado destellos de su calidad, aunque todavía le falte experiencia para estar en un mejor equipo. El delantero Roger regresó de su cesión en el Valladolid y junto a él llegó Mariño, el portero titular del Levante en la parte final del campeonato. Por último, el Levante se hizo con los servicios del central del Parma Zou Feddal a coste cero.

Imagen: Carla Cortés - VAVEL
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En el apartado de las bajas, destacó, sin duda, la de Barral. En Orriols se siguen echando de menos sus goles y su sacrificio. Los delanteros Uche y Rafael Martins también hicieron las maletas rumbo a Almería y Moreirense, respectivamente; aunque el segundo regresará este verano tras cumplir su cesión en Portugal. También hubo salidas con destinos exóticos. Sissoko se marchó a China para jugar con el Shanghai Shenhua e Ivanschitz a Estados Unidos con el Seattle Sounders. Por su parte, el joven Jason volvió a irse cedido. Tras estar en el Villarreal, el Albacete ha sido su destino esta temporada. Los centrales Ramis y Vyntra se fueron al Eibar y al Apoel Tel Aviv, respectivamente. Javi Jiménez regresó al Elche y Diop fichó por el Espanyol. Por último, y sorprendentemente, El Zhar decidió irse a Las Palmas, consiguiendo la salvación con el conjunto canario.

Una pretemporada para engrasar la maquinaria

El equipo de Alcaraz disputó un total de siete partidos en verano. La pretemporada arrancó con una fácil victoria ante el Alzira. Un 3-0 donde destacó Ghilas con un gol, además de los tantos de Martins y José Mari. Después llegó el trámite del Teruel, resuelto con el gol de Casadesús. El tercer partido suspuso la tercera victoria. Esta vez en Holanda, ante el PEC Zwolle por 1-3. Un doblete de Ghilas y el tanto de Roger superaron el de Van Polen.

La racha del Levante se acabó ante el Bayer Leverkusen. Los alemanes endosaron un sonrojante 4-0 merced a los goles de Kiessling, Calhanoglu, Bellarabi y Boenisch. El equipo de Orriols terminó su estancia holandesa con un empate ante el NEC Nijmegen. El gol del capitán Juanfran fue igualado por el de Santos. Después tuvo lugar la presentación del equipo en el Ciutat de València, con una dura derrota por 0-2 ante el Villarreal. Los goles de Alfonso y Nahuel supusieron la segunda derrota de la pretemporada.

Cuatro victorias, un empate y dos derrotas cosechadas durante la pretemporada

El equipo de Alcaraz puso fin a los amistosos con una victoria ante el Mallorca en el Trofeo Ciutat de Palma con gol de Iván López. El balance de la pretemporada no fue malo –cuatro victorias, un empate y dos derrotas-, pero las sensaciones de equipo ultra defensivo que dejaban los de Alcaraz no gustó en absoluto a la afición granota.

El popurrí de altas y bajas tan característico de los equipos pequeños continuó en el mercado invernal. Con el equipo granota en la última posición, Quico Catalán y Manolo Salvador decidieron tomar cartas en el asunto para realizar un desembolso importante que les permitiera dar un paso adelante en la lucha por la salvación. De esa manera, llevaron a cabo una revolución en la plantilla, con el previo cambio de entrenador en favor de Rubi, que se había quedado sin equipo tras dirigir al Valladolid.

Imagen: Levante UD
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Sin duda, la contratación estelar de Giuseppe Rossi levantó los ánimos de la hinchada. El italiano llegó cedido a Valencia tras varias temporadas en la Fiorentina con más pena que gloria. A pesar de sus goles y su buen juego, no ha podido dejar al Levante en Primera División. Del club violeta también llegó el catalán Verdú, sin coste alguno.

Cuero se convirtió en el fichaje más caro de la historia del LevanteEl otro gran fichaje fue el de Mauricio Cuero. El colombiano, procedente de Banfield, es a día de hoy el fichaje más caro de la historia del Levante, con 3,5 millones de euros. Lucas Orbán llegó cedido del Valencia. El argentino cambiará de acera en la ciudad del Turia sin hacer mucho ruido y con varias lesiones que le han impedido jugar más minutos. Por último, Medjani llegó libre del Trabzonspor turco. El argelino ha sido el jefe de la zaga granota. Jesús Fernández se marchó al Granada, mientras que Roger y Nikos se fueron al Valladolid.

Mucha defensa sin nada de ataque

El Levante UD ha descendido a la Liga Adelante tras llevar seis años en la máxima categoría, viviendo los mejores años de su historia, llegando a cuartos de final en la Europa League en la temporada 2012-1013. Este descenso se produce tras realizar una pésima temporada, a lo largo de toda la competición, desde el primer momento se pudo apreciar que el equipo no respondía a las expectativa de la mejor liga del mundo. 

A pesar de haber conseguido la salvación en el último tramo de la campaña 2014/2015, Lucas Alcaraz no fue capaz de mantener la buena dinámica y protagonizó un comienzo nefasto. Uno de los principales problemas del Levante durante esta temporada ha sido el mal inicio de campeonato, donde en las primeras diez jornadas ligueras tan solo fueron capaces de sumar seis puntos de los treinta posibles, un bagaje muy pobre para un equipo que siempre termina luchando en las últimas jornadas por sobrevivir en la Liga BBVA.

