Jugar en El Palmar es sinónimo de tensión e incertidumbre. El céntrico estadio sanluqueño pocas veces ha vivido tardes tranquilas. Sus reducidas dimensiones, la cercanía de las gradas y el maltrecho estado del verde provocan que, en cualquier momento, se produzca algún tipo de acontecimiento que encienda la mecha para vivir unos últimos minutos aterradoramente intensos y emocionantes.

Más aún en un derbi. Sanluqueño y San Fernando llevan citándose durante seis temporadas anualmente, sin importar la categoría. Segunda B o Tercera. Qué más da. Han ido de la mano en el último lustro y, por ende, el enfrentamiento directo siempre ha supuesto un punto de inflexión. Una prueba de madurez. El termómetro ideal para calibrarse mutuamente.

Esta vez no iba a ser menos. El San Fernando, desahogado, llegó con la intención de sumar su tercer triunfo consecutivo a domicilio.  Mostrar al grupo que va en serio y, de paso, hundir un poco más a un Sanluqueño que no deja de ser rival directo en la lucha por mantener la categoría.

Méndez lo sabía y armó un equipo listo para ponerse el mono de trabajo con la inclusión en el once de Lolo Garrido en lugar de Francis. Era la única modificación con respecto a la alineación que dio la sorpresa en Marbella en el último choque a domicilio. Por su parte, el Sanluqueño de Juanito necesitaba imperiosamente la victoria, refrendar sus últimas sensaciones, que habían sido más positivas de lo que reflejan los resultados (un punto de los últimos nueve).

Tiempo de ansia y estudio

Con esa idea, los verdiblancos salieron lanzados. Como manda su ADN. Empujando y mordiendo con un Carri bastante enchufado que no tuvo reparos en probar a Salva desde la izquierda y de falta directa. Por desgracia para el jugador local, el guardameta castellonense avisó cuál iba a ser la tónica durante la tarde repeliendo a la esquina su lanzamiento.

No obstante, el San Fernando arrancó el duelo con mal pie. Incómodo. Con dificultades para amoldarse al terreno. Prueba de ello fueron las dos amonestaciones a Mario y Espinar, superados en el tramo inicial por el propio Carri y por un Dani Jurado imperial en el eje de la zaga sanluqueña. Era Carralero el encargado de dar aire a los isleños con alguna que otra galopada por la izquierda sin demasiada relevancia.

Foto: San Fernando Información
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El duelo era, en resumen, poco atractivo. El Sanluqueño mostraba mejores maneras, pero carecía de rematador, como demostró Borja con un disparo sin peligro a las manos de Salva. El Club Deportivo trató de tranquilizarse. De no acelerar en demasía el envite en esos momentos. No era necesario. Los de Méndez estudiaban a su rival mejor con el balón, aunque las imprecisiones hacían imposible calmar el ritmo.

El San Fernando fue paciente ante un Sanluqueño intenso pero sin gol

Al filo de la media hora, cuando los azulinos lograron dibujar una gran jugada colectiva, Espinar cabeceó un gran servicio desde la izquierda que llevaba marchamo de gol. Sin embargo, Manu lo evitó sacando una mano abajo, donde más duele. Fue la más clara para los visitantes. Un espejismo, ya que el juego interior brillaba por su ausencia entre un bosque de piernas y la seriedad habitual de la zaga verdiblanca.

El duelo llegó al descanso sin más anotaciones que un par de amarillas a Luque y Marcelo, los dos laterales zurdos. Juanito no lo veía claro y refrescó a su equipo con dos cambios: Samu y Alberto Jiménez por Borja y Del Moral. Los isleños, en cambio, saltaron al césped con las ideas claras. Era su momento.

De la euforia azulina...

