Llegaba tras una lesión complicada que lo había alejado de los terrenos de juego durante mes y medio. Llegaba tras jugar media hora contra el Deportivo en casa, con el partido resuelto y ante su afición. Llegaba tras perderse el último partido de Champions contra el Borussia Mönchengladbach en Alemania. Pero le dio igual todo. Le dio igual la pubalgia, el gol que le endosó a German Lux al tercer balón que tocó, el pichichi europeo, que estuviera Pep Guardiola en el otro banquillo y, delante, 97.000 voces gritando su nombre. Leo Messi se ha acostumbrado a lo imposible; eso que fascina cada vez que ocurre por extraño que resulta. Pero a él no le sorprende, en absoluto. Se muestra feliz con el esférico en sus botas, encarando a los defensas al borde del área y regalándole un penalti a su compañero para que marque el gol que tanto había buscado. Él es así

Llegaba como líder de Inglaterra el Manchester City al Camp Nou. Con renovaciones importantes en su once respecto al curso pasado, las incorporaciones de Claudio Bravo, John Stones e Ilkay Gundogan, así como la recuperación del mejor Sterling hacían de los citizen un equipo a tener en cuenta. Los últimos resultados no acompañaban, es cierto, pero, ¿quien no tiene pánico al sentir el nombre de Kevin De Bruyne, David Silva o Nolito? Nadie. Pero, por muchos nombres que hayan, por mucho talento que se reuna en los metros finales, por muchas diagonales del extremo para ganar la espalda de los centrales en una cursa imposible, a Guardiola esta vez le faltó su pieza. Esa con la que hacía jaque mate en un abrir y cerrar de ojos. Era su comodín, la carta que valía por toda una mano y por la que todo el mundo se peleaba: Pep tenía a Leo Messi

Leo Messi marcó tres de los cuatro goles al Manchester City | Getty Images
Leo Messi marcó tres de los cuatro goles al Manchester City | Getty Images

Ya lo explicó el de Santpedor hace tiempo en rueda de prensa: "No hay nadie que pueda parar a Leo (Messi). No existe táctica para frenarlo. Es único". Pese a eso, el catalán alineó un centro del campo formado por Gundogan-Fernandinho para darle contraste a los cuatro atacantes, encargados también de defender pero, sobre todo, de retener el balón y trenzar jugadas.

Guardiola: "Lo siento por los que intentan ocupar su trono, pero es imposible: este chico es distinto, es el mejor"

Sorprendió la ausencia del Kun Agüero al principio del partido, pero no tanto la incursión de Mascherano como lateral derecho. El argentino lo bordó, y dejó a Messi toda la banda para que hiciera lo que quisiera. Bajar a recibir, tocar en banda, lanzarse al ataque o cambiar el  juego con sus diagonales características: Leo pudo ejercer de Leo sin preocuparse de su espalda

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, Messi decantó el partido. Tiró al traste el planteamiento defensivo de Pep con un gol de astucia, de esos que siempre gana el que confía; y él confió. Desmontó a Clichy en la frontal del área con un recorte para luego batir a un Willy Caballero en su primera estirada del partido. Y claro, no le pidas milagros al arquero argentino, que no pudo ni calentar en la banda por la expulsión de Bravo. Y para acabar, Luis Suárez le regaló el tercero de la noche como quien reparte flyers a la salida de una discoteca. El uruguayo disfruta más viendo marcar a su compañero que anotando él mismo. Y eso dice mucho. 

Lucas Digne y Neymar Jr festejan junto a Leo Messi el tanto del argentino | Getty Images
Lucas Digne y Neymar Jr festejan junto a Leo Messi el tanto del argentino | Getty Images

Messi volvió a superar a Guardiola, como lo hizo hace dos años. Aquel día, necesito dos pinceladas rápidas, como cuando Velázquez hizo con sus obras. Necesitaba sacar su talento  y dejar que el tiempo pasará. Messi lo consiguió, pero esta vez se adjudicó la matrícula de honor. Leo se ganó la plaza en la mejor universidad de todas tras su trabajo de fin de curso, en el que dejó a 97.000 personas bocabiertas. Y Pep, su querido Pep, estaba entre ellas. Porque Guardiola volvió a enfrentarse contra Leo, y Leo volvió a vencerle. Se enfrentó contra la bestia que había creado, y fracasó. Horas de táctica tiradas a la basura por un simple joven argentino. Pero ese chaval de Rosario no necesita nada para preparar su encuentro. Bueno, sí: un balón, unas botas de fútbol y un arquero delante. El resto es historia