Simao Mate vio la cartulina roja en el primer partido de la temporadaEl conjunto granota inició el campeonato con una dolorosa derrota en el Ciutat de València ante el Celta de Vigo. El partido se le puso muy de cara al conjunto celeste, ya que apenas se llevaban disputados cinco minutos cuando el Levante se quedó con diez tras la expulsión de Simao Mate, aguantaron con la portería a cero hasta el minuto cuarenta. A pesar de ir por debajo en el marcador y tener uno menos sobre el campo lucharon hasta el final, pero finalmente perdieron 1-2. 

El segundo partido lo disputaron en el campo de un recién ascendido, en el Estadio de Gran Canaria ante Las Palmas, un partido muy aburrido donde los granotas se dedicaron a defender todo el partido olvidándose de atacar, mientras tanto el cuadro canario intentaba romper el muro azulgrana compuesto por cinco defensas. El partido terminó 0-0. En la jornada siguiente recibían al Sevilla, que al igual que ellos todavía no habían conseguido sumar los tres puntos. Los de Nervión se adelantaron en los primeros diez minutos de partido mostrando su superioridad, ante el dominio visitante los locales aguantaban las envestidas sevillistas. A la reanudación del choque, el Sevilla se durmió y esto lo aprovechó Camarasa para poner el definitivo 1-1.  

Lucas Alcaraz siguió fiel al 5-3-2 a pesar de los pobres resultados y la mala imagen que daba el equipo, con este sistema de juego se plantó en el Camp Nou saliendo escaldado como reflejaba el marcador al finalizar el partido 4-1. Una vez pasado el trámite del Campo Nou, el Levante recibía en el Ciutat al Eibar un partido propicio para sumar los primeros tres puntos ante un equipo que a la postre podría convertirse en rival directo para la salvación. El partido se puso muy feo para los granotas, al finalizar los primeros  cuarenta y cinco minutos perdían 0-2. A los pocos minutos de la reanudación, Morales puso el 1-2 en el marcador dando esperanzas a su equipo. Cuando todo parecía perdido  en el tiempo extra reglamentario apareció la cabeza de Deyverson para poner finalmente el 2-2 en el marcador.

Imagen: Carla Cortés - VAVEL
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Se llevaban cinco jornadas ligueras disputadas y el Levante seguía sin conocer la victoria, su próximo destino era Getafe. Como venía ocurriendo durante los primeros partidos, el Levante propuso un planteamiento con cinco defensa con el objetivo de dormir el juego, buscando alguna jugada aislada que les diera el gol del triunfo. El planteamiento de Alcaraz se desbarató con la entrada de Álvaro Vázquez, que entró al campo a falta de quince minutos con el tiempo suficiente para hacerle un traje a la defensa azulgrana. En ese corto periodo de tiempo anotó dos goles y le sirvió uno en bandeja a su compañero Emi. De esta manera como ya ocurrió hace un par de jornadas, el Levante volvió a salir goleado de un terreno de juego.

El Levante sumó sus primeros tres puntos en uno de los derbis de la Comunidad Valenciana, contra el Villarreal

La primera victoria del Levante llegaría frente al rival más inesperado, ante el Villarreal, actual líder de la clasificación por aquel entonces. El choque que estaba siendo dominado por el submarino, se encontró contra una roca por el camino. En el minuto treinta y cinco se quedó con diez jugadores tras la expulsión de Jokic por doble amonestación. A raíz se des este momento, el Levante se vino arriba y empezó a desplegar un fútbol que hasta el momento no se había visto, el premio a este juego se vio recompensado en el minuto ochenta y uno cuando apareció Deyverson para rescatar a su equipo poniendo el 1-0 en el marcador. De esta manera más imprevista el conjunto granota alcanzó su primera victoria de la temporada.

Este triunfo fue un espejismo para el Levante y los siguientes tres partidos se saldaron con tres goleadas muy duras. La primera fue ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu, donde cayó derrotado por un 3-0 en un partido muy flojo de los granotas. La siguiente derrota fue un duro golpe para los aficionados. Una Real Sociedad que estaba protagonizando un inicio desastroso sonrojó a a los granotas en el Ciutat de València, obteniendo una victoria por 0-4 en el feudo levantinista.

Imagen: Levante UD
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La derrota ante la Real Sociedad acabó con Lucas Alcaraz lejos de Orriols

Tras este resultado la directiva tomó la decisión de destituir a Lucas Alcaraz dando las riendas del equipo a Rubi, que llegaba al Levante tras su paso por Valladolid y después de haber drigido a varios equipos catalanes en Segunda y Tercera División. Rubi debutó en el choque ante el Valencia, en el que dejó buenas sensaciones tras recoger a un equipo con la moral tocada. El Valencia obtuvo más premio del merecido y se llevó los tres puntos del derbi valenciano con un cómodo 3-0.

