El fútbol tiene momentos únicos. A veces irrepetibles y a menudo sorprendentes. De la mejor película de suspense posible, capaz de hacer que la misma persona se lleve las manos a la cara totalmente desilusionado y, pocos minutos después, esté dando saltos de alegría cual niño pequeño. Es la esencia de este dichoso juego lo que lo hace especial. Eso y su capacidad para no casarse con ningún tipo de lógica.

Solo así se explica que, disputada la primera mitad en el Municipal de Marbella esta tarde, el marcador reflejase un contundente 0-2. No sería tan extraño de no ser porque el conjunto malagueño era, hasta esta tarde, el mejor equipo de Europa con nueve triunfos en diez jornadas y tenía como rival a un recién ascendido que venía de caer en casa ante otro hueso como el Cartagena.

Sin embargo, este San Fernando a domicilio es especial. Se siente bien. Como pez en el agua. Conoce sus limitaciones y explota sus virtudes al máximo. Desespera a sus enemigos futbolísticos con dos líneas que se unen para realizar una gran presión entre líneas y sabe cómo ser letal al contragolpe con atacantes que son flechas con el único objetivo de hacer daño en la portería rival.

Máxima efectividad

Fácil, práctico y atractivo. Con Gerrit como pivote y director de orquesta y Espinar oxigenando el juego cuando la ocasión lo hacía estrictamente necesario, el San Fernando fue capaz de superar a un Marbella quizás excesivamente relajado. Poco le importó a Méndez no poder contar con Lolo Garrido y Castillo, auténticos puntales de los isleños hasta ahora. Cuenta el bloque y ni Mario ni Francis rompieron el ecosistema que tan buen resultado da lejos de Bahía Sur.

En la cronología de los hechos, cabe resaltar que, a pesar de las buenas sensaciones, la primera llegada del San Fernando fue la que ocasionó el 0-1. Efectividad máxima. Internada por la derecha de Dani Martínez y asistencia hacia donde más le duele a la zaga rival. Al corazón del área, donde Galindo únicamente debía tener instinto asesino para dar el primer mazazo. Dicho y hecho.

Foto: Marbella FC
Foto: Marbella FC

Llama poderosamente la atención que nada cambiase radicalmente. El Marbella seguía con el esférico en los pies, pero sin chispa y sin ideas. Kike Márquez trazaba diagonales, pero ni mucho menos generaba una sensación constante de peligro, algo que sí logró Andrés Sánchez. De hecho, el lateral cabeceó por sorpresa un gran centro de Goti al costado de la red defendida por un Salva imperial para abortar, poco después, otro buen remate de Despotovic.

El San Fernando vencía 0-2 a la media hora con goles de Galindo y Carralero

El cuadro de Mehdi Nafti era incapaz de hincarle el diente al de Méndez y, para más inri, el San Fernando se vistió de vampiro en vísperas de Halloween para morder nuevamente al cuello. La falta de contundencia de Petcoff para terminar una jugada de saque de esquina provocó que entre Galindo y Dani Martínez, con un toque cada uno, dejaran a Carralero en una posición pintiparada para marcar. En el mano a mano con Guille Lara, el isleño no falló. Tiró de calidad para recortar a su único obstáculo directo y depositó, con la diestra, el esférico en el arco.

El escenario no podía ser mejor para los visitantes que, aún así, parecían ser conscientes de que todavía el pescado no estaba ni mucho menos vendido. El Marbella debía desperezarse y mostrar su poderío y el San Fernando sería incapaz de mantener un ritmo tan alto durante los noventa minutos de juego. Nafti tiró de repertorio y abrió el campo con la entrada de Añón por Beitia y al Club Deportivo cada vez se le hacía más largo y más ancho el campo.

Reacción de líder

El Marbella se lo fue creyendo, quizás por la confianza que da verse arriba en la tabla, y fue acorralando a su rival, que mostraba síntomas de asfixia. A pesar de que todavía puntales como Dani Martínez trataban de arrancar en alguna ocasión, ya nada parecía ser como antes. Por si fuera poco, justo después del cambio de Chaco por Peláez, Andrés Sánchez le puso pimienta al asunto empalando de volea un saque de esquina lanzado por Kike Márquez.

