Nunca se han caracterizado las primeras jornadas de Liga por presentar un fútbol de gran altura, tampoco por la lucidez combinativa ni la sobriedad en la táctica. Si algo tienen de positivo es que se encargan de evidenciar los aspectos del juego que uno y otro equipo deben mejorar. Y para eso les ha servido a Deportivo y Betis esta segunda cita de Liga, acogida por un Benito Villamarín que esperaba con efervescencia una reacción positiva en los suyos tras el duro revés sufrido en el Camp Nou. No se presentaron los de Poyet con esas ínfulas, tampoco el Deportivo, ya sin su goleador, que apenas hizo méritos para llevarse la victoria.

Tardaron en encontrarse los de Garitano en Sevilla, ayer con Andone como punta de lanza, abusando del balón largo a la espalda de la defensa. Mosquera y Guilherme pretendieron que el balón fluyera, en connivencia con un Fajr más adelantado, pero no con el brío necesario para llegar a la zona candente y comprometer los dominios de Adán. La imprecisión era una constante, y la línea de tres cuartos, todavía con poco ritmo, no supo argumentar por más que Bruno Gama se deslomase a banda cambiada. Lo intentó el portugués, que nunca está de paso cuando hay contienda, pero el Dépor no aprovechó su chispa, y el ex del Dnipro se atascó entre Pizzini y la apatía en ataque de los blanquiazules, que solo intimidaron con una falta lateral, servida con veneno por Fajr, que Mosquera a punto estuvo de empujar a gol.

La imprecisión era una constante, y la línea de tres cuartos, todavía con poco ritmo, no supo argumentar por más que Bruno Gama se deslomase a banda cambiada.

Tampoco supo el Betis llevar la iniciativa, con Petros abonado al disparo lejano, y encomendado a la concupiscencia de Joaquín, ayer de vuelta tras su lesión. Del gaditano brotaron las mejores intenciones de los locales, entumecidos en la salida de balón y planos en la zona de tres cuartos. Como hizo mediado el primer acto, encontrando la espalda de Navarro, al brindar a Sanabria la mejor ocasión de los andaluces. El capitán bético entró por la izquierda, y dejándole la pelota mansa al paraguayo, éste la envió rozando el poste izquierdo de la portería gallega. Poco más tendría el Betis antes del descanso, salvo un remate de Mandi a la salida de un córner que Lux atajó con seguridad.

Empezaba a hacerse notar el descontento del sector más exigente de la grada, viendo que los suyos no se crecían en casa ante un rival de enjundia pareja que tampoco presentaba candidatura. Fue en esos momentos de pesadumbre cuando los herculinos recuperaron tímidamente la dicción y comenzaron a inquietar la puerta de Adán, que jugaba ayer su partido número 100 con la elástica verdiblanca. Bruno Gama seguía en sus trece, arremetiendo con los cuernos y asociándose de cuando en vez con Fajr, siempre a medio camino entre el centro del campo y la delantera. Pero seguía sin fluir el esférico, por lo que el Deportivo tiró de Juanfran para desbordar y buscar la cabeza de Andone. Precisamente llegaría desde la derecha la ocasión más clara de los coruñeses, enganchando Bruno Gama un zurdazo en el interior del área que se perdió lamiendo el poste izquierdo.

Poyet necesitaba alternativas y, tirando de Moussonda, añadió picante a los últimos metros, con un Rubén Castro desdentado que no encontró oportunidad hasta los minutos finales. Una estupenda pared entre el canario y Moussonda terminó dejando al goleador bético en boca de gol, pero Juanfran estuvo más rápido y el balón salió llorando a escasos centrímetos del poste. Y entre llantos, el encuentro desembocó en el final, sin mucha acción con contenido, salvo un testarazo de Borja Valle que estrelló contra el lateral de la red, dejando al Villamarín, sin goles y sin fútbol, a la espera de que comience de una vez la temporada.