Rubi: buen juego, malos resultados

Tras el debut en el derbi, llegaba el estreno de Rubi en las inmediaciones de Orriols. El sonrojante 3-0 de la jornada anterior  se dio por bueno, pues el luminoso no reflejó un resultado ajustado y proporcional a lo vivido en Mestalla. El Levante plantó cara y protagonizó el mejor partido de la temporada a pesar de la derrota. El encuentro parecía un buen punto de partida para el proyecto del técnico catalán.

El Deportivo de La Coruña acudía a la ciudad del Túria para enfrentarse al colista de la Liga BBVA. Un nuevo Levante, que abandonaba el 5-3-2 para mostrar un sistema mucho más agresivo, muy próximo al 4-3-3: un cambio totalmente radical al que el equipo debe amoldarse cuanto antes. Lucas Pérez recordó muy pronto que ya no jugaban con cinco atrás, y abrió la lata en el minuto 23. Pero el Levante no re rindió, y con buen juego y perseverancia empató Casadesús en el 53. Y no se movió el marcador porque faltó acierto, pero hubo ocasiones para darle la vuelta al tanto de los gallegos.

Imagen: Levante UD
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Aprovechando la inercia de los cambios y el bueno juego mostrado, el conjunto azulgrana viajaba hacia el histórico campo de “El Molinón”, para enfrentarse el Sporting de Gijón, un rival de “su liga”. Llegó entonces la única alegría de toda la temporada a domicilio, en forma de un 0-3 que llenaba de esperanza e ilusión a un colista que tras esa jornada, dejó de serlo. Se hablaba entonces de un equipo renovado y con buen fútbol, con clara aspiración a mantenerse en Primera División.

Poco duró la alegría, pues en la jornada siguiente llegó una inesperada derrota en el Ciutat de València. 0-1 frente al Betis. El Levante caía derrotado en un encuentro en el que fue muy superior tras el tempranero gol de Rubén Castro. Tras más de 80 minutos asediando a los béticos fueron incapaces de perforar la portería defendida por Adán. Se podría hablar de mala suerte, con tres lanzamientos a la madera y un clarísimo error de Deyverson a puerta vacía, el denominador común a lo largo de la temporada: errores y falta de acierto.

La visita al campo del Espanyol una jornada después no se saldó con victoria, pero tampoco con derrota. El 1-1 se debió a dos claros errores defensivos, uno por equipo. Lerma en el minuto 6 y Gerard Moreno empató 50 minutos después. Se acusó nuevamente la falta de acierto, que impidió llevar los tres puntos a Valencia. Las jornadas pasaban, el Levante seguía en los puestos marcados en rojo, y hacía falta victorias como agua de mayo.

Imagen: Levante UD
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Cuatro derrotas consecutivas que hundían al Levante en la clasificación

Pese a la necesidad y la continuidad en el buen juego mostrado jornada tras jornada, vino el momento más negro de la temporada para este equipo: un póker de derrotas. Cero puntos de doce posibles que encasillaron al equipo azulgrana como colista destacado de la Liga BBVA. Las derrotas fuera de casa (Athletic 2-0 en la jornada 16 y Atlético 1-0 en la jornada 18) entraban dentro del guión, pero los mazazos en casa frente a Granada (1-2 en la jornada 15, que anotó el segundo en el 87) y Málaga (0-1 en la jornada 17, marcando en el 80) dejaron noqueado al equipo. Seguían las buenas sensaciones, pero los resultados negativos, también.

El año comenzó con la derrota frente al Atlético, pero continuó con un anhelo de esperanza tras cuatro derrotas consecutivas. En plena regeneración del equipo debido al mercado invernal, donde el Levante se veía obligado a fichar y sumar refuerzos al recién llegado Cuero, el conjunto azulgrana vivía su primera gran final en la segunda semana de enero, en la jornada 19. El choque frente al Rayo Vallecano era directo en la lucha por la permanencia. El Levante no defraudó y al buen juego sumó acierto para acabar venciendo 2-1. Victoria clara con un gol rayista en las postrimerías que únicamente pudo poner un poco de emoción al tramo final.

Imagen: Levante UD.
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Se llegaba al último tramo de la temporada sin abandonar la última posición, pero con la esperanza de poder continuar en la élite con toda una segunda vuelta por jugar. Con el impulso y la confianza de esa victoria, se viajó a Vigo para jugar frente al Celta. Partido abierto y muy dinámico frente a un equipo en puestos de competición europea, donde, una vez más, no se sumó ningún punto, a pesar de que se marcaron tres goles. El 4-3 final fue doloroso, pues lo que faltó jornadas atrás fue acierto y cuando llegó la eficacia goleadora fue insuficiente. Siempre es difícil marcar tres goles fuera de casa, como difícil es marcar tres goles y acabar perdiendo.

Una de cal y una de arena

El Levante ya estaba situado colista cuando se inició la vigésimo primera jornada del campeonato. Con mucho camino que recorrer, el Levante no se dio por vencido en ningún momento e intentó fallidamente lograr la permanencia. Tras un tramo complicado contra rivales muy difíciles se vio completamente descolgado en la clasificación, pero siguió luchando por mantener su sueño con vida, por mantener la categoría una temporada más.

