“No entiendo a los que dicen que juegan a la contra. Para jugar a la contra necesitas espacios. Sería absurdo decir que un equipo no quiere aprovechar los espacios porque no juega al contragolpe. Del mismo modo, cuando estamos en campo contrario y perdemos la pelota, intentamos ser muy agresivos. Este robo es una herramienta ofensiva cuando el equipo contrario está estructurando una jugada porque ahí tú sí encuentras espacios”. Toda una declaración de intenciones. Son declaraciones de Julen Lopetegui en una entrevista publicada por El País en febrero de 2015, cuando el ahora seleccionador español aún conservaba su puesto en el cuerpo técnico del gigante portugués. 

La primera diferencia entre el entrenador vasco y Vicente del Bosque reside en la presión agresiva post-pérdida. Si con el salmantino la 'Roja' se aprovechaba de su posesión de pelota y colocación para, en caso de pérdida, estar en una situación privilegiada de cara a recuperar la pelota, con el nuevo técnico español, además se añadirá un punto de punch con el objetivo de que la pelota se recupere lo más cerca posible de dónde se perdió. Evidentemente, el objetivo es aprovechar los espacios que habrán dejado los jugadores rivales al lanzarse a la contra para coger desorganizado al rival y hacer daño con espacios. 

Eso conlleva la entrada en el once de futbolistas que, además de asociarse bien en corto, tener capacidad de influir por dentro y ser decisivo ahí, puedan atacar el espacio. Brahimi, Quaresma, Isco, Deulofeu, Jesé... Los hombres de banda de Lopetegui han sido, por costumbre, futbolistas con buen sentido asociativo y, a la vez, un destacado poder de desborde. En la entrevista anteriormente mencionada, el seleccionador vasco destacaba la importancia de “ampliar el campo” con jugadores que se desmarquen por afuera, en “profundizar” con hombres habilidosos que acudan entre líneas a recibir y a distraer, y en ocupar “alturas diferentes” a la hora de atacar, con el objetivo de no desguarnecerse en defensa. 

Como se vio en su selección sub-21, Lopetegui valora la utilidad de un extremo abierto, que deje espacio en el centro, con gran importancia. A pesar de las diferentes alturas de sus jugadores, acostumbran a tener una posición bastante fija. Tiende a usar un extremo diestro pegado a la línea de cal y, en la izquierda, un futbolista que juegue a pierna cambiada y tenga libertad total de movimientos. Brahimi e Isco son los ejemplos más deslumbrantes. 

Una apuesta lógica

Que, tras el fracaso de la Eurocopa de Francia, la Federación Española de Fútbol pusiera sus ojos sobre Julen Lopetegui era más que entendible. Siguiendo la idea que tuvo la Federación Alemana de Fútbol con Joachim Löw, lo más normal era que el técnico español fuera alguien que hubiera pasado mucho tiempo con los nuevos futbolistas que abanderan esta nueva etapa de la selección. Pocos entrenadores en España conocen mejor a la mayoría de los jugadores que representarán al país español, pues prácticamente nadie habrá pasado tanto tiempo entrenando a estos futbolistas. Lopetegui los conoce y ellos le conocen a él. La apuesta parece inteligente. 

El vasco, además, es muy consecuente con su idea de fútbol, no se casa con nadie y confía en un estilo de jugadores, en una filosofía a partir de la cuál escoge a sus jugadores. No al revés. La presencia de futbolistas con los que trabajó en las categorías inferiores será una constante y la llegada a la selección de jugadores que hasta ahora no han contado pero que contienen, en su fútbol, la esencia de la filosofía de Lopetegui, no debería ser una sorpresa.