Las tardes de Copa en Vallecas suelen ser extrañas. El equipo nunca ha tenido un idilio con esta competición más allá del propio gen competitivo del barrio y del propio club, por lo que es totalmente imprevisible el rumbo del equipo, que suele venir marcado por los propios partidos o los cambios introducidos por el entrenador, en este caso José Ramón Sandoval.

El míster franjirrojo había anunciado una gran presencia de canteranos en la convocatoria, aunque el once no fue tan irreconocible como se esperaba, quizá por la cantidad importante de lesiones. Hombres como Gazzaniga o Fran Beltrán fueron las novedades más importantes, así como la presencia de Zuculini de central, un “experimento de cara a la Liga”, como reconocería el propio entrenador después del partido.

El Nàstic, colista de la Segunda División, formó con hasta diez caras nuevas, pues solo Molina repite con respecto al partido ante el Elche del pasado fin de semana que acabó con empate a cuatro en el marcador.

El Nàstic encontró premio muy rápido

Al Rayo le costó entrar en el partido. Los primeros minutos fueron igualados, con el Nàstic generando peligro en algún córner y solo una ocasión de Álex Moreno, clarísima, que parecía avecinar el aluvión de ocasiones que se preveía para este encuentro. El ritmo era lento, con alguna llegada suelta y sobre todo los saques de esquina como jugadas más peligrosas para uno y otro equipo. El Nàstic también sacaba partido a las contras generadas después de córners botados por el Rayo.

En el minuto 23, una jugada por la izquierda acabó con gol para el Nàstic, obra de Maloku. Gazzaniga, que había empezado muy nervioso, no pudo evitar el tanto. El conjunto catalán siguió acechando para sacar rédito a la situación de ‘knock out’ vivida por el Rayo momentáneamente. Nuevamente, en los córners le creaban mucho peligro al guardameta argentino.

Despierta el Rayo

A la media hora de partido, con la grada presentando un aspecto algo mejor, Vallecas quería la remontada. Daba igual que fuera la Copa, el Rayo debía remontar el partido. Comenzaron a aparecer Piti y Lass, que hasta ese momento no habían generado apenas fútbol. El Rayo se volcaba en ataque pero seguía dejando dudas y huecos cuando atacaba. Gazzaniga tuvo que rectificar con una buena parada tras un saque de falta, y Emaná y Maloku también pudieron batir a Paulo.

Sin embargo, el Rayo había despertado para no volverse a dormir. Monopolizó el dominio del balón en el final de la primera mitad y pudo irse al descanso con un botín mayor. Clavería tuvo una ocasión clarísima en el área pequeña tras un gran centro de Nacho.

Sandoval fue a por todas

Tras el descanso, el entrenador decidió retocar el esquema con dos cambios: fuera Piti, que había estado bastante desaparecido, y Clavería, damnificado para dar entrada a Trashorras y Manucho. Con el fútbol que pretendía desplegar el Rayo, de entrar por las bandas, la figura del media punta dejaba de tener sentido, y pasó al 4-4-2 con Miku y Manucho arriba. Y funcionó bastante bien. Después de un comienzo de dominio rayista, Manucho perdonó una doble ocasión clarísima, pero a la tercera no falló. Quini se fabricó el solo la jugada para regalarle el gol al angoleño y, con cuarenta minutos por delante, invitar a Vallecas a creer en la remontada.

A partir de aquí el Nàstic desapareció y se dedicó a achicar balones, mientras que el Rayo crecía y crecía conforme avanzaban los minutos. Los centros de Nacho y las entradas de Lass por banda ponían en apuros al equipo catalán, que solo generaba peligro en algún córner. La conexión Trashorras-Miku estuvo a punto de poner el segundo en el marcador, pero no encontraban la manera de concretar a puerta. Lass Bangoura, en su mejor versión, probó una y otra vez encarando a Kakabadze sin éxito.

El ritmo del partido quedó ralentizado en los últimos minutos, con una sucesión de tarjetas mostradas por el colegiado que parecían llevar sí o sí a la prórroga. Todo el estadio se preparaba ya para treinta minutos de fútbol, cuando Dimitrievski cometió penalti sobre Lass en una jugada que estuvo a punto de ser gol. Lo cogió Nacho, muy decidido a tirarlo, aunque finalmente fue Miku y el portero macedonio realizó una magnífica intervención para alargar la película media hora más.

Treinta minutos más de asedio

Con el venezolano fallando el penalti, el partido viviría una prórroga con el Rayo volcado en ataque. El Nàstic, eso sí, trató de repetir la jugada de las veces anteriores, y a punto estuvo de marcar nada más echar a rodar el balón. Lass y Álex Moreno pudieron marcar, pero el Nàstic se resistía a morir y Gazzaniga volvió a demostrar sus capacidades con una parada impresionante.

Seguían llegando las ocasiones por parte del Rayo: Lass, Nacho, Manucho… daba la sensación de no saber cómo precisar para poder resolver la eliminatoria. Sandoval dio entrada a Galán por Álex Moreno, fundido, lo cual adelantó la posición de Quini. El Nàstic también tuvo alguna ocasión ya que el partido estaba bastante roto.

Gazzaniga contra Dimitrievski

La segunda parte de la prórroga denotó el cansancio de ambos equipos, y aunque el Rayo seguía cerca del área del equipo tarraconense, el destino estaba escrito. Tocaba jugársela a penaltis. El estadio de Vallecas hizo su papel animando sobremanera y metiendo presión al rival, pero la palma se la llevaron los catalanes, eso sí, no después de pocos lanzamientos. Hasta en eso hubo suspense.

Hasta catorce penaltis hubo que lanzar para dirimir un vencedor. Madinda empezó marcando para el Nástic. Trashorras se inventó un ‘Panenka’ que dio en el larguero y botó en la línea, pero finalmente no entró. Kakabadze y Zé Castro no fallaron los suyos, pero entonces Gazzaniga detuvo uno a López y Nacho y Emaná fallaron también. Miku anotó el suyo, Moha también, y en el primer ‘match ball’ Manucho lo convirtió y desató la locura en Vallecas. Sin embargo, solo habría un fallo más, el de Quini, tras marcar consecutivamente Suzuki, Fran Beltrán y Molina. El Nàstic continuará vivo al menos una ronda más en esta edición de la Copa del Rey.