Los granotas recibían a Las Palmas para cerrar la jornada 21. El Levante inició el encuentro siendo superior a su rival, algo que consiguió plasmar en el marcador antes de concluir la primera media hora de partido. Morales abrió la lata para los suyos, encarrilando un partido que se antojaba muy importante en la lucha por la salvación. Por ese motivo, el Levante quería más y, al inicio de la segunda mitad, Deyverson anotó y amplió la distancia existente en el marcador. Un gol que provocó la relajación en el cuadro valenciano, permitiendo que los canarios se metieran en el partido gracias al gol de Willian José. Los granotas no querían dejar escapar los tres puntos y Morales volvió a hacer méritos para anotar su segundo tanto y sentenciar el partido a falta de escasos minutos. Las Palmas no se rindió y Willian José volvió a recortar distancias, pero no habría tiempo para más.

Una victoria que no hacía prever que el Levante estaba a punto de evidenciar sus dificultades lejos del Ciutat de València. La actuación del equipo de Rubi presentaba dos versiones muy diferenciadas dependiendo de dónde disputara sus enfrentamientos. En la siguiente jornada, visitó el Sánchez Pizjuán y el Sevilla aprovechó el factor campo para poner en evidencia las carencias del conjunto granota cuando se alejaba de Orriols. Gameiro en el primer minuto y el ex levantinista Iborra en el 47, adelantaron a los de Emery aprovechando el mal arranque de los visitantes. En el peor momento del Levante, Rossi consiguió meter a su equipo en el partido, recortando distancias con algo de fortuna, pero Konoplyanka apareció unos instantes después para acabar con la esperanza granota (3-1).

Un mazazo duro que podía prolongarse una semana más, ya que su siguiente encuentro le deparaba un cruce con el líder de liga: el Barcelona. Pese a todas las expectativas, los de Rubi fueron muy superiores, llevando a cabo un planteamiento tan atrevido como inesperado. El técnico catalán confeccionó un esquema táctico en el que sólo defendía con 8 jugadores, dejando a Morales, Deyverson y Rossi descolgados para hacer daño a la contra. Un planteamiento que permitió anular a un Barcelona que se sintió incómodo durante todo el partido, pero que no fue suficiente para contrarrestar la suerte del campeón. Los culés se adelantaron con un gol en propia meta de David Navarro y sentenció el partido en los últimos minutos con un tanto a la contra de Luis Suárez. Un partido exquisito del Levante que finalizaba sin premio para los granotas: cero puntos.

Con esa sensación agridulce tras ser conscientes de que podían haberle metido mano a los líderes de la Liga BBVA, el Levante volvía a afrontar su tarea pendiente, las visitas a domicilio. El conjunto granota viajó al norte de España para afrontar el duelo contra el Eibar en Ipurúa, un partido fundamental para el que la directiva levantinista financió los autobuses para que acudieran los máximos aficionados a apoyar a los suyos. Pese a ello, el Levante volvió a caer derrotado en un encuentro en el que protagonizó una imagen bochornosa.

Imagen: Levante UD.
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La jornada 25 deparaba la visita del Getafe al templo granota. Un partido en el que el Levante volvió a puntuar tras tres jornadas consecutivas sin hacerlo. Abrió la jornada en el Ciutat de València para imponerse por 3-0 en un muy buen encuentro en el que el levantinismo volvía a presenciar una gran actuación de los suyos. La versión del equipo en Orriols volvía a dar sus frutos gracias a los goles de Morales, Rossi y Verdú.

Una de cal y otra de arena, ese era el lema del Levante durante la segunda vuelta de la temporada. La victoria frente al Getafe no tardaría en desvanecerse, ya que los de Rubi afrontaban un nuevo partido lejos del Ciutat de València. El Madrigal sería testigo de cómo el Villarreal se imponía en el derbi de la Comunidad Valenciana con un contundente 3-0 que encendió a la afición levantinista tras contemplar el pésimo partido de los jugadores granotas.

El Levante volvía a plantar cara en su estadio ante un Real Madrid que estaba empeñado en recortar la distancia que le separaba del Barcelona. Sin embargo, la efectividad de los blancos fue determinante y se impusieron al Levante por 1-3 tras 90 minutos en los que los merengues sufrieron de lo lindo, recordando las viejas pesadillas blancas en el feudo levantinista. El Levante consiguió mantenerse con vida hasta el final del encuentro con un 1-2 pero, finalmente, Isco sentenció el partido sobre la bocina.

En el siguiente enfrentamiento de la competición doméstica, el Levante volvía a puntuar. La novedad era que lo conseguía hacer fuera de casa, en Anoeta. El equipo sabía dónde se metía y lo difícil que es puntuar en el estadio vasco, algo que le dio fuerzas para luchar hasta el final. De hecho, los fantasmas que acechaban a los pupilos de Rubi lejos del Ciutat volvieron a aparecer. Diego Reyes adelantó a los suyos en los primeros minutos, pero Deyverson consiguió la igualada en la primera mitad. El Levante se tuvo que dejar la piel hasta el último minuto para conservar la renta obtenida y mantener un empate que les permitía sumar un punto que sabía a gloria.

