Vitor Borba Ferreira Gomes 'Rivaldo' se unía al club blanquiazul en 1996, hace justo 20 años. Para llegar hasta A Coruña y posteriormente al Barcelona, donde conseguiría el Balón de Oro, pasó por varios clubes y situaciones a las que tuvo hacer frente cuando lo fácil era rendirse y abandonar su sueño.

Las dificultades en la vida de Rivaldo comienzan desde el principio. Nació y vivió durante su infancia en las favelas del puerto de Recife, concretamente en un barrio inundado por la pobreza llamado Paulista. Esto repercutió en él, llegando a sufrir malnutrición y perder varios dientes. Sin embargo esto no frenó su carrera. Vecinos de la zona recuerdan con orgullo al joven jugar en un campo de tierra, mostrando su aprecio por la persona más ilustre del lugar.

Era el más destacado jugando al fútbol y con esfuerzo consiguió oportunidades para mostrar sus cualidades más allá de su barrio. Sin embargo sufrió duros reveses que pudieron impedir el inicio de la trayectoria tan brillante que ha tenido. A los 16 años, en 1989, perdía a su padre en un accidente de tráfico mientras que el club que decidía incorporarlo a sus filas se echaba atrás por considerarlo demasiado débil físicamente. Rivaldo consiguió recomponerse y aprovechó la siguiente oportunidad que le brindó el destino, la de jugar en Santa Cruz Futebol Clube, equipo de Segunda División. Sus buenas actuaciones en este equipo y en el  Mogi Mirim Esporte Clube provocaron que los grandes del país se interesaran por él. En 1993 jugaría cedido en el Corinthians, realizando grandes partidos aunque quien se hizo con sus derechos fue el Palmeiras, donde permanecería tres temporadas.

Su salto al Deportivo y a Europa

En 1996 el Deportivo se despedía de un ídolo, Bebeto. Esta fue una de las causas por las que el presidente deportivista de la época, Lendoiro, realizó el fichaje más caro de la historia del club hasta aquel entonces para atar al heredero del número 11, a Rivaldo. Jugaría una temporada en Riazor aunque fue suficiente para maravillar al público coruñés con su juego sorprendente y efectivo. Capaz de destacar en numerosos ámbitos del juego, brilló en la Liga española consiguiendo ser el cuarto máximo goleador empatado con Raúl y aupar al Deportivo al tercer puesto.

En A Coruña daba la impresión de que se habían encontrado una joya y a la que le añadían un diamante al siguiente verano con la llegada de Djalminha. Auténtica magia era lo que destilaba la pareja de brasileños en el cuadro blanquiazul pero no llegaron a plasmarlo durante la temporada. El Barcelona se llevó a Rivaldo. Siendo 15 de agosto, último día para inscribir jugadores en Liga de Campeones, los catalanes abonaban la cláusula del brasileño poco después de que jugase el Teresa Herrera, siendo su último partido defendiendo los colores y el escudo del Deportivo.

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En el Barcelona desarrolló su mejor juego lo que lo llevó a ganar el Balón de Oro en 1999, convirtiéndose en el mejor jugador del mundo. Jugó cuatro cuatro años al más alto nivel con los blaugranas antes de irse a Italia. Se vinculó con el Milán donde empezó el declive de su carrera. Con 31 años y la llegada de su compatriota Kaká al cuadro rossoneri vio finalizada su etapa en el equipo italiano, rescindiendo su contrato en diciembre de 2003. También en estas fechas daba por finalizada su etapa en la selección, llegando a alcanzar los 74 encuentros y 35 goles.

Tras su experiencia en Italia, viviría una época en varios clubes sin conseguir demasiado éxito. La más laureada fue su experiencia en el Olympiakos, consiguiendo tres ligas y dos copas griegas. En otros equipos como Cruzeiro, AEK o Bunyodkor no cuajó. En sus últimos años regresó a Brasil para finalizar su carrera, aunque encontró hueco para una pequeña aventura en un club de Angola.

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