Con la sospecha de que Vicente del Bosque no continuaría en el cargo de seleccionador nacional, como él mismo confirmó después, la maquinaria en busca de un sustituto está en marcha. De hecho, se puso en marcha hace algún tiempo (dado que Villar conocía la situación que se avecinaba desde antes de la Eurocopa). Un ejemplo de ello es que Paco Jémez se desveló como candidato a sustituir al salmantino; en una entrevista para la Cadena COPE, dijo que la RFEF se había puesto en contacto con su representante para conocer su disponibilidad. A pesar de haber firmado un nuevo contrato con el Granada CF, Jémez nunca ha escondido su intención de sentarse en el banquillo nacional. De hecho, siempre ha puesto como condición en sus contratos que, en caso de venir la selección a por él, dieran todas las facilidades para resolver el contrato.

Vista su predilección por el fútbol ofensivo, pocos podrían adivinar que la posición de Jémez como futbolista fue de central. De hecho, fue un jugador muy destacado en esa posición en los equipos por los que pasó (que fueron unos cuantos). Comenzó su carrera en el Córdoba, ciudad donde se crió a pesar de nacer en Las Palmas. El club blanquiverde le dio la oportunidad de debutar como profesional en la temporada 1989/90. A partir de ahí, fue dando saltos por varios lugares de la geografía española con contratos de un año. Tras salir de su lugar de origen, pasó por Real Murcia y Rayo Vallecano; a pesar de estar solo un curso, siempre fue titular indiscutible. Esto le llevó a dar un salto a lo grande.

Paco Jémez tuvo dos grandes clubes como jugador. El primero de ellos, y más importante, fue el Deportivo de la Coruña. Defendiendo sus colores estuvo un total de cinco temporadas, en las que ganó una Copa del Rey y una Supercopa. Pero estos no fueron los títulos más importantes para el carismático deportista. Allí, en Coruña, se enamoró y formó una familia. De hecho, estableció allí su lugar de residencia y, actualmente, tanto su mujer como sus hijos siguen residiendo en la ciudad gallega. Y entonces llegó su otro gran club: el Real Zaragoza. Allí, jugó 168 partidos y ganó una Copa del Rey, convirtiéndose en un referente para la afición. Pero, como ya es habitual en la vida de Paco, esto no fue lo más importante. Sus actuaciones a nivel de clubes le abrieron las puertas de la selección española. Con la camiseta de la absoluta jugó 21 partidos, siendo titular indiscutible en la Eurocopa 2000.

Imagen: Nando Martínez / VAVEL
Imagen: Nando Martínez / VAVEL

Como entrenador, tuvo algunas coincidencias con su carrera futbolística. Tuvo muchas experiencias de un año antes de asentarse en Vallecas, donde su figura como técnico se popularizó. Al poco de retirarse, y ya con el título de entrenador bajo el brazo, fue fichado por un histórico club del fútbol madrileño: el Alcalá. Dando saltos de solo un año, fue pasando, casi siempre con buen sabor de boca, por Córdoba, Cartagena y Las Palmas. Con el equipo murciano, logró un esperado ascenso a Segunda División; en los otros dos equipos también obtuvo muy buenos resultados. Pero su mejor relación siempre estuvo con la grada. La comunión entre el aficionado y Jémez es algo mucho anterior al Rayo, algo que quedó reflejado en su paso por Las Palmas. A pesar de los malos resultados del equipo, la afición confiaba en él y pedían su continuidad. Tras su regreso a Córdoba en 2011, cuando llevó al equipo a disputar el play off de ascenso a Primera, empezó su verdadera aventura.

En junio de 2012, mientras el Córdoba luchaba por ascender a la máxima categoría del fútbol, el Rayo Vallecano la mantenía por los pelos con un gol de Tamudo en el último minuto. Una coincidencia que permitió que Paco Jémez cumpliera uno de sus sueños la temporada siguiente: entrenar en la máxima categoría del fútbol español. Y lo hizo, además, sacándose una espina importante, dado que una de sus últimas aventuras como jugador le sirvió para vivir un amargo descenso con el equipo de la franja roja a Segunda B. La historia del cordobés en Vallecas es bastante conocida. Se ha convertido en uno de los grandes iconos del fútbol español, no solo por su forma de ser. Su propuesta de juego ha sido su gran valor, y la que le ha servido para sacar, casi siempre, el máximo jugo a las pobres plantillas de las que disponía. Valiente incluso en los escenarios más complicados, a pesar de ser habituales sus goleadas en el Bernabéu y el Camp Nou. Siempre superó los objetivos marcados por el club, y eso le ha puesto en el escaparate de técnicos que se han disputado los directores deportivos este verano. Finalmente, el ganador fue el del Granada.

La horma de su zapato

Esto último es su principal aval para ponerse al frente de la selección española, si finalmente se produjera esa llamada. Su propuesta futbolística, de mantener la pelota bajo cualquier circunstancia y apostar por el juego ofensivo, hace que la Federación le vea con buenos ojos. Además, con la radicalidad por bandera; Jémez es de los que no cambia sus principios por las buenas, y esto es un reflejo de sus equipos. El cordobés puede estar orgulloso de haber sido uno de los pocos entrenadores que le ha disputado la posesión al Barça, ganándosela en algunas ocasiones.

Sería una forma de volver a los orígenes para la selección española. Reinventar el estilo de una forma joven, novedosa y con carácter. Recuperar esos tiempos en los que Luis Aragonés abroncaba a Casillas si golpeaba el balón en largo. Volvería el ritmo y la electricidad al campo, al compás del vértigo de su entrenador en el área técnica. Todo eso, por supuesto, siempre y cuando Jémez fuera capaz de reencontrar las piezas adecuadas para que todo esto funcione. Como cada nuevo entrenador, el cordobés debería meter piezas nuevas y jugadores jóvenes que aporten cosas nuevas. Todas las miradas se centran ahora en Saúl, llamado a ser el heredero directo de Iniesta y Xavi. ¿Será Paco Jémez capaz de encontrar en él la pieza que ha faltado en los dos últimos grandes torneos? Por esa pieza, obviamente, se entiende el jugador que sea el eje y el timón del centro del campo. Sin duda, sería un reto importante para él.

El carácter le falla

Como cualquier entrenador, Paco Jémez tiene muchas virtudes pero, también, grandes defectos. En su contra juega, sobre todo, su temperamento explosivo. Cuando las cosas van bien, no hay ningún problema; la fiesta empezará una vez que todo vaya mal. Y ya no es solo las habituales salidas de tono del entrenador del Granada en rueda de prensa. También ha dejado imágenes para la posteridad con muchos de sus jugadores, con los que no tiene reparos en encararse y discutir ante los ojos del mundo entero. Una actitud que, de nuevo, recuerda al mejor Luis. Pero que todavía cabe preguntarse cómo se lo tomarían ciertos jugadores. Ahí es donde, de verdad, se vería el carisma. A Luis, sus broncas le funcionaban porque sabía cómo meterse a los jugadores en el bolsillo; en resumidas cuentas, supo ganarse el respeto de quien trabajó con él. De Paco Jémez sabemos lo primero: sabe cómo motivar a los jugadores y cómo dar broncas. Pero, ¿sería capaz de ganarse a un vestuario plagado de campeones del mundo? Sin duda, sería interesante verlo.

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Sobre el autor
Juan Marín
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