Imagen: Levante UD
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La distancia del equipo granota respecto a la salvación era inmensa, lo que hacía que los puntos adquirieran cada vez una mayor importancia. Con este panorama, el Levante afrontaba un partido más que trascendental del último tramo, el derbi valenciano. El Levante recibió a un Valencia que estaba atravesando una racha complicada y supo aprovecharlo. La situación de los azulgranas tampoco era muy buena, pero hicieron gala de sus buenas actuaciones en el Ciutat de València y dominaron un encuentro en el que Giuseppe Rossi anotó el gol de la victoria. Tres puntos ante su máximo rival que se convertían en una inyección de moral determinante.

El Levante volvía a marcharse fuera de casa para disputar la trigésima jornada en Riazor, pero esta vez las sensaciones eran diferentes. Esto se debía a que el Deportivo de La Coruña estaba protagonizando una racha muy longeva sin conseguir la victoria, una situación complicada para los de Víctor Sánchez del Amo, que llevaban 14 partidos consecutivos sin sumar los tres puntos. Sin embargo, no había mejor momento para romper esa racha negativa que contra el segundo peor equipo de la Liga a domicilio. Prácticamente la totalidad del partido se desarrolló con el 1-1 en el marcador, pero cinco minutos antes del final, Mariño encajó un autogol tras un disparo a la madera de Lucas Pérez que sentenciaba a los suyos y daba la victoria al Dépor. El Levante se hundía, aún más.

Cuando todo sale mal ni la suerte te acompaña

El Levante comenzaba a cavar su tumba en la jornada 31. Aquel día, en el Ciutat, los de Rubi no pudieron pasar del empate contra un rival directo, 0-0 frente al Sporting de Gijón. Un encuentro en el que conseguía cosechar un punto que sabía a muy poco y que hundía a los granotas en el fondo de la clasificación. El margen de error comenzaba a ser excesivamente escaso. Los resultados positivos no terminaban de llegar y es que, hasta entonces, la mejor racha del equipo había sido únicamente de dos victorias consecutivas.

Tras la semana de reflexión el equipo viajaba a Sevilla, concretamente al Benito Villamarín. Visitaba el estadio bético para tratar de mantener con vida las pocas aspiraciones que le quedaban para mantenerse en Primera División, y lo haría contra un rival directo. A pesar de ello, el equipo volvió a caer en Liga. Un tanto de Rubén Castro antes de concluir el partido suponía el definitivo 1-0 en el marcador, dejando a los granotas muy hundidos. Otro buen partido del Levante dejaba a la vista que su falta de puntería para meter gol era una de las causas principales del nefasto devenir del club y que, a la postre, sería definitivo. Un partido que dejaba muy tocada a la hinchada levantinista y a tres jugadores que fueron pillados de fiesta tras la dolorosa derrota: Deyverson, Simao y Feddal.

En la jornada siguiente, la 33ª del campeonato nacional liguero, el Levante recibía en casa a un Espanyol que empezaba a poner en peligro su continuidad en la máxima competición del fútbol español. El partido se teñía dramático para los locales cuando el equipo de Galca aprovechaba un error para adelantarse en el marcador, a pesar de un inicio dominador de los granotas. El público empezaba a perder la fe en un conjunto que parecía condenado si no sacaba nada positivo de allí. Aun así, el equipo siguió fiel a su idea y la superioridad durante el encuentro no cesó. Rossi puso el empate en el marcador y, en la segunda parte, -tras salvarse de algún que otro susto- se rubricó la remontada con un cabezazo de Medjani. El levantinismo volvía a creer que el milagro de mantenerse en Primera era posible.

Imagen: Levante UD.
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Llegaba de esta manera la prueba de fuego. La jornada 34 vendría marcada por el partido entre dos conjuntos que necesitaban sumar los tres puntos para mantenerse con vida. Granada y Levante se enfrentaban en Los Cármenes. Un partido que quedó marcado en la retina de los cientos de levantinistas que viajaron a la ciudad andaluza. Un recuerdo marcado por el esperpento que su equipo protagonizó a lo largo de los 90 minutos. No sólo se llevaron una ‘manita’, sino que además la sensación de no mostrar el mínimo interés era palpable. El equipo viajó para descender y lo dejó prácticamente hecho. Un 5-1 que acababa con, prácticamente, la totalidad de la esperanza granota, el Levante tenía un pie y medio en Segunda.

Y así, llegó el desastre. La afición, indignada con su equipo, se presentó en un Ciutat de València a rebosar para la jornada 35. El Levante recibía al Athletic Club de Bilbao y, como si fuese un guion macabro, los de Rubi se pusieron 2-0 por delante para volver a despertar la ilusión de todo el levantinismo. La permanencia parecía posible, la salvación era factible si sumaban los tres puntos. Sin embargo, la suerte granota no podía variar tanto del guion marcado durante toda la temporada. El Levante se puso 2-0 para ‘dejarse’ empatar en los últimos 120 segundos. Los que fueron del 88’ al 90’. Ahora sí, la gota había colmado el vaso y se había roto el sueño que albergaba cualquier esperanza. Para colmo, se le había anulado injustamente un gol de Rossi que se hubiera convertido en el 3-0.