El 1-2 caldeó los ánimos del líder. El San Fernando comenzaba a resquebrajarse, algo imperdonable en ese tipo de situaciones, por lo que Méndez no tuvo reparos en meter a Jorge Herrero en el terreno de juego a pesar de que su último partido databa del pasado mes de junio. Lo fundamental era contener el centro del campo, controlar la sala de máquinas y adormilar un duelo que se había alterado y amenazaba con enloquecer.

Foto: deportedelaisla.com
Foto: deportedelaisla.com

Todo pudo haber cambiado si Regino llega a haber estado más acertado al rematar una falta que Francis lanzó con toda la intención del mundo. El rechace le cayó al defensa isleño que, sin pensarlo, puso a prueba a Guille Lara. El guardameta del Marbella respondió a la perfección, igual que su homólogo azulino a un tiro desde la frontal de Añón.

Andrés y Despotovic igualaron la contienda en una gran segunda parte marbellí

Poco antes, además, Kike Márquez había mandado una volea fuera por poco y, acto seguido, entre Goti y un defensa a punto estuvieron de fabricar el empate. Méndez trataba de animar a su tropa. No podían nadar para morir en la orilla, pensaba, pero lo cierto es que muchos de sus nadadores ya se dejaban llevar por la marea, completamente exhaustos. Con la idea de tapar las bandas, principal vía para abrir una defensa, Ceballos relevó a Mario, aunque de poco sirvió.

Y es que, a falta de cinco minutos para el final del tiempo reglamentario, una jugada a balón parado cayó como un jarro de agua fría en las filas azulinas. Saque de esquina que ejecuta Kike Márquez al primer palo y Ranko Despotovic, cual avispa, clava su aguijón con un toque sutil. De puntera. Doloroso. Jugada rápida. Dos toques para cambiar la historia de un duelo que estaba a punto de alcanzar su clímax.

Premio al currante

Quedaban cinco más el descuento. Un mundo teniendo en cuenta la algarabía reinante. Los gritos de la afición marbellí y los gestos de ánimo de su equipo eran inversamente proporcionales a los de un San Fernando que se había quedado sin habla. Mudo y sin saber qué hacer. De hecho, Méndez, que pensó en sacar a Iván Bazán para dotar de dinamismo al ataque cambió de opinión rápidamente tras el dos a dos. Prefería la corpulencia de Edgar hasta que las dudas se disiparon de golpe y porrazo y acabó por apostar por Gabi. La razón ya se la imaginan.

Dicen que la fe mueve montañas. Nadie ha demostrado que eso sea cierto. Pero, hoy en Marbella, ha quedado comprobado que al menos sí que puede llevar a Francis, que estaba totalmente destrozado físicamente, a dibujar un pase en profundidad maravilloso a la espalda de la defensa.

Allí, probablemente usando la energía de reserva, recibió Galindo a la carrera. El joven talento azulino tuvo tiempo de otear el horizonte y desechar la idea de asistir al primer toque a Espinar. Eso hubiera sido demasiado simple para él, que prefirió esperar al central de turno para tumbarlo con un recorte antes de tratar de fusilar al portero.

Espinar llevó el delirio a los seguidores azulinos con un gol en el minuto 90

El desenlace perfecto hubiera sido ese. El jugadón y la finalización de un jugón que acapararía todos los elogios. Sin embargo, esto es Segunda B. Guille Lara chafó el plan A, pero el fútbol le dio al propio Galindo una nueva oportunidad. Y, esta vez, el de El Puerto no lo dudó. Fue generoso con el currante del gol, que se había fajado a destajo cuerpeando noventa minutos con la defensa y aún tenía ánimos de apoyar al compañero en su aventura.

Espinar agradeció el regalo. Controló. Miró a los ojos a los dos zagueros que aguardaban su golpeo bajo palos y los superó con el oficio de un hombre que vive y anhela estas situaciones a diario.

El 2-3 era una realidad. El zarpazo azulino al líder se había consumado y la semana con tres compromisos promete ser muy interesante en San Fernando. Al menos esta noche podrán presumir de haber vencido en su feudo a uno de los grandes del continente este curso. La Isla le pilla el gusto a matar gigantes. Próxima parada: Real Jaén.