Una falta lateral en el minuto 49 fue botada por Dani Martínez con la habitual rosca peligrosa hacia dentro. El recién entrado Samu hizo bueno el tópico de que a los delanteros no se les da nada bien defender. Falló en su intento de despejar el esférico. Todo lo contrario. Cepilló la bola y habilitó a Espinar que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía libre. Sí, era su momento. El momento de su equipo. Con la voracidad del nueve nato que es devoró ese balón y no perdonó a la hora de fusilar a Manu.

Foto: deportedelaisla.com
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0-1. Mejor imposible para los intereses de un equipo que, ahora sí, tenía barra libre para correr a la contra. La declaración de intenciones de Méndez al sacar del campo a Galindo y meter a Iván era evidente. Tres mediaspuntas rápidas (Iván, Dani Martínez y Carralero) y eléctricas, para castigar a la retaguardia de un rival que atravesaba un momento frágil en lo anímico.

Sin embargo, todo iba a cambiar muy pronto. Mawi estuvo a punto de empatar finalizando una servicio como improvisado ariete y, poco después, Espinar, que acababa de pasar por la zona técnica para recibir indicaciones, se fue a la ducha. Un codazo del delantero a José fue su pecado. La segunda amarilla, su condena.

Al sufrimiento en inferioridad

A partir de entonces, El Palmar y el Sanluqueño despertaron. Como una pócima mágica, los de Juanito obligaron al San Fernando a recular. Los cañaíllas, a falta de media hora para el final, se encomendaban a la solidez defensiva. Y a su portero. A Salva, que esta tarde hizo honor a su nombre.

Espinar y Mario fueron expulsados y Salva fue providencial para evitar la igualada

Y es que el guardameta fue un gigante en su duelo personal con Carri, respondiendo a cada intentona con manos milagrosas, especialmente a un disparo colocado del joven jugador verdiblanco que se colaba pegado al palo. Por aquel entonces, el repliegue de los chicos de Méndez era ya manifiesto. El técnico decidió quitar a Carralero para jugar con defensa de cinco con la entrada de Gabi.

Quedaba un cambio. Iván trataba de dar oxígeno a su equipo con sus típicas arrancadas que a punto estuvieron de sorprender a Manu en dos ocasiones. Pero tocaba sufrir. Era un hecho. En una internada de Alberto Fernández por la izquierda, Mario se vio forzado a detenerlo en falta para que no colgara el enésimo balón al área isleña. El resultado fue la segunda cartulina amarilla para el canterano y la algarabía en El Palmar.

Foto: San Fernando Información
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El San Fernando entonó el "Resistiré” del Dúo Dinámico. Era un reto. Para ambas escuadras. Siete minutos más descuento con una desigualdad manifiesta de dos jugadores. Ceballos salió para tapar el agujero en la banda diestra azulina y el Sanluqueño se olvidó de cualquier otra consigna que no fuera bombear al área o disparar sin ton ni son.

Quizás ese fue su error. La ansiedad por empatar le jugó una mala pasada e hizo más dulce el sufrimiento cañaílla, que se dedicó a despejar centros al área con la ilusión de dedicarle otro bonito triunfo a su hinchada, que se desgañitaba para arropar a los suyos.

Gerrit e Iván pudieron sentenciar ante un Sanluqueño desesperado

Los cuatro minutos de descuento fueron, lejos de lo esperado, algo más tranquilos para los visitantes. El Sanluqueño bajó los brazos tras un saque de esquina en el 91’ en el que Manu subió sin suerte a rematar. Tanto que Gerrit tuvo la oportunidad de oro de celebrar el 0-2 con un remate franco ante el propio cancerbero. La sentencia no llegó, pero poco importó.

Los jugadores azulinos celebraron el triunfo juntos, como una piña en el terreno de juego y, a continuación, se abrazaron con los trescientos aficiones que saltaban eufóricos en la grada de El Palmar. A escasos metros, los hombres de Juanito rumiaban su desdicha. Y es que ya se sabe que, en esto del fútbol, la alegría va por barrios. O por ciudades. Y La Isla, con una veintena de puntos en trece jornadas, sonríe. Y con razón.