Imagen: Levante UD.
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En las siguientes 3 y últimas jornadas, el Levante paseó sin pena ni gloria, como el alma de un fantasma que venía de paseo a visitar los campos de Primera División, esperando el veredicto que oficialmente acabase con su acreditación en la Liga BBVA. No tardó en llegar. A la semana siguiente, la derrota en Málaga (3-1) certificó el descenso. La fortuna del Levante no podía ser otra que la que le había acompañado durante toda la temporada. El equipo de Rubi encarrilaba el partido y se ponía por delante en el marcador gracias al 1-2 de Morales. Sin embargo, el colegiado Vicandi Garrido decidió hacer caso a su asistente para inventarse un fuera de juego que alejaba a los granotas de los tres puntos. La nefasta y errónea decisión arbitral acabó con la esperanza levantinista y acabó siendo derrotado. El Levante se convertía en un equipo de la Liga Adelante.

Al final, el equipo solo saldría en los medios por acabar con las aspiraciones del Atlético de Madrid por conseguir el título liguero. A pesar de estar matemáticamente descendidos, los jugadores levantinistas quisieron demostrar su profesionalidad en la penúltima jornada de la competición doméstica y no había mejor escenario que la visita del equipo colchonero. Los granotas ganaron en casa (2-1) a todo un finalista de la UEFA Champions League. Tras cosechar ese mérito, viajaron a Vallecas para preparar su último partido que acabaría siendo un ensayo -tras el descenso del Rayo- para la temporada que viene en Segunda División.

Dos polos opuestos en el banquillo granota

El Levante UD empezó la temporada 2015/2016 con Lucas Alcaraz sentado en el banquillo. El técnico granadino recaló en el club granota en la novena jornada de la pasada campaña, la 2014/2015, para reemplazar a un José Luis Mendilíbar que estaba siendo incapaz de dar con la tecla para que el conjunto de Orriols plantara cara en la Liga BBVA.

Lucas Alcaraz asumió con destreza los mandos del Levante, consiguiendo sumar su primera victoria de la temporada en el segundo partido al cargo del equipo. Sin embargo, el conjunto granota tuvo que remar con mucha fuerza durante toda la campaña para conseguir sellar una permanencia que se vio peligrar en el último tramo de la Liga BBVA. Para afrontar los últimos y decisivos partidos, el técnico granadino cambió el sistema táctico para disponer un 5-3-2 que le permitiera encajar menos goles, un hecho que le facilitaría la labor de puntuar y que le permitiría mantener al equipo en la categoría de oro del fútbol español.

Imagen: Levante UD.
Imagen: Levante UD.

En la presente temporada siguió al frente del club levantinista, con el mismo planteamiento táctico con el que finalizó la campaña 2014/15. Un 5-3-2 que hubiera necesitado reforzar ciertas líneas para poder llevarse a cabo, ya que los jugadores que conformaban la plantilla no encajaban con esa nueva distribución táctica. Sin embargo, la planificación deportiva dejó mucho que desear y Lucas Alcaraz fue incapaz de darse cuenta. Empeñado en mantener ese sistema defensivo en vez de aprovechar las características de sus jugadores,  protagonizó un comienzo desastroso.

La derrota por 0-4 ante la Real Sociedad exigía tomar medidas

Un arranque nefasto en cuanto a número y en cuanto a juego. El fútbol del Levante era nulo, el equipo era incapaz de dar tres pases consecutivos y no sabía a qué jugaba. Los jugadores comenzaban a desesperarse, y la afición también. Con este panorama, Lucas Alcaraz fue cesado en la novena jornada, en la que el Levante perdió en su feudo por 0-4 frente ante la Real Sociedad de David Moyes. Un resultado que provocó que los pañuelos y gritos de los aficionados granotas encontraran su punto de mira; la hinchada del Ciutat de València se pronunció solicitando la dimisión del técnico granadino.

En ese momento la suerte de Lucas Alcaraz estaba sentenciada y la directiva no tuvo más remedio que escuchar al pueblo. Una decisión que tampoco era complicada viendo el juego y los resultados del equipo. El técnico granadino había sido capaz de conseguir la permanencia durante la pasada campaña, pero el arranque de temporada estaba dejando en evidencia que los métodos empleados no estaban dando sus frutos. Una situación ante la que Lucas Alcaraz parecía completamente bloqueado, por lo que fue destituido.

Hasta esa novena jornada, los números del Levante eran malos: una victoria, tres empates y 5 derrotas, sumando un total de 6 puntos de los 27 posibles. Aunque las estadísticas acumuladas dejaban mucho que desear, no hay que olvidar que de esos nueve partidos tuvo que rendir dos visitas a los dos campos más difíciles de Primera División. En su visita al Camp Nou perdió por 4-1 frente al Barcelona y en el Santiago Bernabéu el Real Madrid se impuso por un contundente 3-0.

