Nada nuevo bajo el sol del Ciudad. Mejorar, o incluso únicamente mantener los magníficos números de la pasada campaña entrañaba una dificultad que nadie en Tudela se atrevería a discutir, pero, lo cierto es que tampoco nadie hubiese sido capaz de vaticinar el descalabro inicial de un equipo que había hecho del alto rendimiento como local una de sus señas de identidad. Los números son reveladores, y es que el Tudelano no ha marcado aún ante su público -amén del gol de penalti ante el Sanluqueño en Copa- y no ha sido precisamente por falta de puntería. Ni de ambición. Simplemente, el Tudelano no hace goles porque no sabe como hacerlos.

Es la conclusión aplastante que se puede extraer tras el duelo de ayer. Sin un planteamiento claro, ni recursos ante la resistencia del Boiro, el partido quedó a la deriva, a la espera de una acción milagrosa que nunca llegaría por parte de ninguno de los dos bandos. Si bien es cierto que los barbanzanos tampoco pusieron la sal ni la pimienta, la lupa de los espectadores albinegros estaba puesta sobre sus propios jugadores, a los que se les puede acusar de cualquier cosa, menos de falta de ganas, y eso, a ojos de los más avezados, también resulta preocupante. Los muchachos quieren, pero no pueden, feo asunto. Las explicaciones de Amatriain en sala no tranquilizaron al aficionado; el coach navarro mencionó una mejoría de sensaciones que nadie más en el municipal tudelano pudo ver.

El Tudelano, de nuevo, se vio obligado a llevar la batuta porque su rival no quiso saber nada de ella, y de repente, el cielo de Tudela se vió infestado de balones que surcaban sus aires de un extremo a otro del terreno. Las defensas se impusieron hasta tal punto que ni el balón parado llegaría a convertirse en una opción recurrente. Los zagueros de ambos contendientes se ganaron el pan sin necesidad de exprimirse al máximo, dada la poca inspiración de los atacantes, especialmente de los locales, que ayer ni tan siquiera pusieron a prueba los reflejos de Guillén. Lo más parecido a una ocasión correría a cargo de los de Fredi, pero de manera aislada y sin réplica.

Los minutos pasaron con más tensión en el graderío que sobre el verde, y eso tampoco ayudaría a los del club ribero, que se contagiaron de la poca paciencia y renunciaron a hilvanar. Los blanquillos se desgañitaron en tirar diagonales en busca de Ion Vélez, pero el ariete tafallés no ganó ningún duelo. Tan sólo Cabezas, con más buenas intenciones que brillantez, arrancó algún tímido aplauso a la cariacontecida grada tudelana.

La preocupante falta de fuste ofensivo terminó por dilapidar la mejor noticia de la semana y casi de la temporada -hasta el momento- para los anfitriones y es que el Tudelano, tras su victoria el pasado miércoles está a 90 minutos, salvo prórroga y con permiso de la SD Formentera, de entrar en el bombo de Copa y enfrentarse a un "Europa". 

El Boiro, a juzgar por la complacencia de sus efectivos, se conformó con el punto que le otorgaba la igualada y sigue mostrándose con algo más de tino lejos de sus instalaciones que en ellas, ya que los cuatro que luce en su casillero los ha conseguido a domicilio. Sin embargo, a pesar de no haber salido ganador, la herida que dejó el Boiro en Tudela no será fácil de curar.