Después de vivir la deshecha ante el Mirandés, donde parecía que la victoria era clara para el conjunto gerundense, y tenerse que conformar con tan solo un punto, la visita al Coliseum Alfonso Pérez fue un auténtico analgésico para los catalanes. Pablo Machín suspiró y pudo disfrutar de una gran victoria después de cuatro jornadas sin ganar. Se le veía liberado cuando afirmó: "Creo que la victoria debería haber llegado antes, pero no pudo ser. Y si no hubiéramos ganado aquí, estaríamos muy cerca del descenso o dentro, y se habrían sentido cosas que no habrían hecho ningún bien al equipo. Debemos ser igual de prudentes, pero es verdad que el triunfo nos da tranquilidad para intentar ir creciendo".

El entrenador del cuadro blanc-i-vermell reconoció como elemento principal y fundamental del guion del partido la expulsión de Feltscher, pero vio mejor a su equipo ya frente al once completo. "Hemos sido muy sólidos", apuntó el técnico, que ya trató de reforzar el centro del campo en Palma, con la entrada de Eloi Amagat, cuando Alcaraz aún no estaba a punto. "La sensación de solidez ya la teníamos antes de que el Getafe se quedara con diez", defendió el técnico, que apostó por jugar con un solo punta, Samuele Longo. "Queríamos hacer daño con acciones como la de la expulsión, que los mediapuntas aparecieran por sorpresa".

Contento y muy satisfecho de cómo había funcionado el nuevo dibujo, el de Gómara avisó que continúa viendo más adecuada la formación habitual: "Borja nos da mucha clarividencia y Portu tiene condiciones para hacer daño a la espalda de los rivales, pero nuestro esquema está muy definido. Los automatismos están muy trabajados con los dos puntos. Esta puede ser una buena alternativa, pero cuanto más me gusta jugar es con dos puntas". De hecho, Machín terminó con una jugada sorprendente, haciendo entrar a Sandaza y Cristian Herrera. Con el 0-1 y contra diez hombres, la preocupación fue que el equipo no bajara el ritmo. "Cuando todo el mundo piensa que ya está hecho, el partido se convierte en una trampa. Y la prueba es el penal, o el desmayo, del final, que pudo ser un cubo de agua fría. Por eso el mensaje en el descanso era que teníamos que intentar ampliar la ventaja".

La otra alegría buscada desde el primer día por el Girona era terminar un partido sin encajar un gol. En este aspecto Machín fue muy claro: "Siempre es uno de los pequeños objetivos que nos marcamos. Hoy hemos estado a punto de encajar un gol, por el penalti que han fallado, sin habernos generado prácticamente nada de peligro. Para nosotros es importante cortar estos pequeños debates que siempre salen. Y no habíamos conseguido ser el equipo sólido que solíamos ser".