Sin embargo, el problema no residía únicamente en los resultados, sino en el fútbol desplegado. Ante esa situación, la junta directiva tuvo poca paciencia y no esperó a ver si el equipo se asentaba tras los difíciles compromisos que tuvo que afrontar el Levante durante el inicio de la temporada, ya que además de jugar contra el Real Madrid y Barcelona tuvo que enfrentarse a Villarreal y Sevilla. Quizá hubiera tenido una segunda oportunidad si se hubiera tratado de un proyecto nuevo, pero el técnico granadino ya llevaba un año al mando del equipo.

Imagen: Levante UD.
Imagen: Levante UD.

Para sustituir a Lucas Alcaraz, Manolo Salvador se decantó por un técnico joven que no tenía experiencia en Primera División y que su mayor éxito había sido colocar al Girona en los puestos de promoción a la Primera División, Rubi. Un entrenador que se había creado en el cuerpo técnico del Barcelona y al que le gustaba generar un juego ofensivo y vistoso. Sin embargo, el cambio no obtuvo los frutos deseados y el Levante acabó descendiendo.

Durante su estancia en el banquillo granota, el balance tampoco fue bueno: disputó 29 encuentros de Liga y consiguió 26 puntos, menos de 1 punto por partido. Una cifra muy similar al coeficiente cosechado durante la dirección de Lucas Alcaraz en las 9 primeras jornadas. Rubi no consiguió dar con un once ideal y no logró los resultados que se esperaban. Sí que es cierto que la imagen del equipo mejoró considerablemente, desplegando un fútbol exquisito impropio de un equipo que ocupaba el último puesto de la clasificación. Sin embargo, las salidas fuera de casa y la falta de puntería de cara a portería provocaron una escasez de goles y de puntos.

En el mundo del fútbol al final de temporada premia el resultadismo: el balance futbolístico de un equipo no se mide por la posesión, por el juego desplegado, ni por las sensaciones generadas durante la campaña, sino por los resultados. Y lo cierto es que el Levante ha descendido. Queda la duda si la salida de Alcaraz fue beneficiosa para el conjunto granota, ya que nuca se sabrá si hubiera podido enderezar el rumbo de la nave levantinista con el paso de los partidos.

También es cierto que Rubi no tuvo el mismo tiempo para programar su proyecto deportivo ni para organizar una pretemporada para asentar las bases de su sistema. Llegó a mesa puesta y tuvo que trabajar a contrapié, entre partido y partido. Algo que provocó que se siguieran perdiendo puntos por el camino. Llegó el mercado invernal y el club protagonizó un gran desembolso para ayudar al técnico catalán, incorporando jugadores de renombre, aunque no todos dieron el resultado esperado.

Imagen: Levante UD.
Imagen: Levante UD.

Dos técnicos completamente diferentes que trataron de hacer sus respectivos malabares con jugadores muy similares. Lucas Alcaraz dispuso de toda la pretemporada para organizar su plantilla y para asentar las bases del proyecto que quería llevar a cabo. Sin embargo, no confeccionó un equipo que se adaptara al 5-3-2: faltaban defensas y mediocentros natos que cumplieran con las labores de destrucción y de creación. Un planteamiento excesivamente defensivo que no encajaba con la calidad y con la chispa ofensiva de la que disponía la plantilla.

Por su parte, Rubi llegó a Orriols dispuesto a cambiar por completo la dinámica del equipo. Pasó del defensivo 5-3-2 al 4-4-2 y al 4-3-3 en ciertos encuentros, dinamizando la labor ofensiva. El técnico catalán se encontró con un equipo que no sabía a qué jugaba, que no era capaz de desplegar un fútbol acorde con la calidad de los jugadores, a un conjunto que era incapaz de dar tres pases consecutivos. Y lo convirtió en un equipo dinámico, con toque, con pegada, con dinamismo y con carácter. Sin embargo, no consiguió que el equipo aprovechara todas sus cualidades y perdió muchísimos puntos en partidos en los que habían sido claros dominadores. Puntos que, al fin y al cabo, le costaron el descenso.

La Copa: un viaje de ida y vuelta

En pleno mes de diciembre y con el Levante clasificado como colista de Primera División con 10 puntos de 39 posibles, la Copa del Rey tomó protagonismo en la temporada 2015/16 en una situación delicada para el conjunto granota, ya que el objetivo primordial era la lucha por la permanencia en la máxima categoría del fútbol español. La competición copera podía suponer un obstáculo en la campaña del Levante, sus malos números habían hecho que el equipo ocupara la última plaza y la intención era centrarse en la Liga.

La Copa del Rey se puso en el camino del cuadro azulgrana tras trece jornadas disputadas con siete derrotas, cuatro empates y dos victorias para el Levante. Los de Orriols habían vivido la destitución de Lucas Alcaraz en el banquillo granota y habían recibido a Rubi en la décima jornada, míster que debutó como técnico levantinista en el derbi valenciano frente al Valencia en Mestalla en el que cayó derrotado por 3-0 aunque dejó buenas sensaciones que se fueron consolidando en las siguientes jornadas. En el último encuentro a domicilio antes de afrontar el primer duelo de Copa el Levante logró su primer triunfo fuera de casa al derrotar al Sporting de Gijón en El Molinón por 0-3.

El Espanyol, único rival en Copa del Rey

Valencia, Deportivo de La Coruña, Sporting de Gijón y Betis fueron los cuatro encuentros dirigidos por Rubi antes de emprender el viaje de la competición copera, un trayecto en el que el Levante se bajó en la primera parada. En los dieciseisavos de final de la Copa del Rey, el conjunto valenciano quedó emparejado con el Espanyol, el primer duelo se disputaría en el estadio Ciutat de València y se decidiría todo en el choque de vuelta en Cornellà. Tanto Rubi como Galca apostaron por un once con muchas novedades y dieron oportunidades a los jugadores que menos minutos habían sumado en Liga.

Imagen: Levante UD.
Imagen: Levante UD.

Por parte de los locales destacó el debut de Álvaro Traver con la elástica granota a los 22 años en un encuentro muy disputado. El Espanyol consiguió adelantarse en el marcador en la segunda mitad con un tanto de Mamadou cuando acababa de saltar al verde en detrimento de Gerard Moreno, pero apareció Roger Martí para sellar la igualada en el feudo levantinista a falta de siete minutos para concluir el partido. Con el definitivo 1-1 la eliminatoria quedaba abierta y el pase a octavos pasaba por el Power8 Stadium. Todo estaba por decidir.

El Levante afrontaba el choque de vuelta en tierras catalanas con ilusión, tenía posibilidades de avanzar en la Copa del Rey y quería aprovecharlas. El duelo se le puso de cara con un gol muy tempranero de Verza pero el Espanyol supo darle la vuelta al marcador y los tantos de Burgui y Caicedo hicieron que el cuadro perico pasara a la siguiente ronda, el conjunto granota decía adiós al torneo del KO demasiado pronto. La andadura del Levante empezó y acabó en dieciseisavos de final de la Copa del Rey, la Liga debía de centrar toda la atención del equipo colista.

No es un adiós, sino un hasta luego

El Levante se ha despedido de la Liga BBVA tras una temporada nefasta en la que nada fue suficiente. El ultradefensivo Lucas Alcaraz dio paso a un Rubi que cambió por completo la dinámica del equipo, pero el buen juego tampoco se tradujo en buenos resultados. Un Levante desafortunado abandona la élite del fútbol español tras seis temporadas consecutivas en la máxima categoría del fútbol nacional. Seis campañas repletas de recuerdos, de éxitos y de experiencias inolvidables. En Orriols lo tienen claro: “Tornarem”.

Según la mitología egipcia y la griega, el ave Fénix es un ave fabulosa del tamaño de un águila que se consumía por acción del fuego cada 500 años para resurgir de sus cenizas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido en el que ponía un único huevo, el que empollaba durante tres días antes de arder en las llamas del fuego. Al quemarse y reducirse a cenizas, resurgía el mismo ave Fénix, único y eterno.

Imagen: Levante UD.
Imagen: Levante UD.

Un mito al que se aferra el Levante. El conjunto granota se ha visto apeado de Primera División tras seis temporadas consecutivas en la élite del fútbol español, una etapa en la que ha hecho historia y en la que ha generado los mejores recuerdos para todo el levantinismo. La época dorada pone un punto y aparte, al menos durante una temporada, para volver a Segunda División. El Levante ha recibido la sentencia de descender a la Liga Adelante, un veredicto que se puede convertir en una auténtica pesadilla para los jugadores y para la afición.

El descenso al infierno se puede convertir en algo insoportable, en una pesadilla interminable hasta que se vuelva a la máxima competición española. Hay que tener la sangre muy fría para poder soportarlo y para aguantar toda la temporada en la cumbre para ascender a Primera División. Tras haber acariciado el cielo y haber vivido momentos irremplazables es una auténtica tortura volver a la oscuridad del averno.

El conjunto granota se convertía en La Rosaleda frente al Málaga en un nuevo inquilino de la Liga Adelante después de seis temporadas consecutivas en la élite, haciendo historia en el club. Diferentes proyectos, muchos cambios y una evolución inimaginable tras ascender a la Liga BBVA… Una transformación que le permitió, nada más y nada menos, que ondear la bandera del Levante en octavos de la UEFA Europa League.

El levantinismo se acostumbró a la élite, se acostumbró a soñar, se acostumbró a conseguir la permanencia relativamente pronto, sin sufrir hasta el final… La hinchada granota lo tenía claro: “Som, som, som de Primera Divisió”. La afición de Orriols tiene que acostumbrarse a un cambio duro y doloroso que les hará tener que luchar con uñas y dientes para volver a ser un equipo de la Liga BBVA. El Levante se marcha a Segunda División con un recuerdo imborrable que perdurará hasta el final de los días, un recuerdo de seis años magníficos que le dará fuerza para volver cuanto antes a la máxima competición del fútbol español.